Cisne blanco

Reseña del libro Cisne blanco de May Bonner, por Andrés Hernández Rabal.

«Cisne Blanco», como la novela romántica que es, contiene todas las características propias del género, incluidos sus clichés; pero va mucho más allá y hace un retrato de la sociedad británica de los años 30 del siglo XX, donde las uniones entre clases sociales distintas eran pura fantasía irrealizable.

Maya, la joven protagonista, traza un plan ingenuo propio de su inexperiencia, para tratar de aferrarse a la persona a la que ama y con la que desea compartir su vida. Ello da lugar a equívocos que en lugar de facilitar la relación llegan a dificultarla hasta el punto de parecer una sitación irreversible, donde las emociones se transforman en decepciones de difícil reparación. La trama hace que en todo momento se mantenga el interés del lector, sin descripciones ni situaciones superfluas que distraigan su atención, dosificando muy bien la información para que cada hecho se produzca en el momento oportuno. El desenlace puede resultar previsible, pero más que un defecto se trata de una característica necesaria para que pueda encajar en su género, que no destaca precisamente por ofrecer finales atípicos que pudieran enojar a los lectores del mismo.

Escrita con un lenguaje sencillo pero muy elegante, los personajes adquieren la profundidad más que suficiente para que el lector los conozca a fondo; y todos ayudan a dar sentido a la historia. Tampoco falta el villano que traza sus planes para buscar sus propios intereses sin preocuparle el daño que con su actitud pueda llegar a ocasionar. En contraposición, otros personajes que en principio aparecen como poco relevantes, adquieren importancia a medida que avanza la narración hasta convertirse en protagonistas imprescindibles. Volviendo a incidir en el lenguaje, aunque este sea completamente actual, se percibe en él un cierto sabor al utilizado en las novelas realistas del siglo XIX; lo que parece un claro indicador de las lecturas de las que se ha nutrido la autora a la hora de forjar un estilo propio que mezcla la aparente simplicidad con la eficacia comunicativa.

Una buena novela que por su impecable estilo puede ser del gusto de lectores reacios al género, como es mi caso, y que permite el placer de saborear buena literatura en tiempos de historias menos profundas de lo deseable en muchos casos.

Por Andrés Hernández Rabal.
@Ahr1965