Los dos cónsules
de Diego Carcedo
El periodista Diego Carcedo, premio Espasa de Ensayo por Entre Bestias y Héroes, ahonda en la heroica peripecia de dos diplomáticos, el español Eduardo Propper de Callejón y el portugués Aristides de Sousa Mendes, ambos cónsules en Burdeos durante la II Guerra Mundial.
Este libro es una auténtica encrucijada en la que se dan cita el ritmo de una interesante novela, la mejor divulgación histórica y una necesaria investigación periodística. De la mano de un periodista español anónimo, al que su periódico de Madrid envía como corresponsal a Burdeos a principios del verano de 1940, el lector se sumerge en una ciudad tomada por miles de personas huyendo caóticamente del avance nazi.
En esa turbamulta, los judíos encontraron dos inesperados aliados en los cónsules de España y Portugal quienes, anteponiendo sus principios a los dictados de sus respectivos gobiernos, el de Franco en Madrid y el de Salazar en Lisboa, se dedicaron incansablemente a facilitar la huida de miles de judíos. En ese momento, su actuación les acarreó duras consecuencias personales. La posteridad, sin embargo, honra su memoria.
Diego Carcedo es periodista e historiador. Se inició como reportero en La Nueva España. De allí pasó a trabajar en la agencia Pyresa y, en 1974, en TVE. En el ente público, formó parte del equipo del programa Los reporteros y ejerció de corresponsal en Lisboa y en Nueva York. Fue también director de los Servicios Informativos de TVE y director de Radio Nacional de España. Entre 1996 y 2007 fue miembro del consejo de administración de RTVE y en 2018 presidió el comité de expertos que evaluó las candidaturas al mismo organismo. Es presidente de la Asociación de Periodistas Europeos, columnista de las cabeceras de Vocento, colaborador esporádico de numerosos medios y conferenciante habitual. Es, además, autor de Fusiles y claveles (1999); Entre bestias y héroes (2011), que ganó el Premio Espasa de Ensayo, y Un español frente al Holocausto (2013), entre otros.
Sobre el libro
«La burocracia y la conciencia… no siempre están de acuerdo»
LA HEROICIDAD DE DOS HOMBRES JUSTOS QUE ELIGIERON DESOBEDECER Y PERMANECER FIELES A SUS VALORES PARA SALVAR LA VIDA DE MILES DE PERSONAS
¿Hasta dónde somos capaces de abanderar nuestros principios? Diego Carcedo, uno de los periodistas más prestigiosos en España, vuelve con una novela en la que hace gala de un conocimiento enciclopédico sobre el Holocausto y el papel salvador que, en plena II Guerra Mundial, jugaron dos diplomáticos, cónsules de España y Portugal, durante los primeros días de la invasión de Francia por la Alemania Nazi desde sus respectivos despachos en Burdeos.
JUNIO DE 1940
Los alemanes habían ocupado París el 14 de ese mes tras arrollar a las tropas francesas, provocando a la vez un éxodo de miedo y turbación en toda Europa. Las carreteras galas que apuntaban al sur se llenaron de desesperados que trataban de huir del terror nazi. En Burdeos confluyeron miles de desplazados en busca de una salida a la ratonera mortal en la que se estaba convirtiendo esa parte del mundo.
UNA CRISIS DE CONCIENCIA Y UNA DECISIÓN TAN ARRIESGADA COMO ADMIRABLE
Desde la ventana del consulado portugués en Burdeos, Aristides de Sousa Mendes contemplaba horrorizado cómo las calles de la ciudad se atestaban de refugiados sumidos en la más absoluta desesperación por huir de la cruda suerte que se cernía sobre ellos tras la invasión nazi a Francia. Desde Portugal, posicionada en una interesada neutralidad, la dictadura de Salazar emitía una orden clara: prohibido expedir visados, salvo casos excepcionales.
Ser tan próximo testigo de aquella catástrofe humanitaria y sentirse tan limitado en su voluntad natural sumió a Aristides en un profundo estado depresivo que lo condujo incluso a pasar varios días en cama, sin fuerzas para levantarse. Además, había entablado una estrecha relación con la comunidad judía, hecho que le enfrentaba aún más al dilema moral que le generaba esta tesitura
Finalmente, decidió incorporarse una mañana y desoír las premisas del gobierno portugués para guiarse por su condición humana: en adelante, autorizaría hasta donde le fuese posible los visados de todo aquel que pidiese su ayuda para escapar de aquel infierno, sin importar nada más (raza, condición, ideología, etc). Sin importar, tampoco, las posibles consecuencias de tan osada decisión.
*Contenido original proporcionado por la editorial
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