Los amores sucios
de Juan José Téllez

Publicación: 28 enero 2021
Editorial: Verso&Cuento
Páginas: 104
ISBN: 978-8403522275

Biografía del autor

Juan José Téllez es escritor y periodista. Nacido en Algeciras y residente en Cádiz, se inició en la literatura a través de grupos contraculturales a finales de los años 70. Desde entonces ha publicado una decena de libros de poemas –entre ellos, Crónicas urbanas, Daiquiri, Las causas perdidas o Las grandes superficies–, también diversas colecciones de relatos –Territorio estrecho, Main Street o Profundo sur– y ensayos –biografías de Paco de Lucía, Carlos Cano, Chano Lobato o María Zambrano–. Como periodista ha recorrido buena parte del mundo realizando documentales, ha dirigido periódicos, programas de radio y de televisión, aunque siempre mantuvo viva su condición de reportero. También dirigió durante varios años el Centro Andaluz de las Letras y ha colaborado con numerosos músicos y de muy distintos estilos durante las últimas décadas. Con este libro rompe un silencio poético de diez años. «Quizá tendría que haber seguido callado», bromea entre sus íntimos.

Sinopsis

El poeta y periodista Juan José Téllez nos cuenta en su nuevo poemario el tiempo muerto del amor, lo emocionante y también lo difícil de la, tan difamada, rutina de la pasión.

Los amores sucios es una colección de fotogramas desordenados que, superpuestos, dan lugar a una imagen de imágenes que cuenta la historia de cómo nos enteramos, poco a poco y a golpe de experiencia, de que el amor es menos noches de boda y besos desarmados y más labios urgentes y días después. Y de cómo pasa el tiempo y uno concluye que, aunque de segunda mano, ese amor sigue valiendo la pena.

Nota de prensa

«A menudo, nosotros hablamos por los ojos.
Tú me dices: Pupila.
Yo respondo: Pestaña.
Veo lo que viste cuando no te conocía y tú miras mis recuerdos
como un paisaje futuro».
Juan José Téllez

Los amores sucios es una es una colección de poemas amorosos, fotogramas desordenados sobre el paso del tiempo, la memoria, la belleza, la ausencia y los reproches, que, superpuestos, dan lugar a una imagen que cuenta la historia de cómo uno se entera a golpe de experiencia, de que el amor no es siempre la llama de los primeros momentos de pasión. Es menos noches de boda y besos desarmados y más labios urgentes y días después. Es un reflejo de cómo pasa el tiempo y uno se da cuenta de que ese amor sigue valiendo la pena.

DESPUÉS DE AÑOS SIN PUBLICAR Y TRAS MANTENERSE EN UNA ABSOLUTA DISCRECIÓN, EL POETA Y PERIODISTA JUAN JOSÉ TÉLLEZ REGRESA CON UN NUEVO POEMARIO SOBRE EL TIEMPO MUERTO DEL AMOR, LO EMOCIONANTE Y TAMBIÉN LO DIFÍCIL DE LA, TAN DIFAMADA, RUTINA DE LA PASIÓN.

 

LOS AMORES SUCIOS

Los turistas aplauden a la puesta del sol.
Así resulta obligatorio disfrutar del paisaje
y presentir que esas dunas volverán a mi vista cuando el invierno truene o el tedio nos arañe.

En lugares semejantes yo encontré la dicha, o al menos alivio para la soledad y el hastío. Qué jóvenes fuimos todos los veranos,
qué libres creíamos que seríamos siempre.

Comprábamos belleza, buscábamos países acaso parecidos a cuadros y a películas,
al manual de uso para sonrisas perfectas,
a carteles de turismo que nuestro rostro llevaran.

Sin embargo, ahora, junto al rayo verde,
el levante cálido y la ropa ibicenca,
el recuerdo de la piel conduce casi siempre
a lugares que no están en el mapa de los sueños.

La memoria me lleva a oscuros talleres
y afueras lluviosas, bares como antiguas máquinas tragaperras, estaciones término, ciudades sin gracia y suaves amores sucios.

No fue junto a las dulces arenas blancas,
los templos dorados, las alfombras de Persia; el sol como un pájaro que huye del ocaso donde solía venir el gozo a visitar mis horas.

Bienvenidas las sombras y el rincón marchito
al que llegó el tiempo a besarme con gula;
un coche a solas en polígonos industriales,
olor a comida, fábricas vacías, desnudos pabellones.

Contemplo el crepúsculo como un dije de plata y es bello suponer que la noche inminente terminará seguro más temprano que tarde
y seremos luminosos otra vez y otro día.

Pero mi alma retorna hacia alcobas modestas: pisos de estudiantes, casapuertas entornadas, habitaciones sin vistas, antros de humo. Éramos penumbra pero tampoco importaba.

No eran de seda oriental los vestidos de saldo, si acudía la joven de la vieja academia,
la amante que olía a colonia barata,
la mujer del suburbio con sus sueños inéditos.

No hubo a menudo alhambras en los ojos vecinos, sino que fuimos caricias de tizne, cuerpos manchados. Estábamos desnudos también frente a la tarde,
solo que los turistas no nos aplaudían.

 

 

CHICO MALO

Yo siempre quise ser un chico malo y atracar tu alma a mano armada
o irrumpir en la fiesta de tu cuerpo con cara de tener pocos amigos.

Yo sería el del pitillo entre los labios, apoyado como un truhan sobre la barra, el que lleva una navaja en las ideas
y huye casi siempre en un coche robado.

El que cierra los garitos o tal vez los destroza, el de los ojos de acero y el corazón tan frío,
el que abofetea el rostro de las pelirrojas
con la estudiada indiferencia del sociópata.

Bienvenidas las sombras y el rincón marchito
al que llegó el tiempo a besarme con gula;
un coche a solas en polígonos industriales,
olor a comida, fábricas vacías, desnudos pabellones.

Contemplo el crepúsculo como un dije de plata y es bello suponer que la noche inminente terminará seguro más temprano que tarde
y seremos luminosos otra vez y otro día.

Pero mi alma retorna hacia alcobas modestas: pisos de estudiantes, casapuertas entornadas, habitaciones sin vistas, antros de humo. Éramos penumbra pero tampoco importaba.

No eran de seda oriental los vestidos de saldo, si acudía la joven de la vieja academia,
la amante que olía a colonia barata,
la mujer del suburbio con sus sueños inéditos.

No hubo a menudo alhambras en los ojos vecinos, sino que fuimos caricias de tizne, cuerpos manchados. Estábamos desnudos también frente a la tarde,
solo que los turistas no nos aplaudían.

Debo decir que fui en cambio el pagafantas que ponía los discos mientras tú bailabas del brazo de aquel rubio de aire audaz
con varios crímenes de amor en su culata.

Yo me llamaba dolor, tú te llamabas rabia.
Yo quería parecerme a un fuera de la ley
que hurta en un descuido la joya de tu pelvis y la caja fuerte que guarda tu memoria.

Apenas terminaré siendo un bala perdida si veo que te marchas sin mi sombra
tras darme cuenta acaso de que tú eres la mejor chica mala que conozco.

Críticas

«La poesía canta y cuenta. Juan José Téllez, maestro de amistad, periodismo y poesía». Luis García Montero

«No sé si dios te oye, Juan José, querido nuestro, pero nosotros sí». Eduardo Galeano

«Téllez ha acertado en la creación de ese mundo propio, autosuficiente, singularizado, que define a todo auténtico poeta». José Manuel Caballero Bonald

«Téllez es un poeta de recursos. También, y sobre todo, de registros». Domingo F. Failde

«Evocador equilibrista de la cuerda floja».

Mercedes Escolano

«A Téllez, en fin, se le ve de vez en cuando, pero jamás de forma continua: él se debe a sus nomadismos, a sus intrigas de muchacho eterno que no ha querido crecer más de la cuenta para no perder la confianza en las causas perdidas, que son tal vez las únicas que merece la pena ganar». Felipe Benítez Reyes

«En aquellos días pensé que Juan José Téllez si no era un dios emergido de las aguas del Estrecho al menos era un poeta, un buen poeta, una hermosa voz para un cuerpo». José Heredia Maya

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