Hoy os traigo la reseña de una de esas lecturas que no se olvidan, una novela sobre el amor y el perdón, una historia de mujeres únicas unidas por un fino hilo invisible que es la huida hacia delante. Pilar Sánchez Vicente firma una novela rotunda Mujeres Errantes.
Greta es una famosa escritora suiza afincada en Londres, de vuelta de todo en la vida es una mujer con una marcada tendencia hacia la autodestrucción, cansada y huyendo de una relación abocada desde el inicio a un trágico final, decide volver a su tierra natal Zermatt un idílico enclave en el que reside su madre Eloína y en el que regenta una tienda de souvenirs “Matterhorn Paradise”.
Sin embargo el destino le tiene guardado un último revés al llegar a Zermatt, descubre la tienda cerrada y será Lissette esa vecina que todos hemos tenido y que a nadie nos gusta la que le avisara de que Eloína está ingresada, la enfermedad de su madre es terminal y Greta decidirá recompensar a Eloína de sus prolongadas ausencias y de sus diferencias casi irreconciliables permaneciendo a su lado hasta que llegue el fatídico desenlace. Las últimas palabras de Eloína sumirán a Greta en una búsqueda para poder encontrar el secreto que su “madre” calló durante tantos años “Greta Paul no es tu padre y yo tampoco soy tu madre”.
Desde Zermatt, Greta comenzará un viaje emocional acompañada por las cenizas de su supuesta madre hasta España concretamente hasta Gijón la ciudad que un día Eloína abandonó, allí conseguirá localizar en una residencia de ancianos a un personaje peculiar Julia “La Chata de Cimadevilla” una octogenaria mujer que tuvo en su juventud relación de amistad con Eloína, valiéndose del “engaño” de escribir una historia sobre mujeres que emigraron buscando un futuro mejor conseguirá una serie de entrevistas con Julia, a través de las cuales conocerá la historia de este singular personaje, tratando de desentrañar el misterio de su procedencia.
A través de la historia de Julia conoceremos la vida de Eloína en Suiza y la infancia de Greta, la relación que su madre mantuvo con Paul su supuesto padre, en la narración viajamos a Londres para descubrir la errática vida de Greta, su tóxica relación con Hansel, sus adicciones a todas las drogas dejándose arrastrar en una espiral de autodestrucción, a través de una cartas que conserva Julia y que recibía desde Nicaragua cuyo remitente es padre Guillermo un cura que conoció Julia en su juventud y que se trasladado a Nicaragua mantuvo con esta una relación epistolar en la cual le transmitía la belleza del país y la complicada situación política que atravesaba en aquella época. Los recuerdos de Julia nos llevarán a pasear por Cimadevilla, el pequeño barrio pesquero de Gijón y conoceremos a las pescaderas ambulantes que recorrían el barrio ofreciendo sus ¡sardiiines! ¡sardiiines fresques! antes de la guerra civil y durante la misma una época en que la emigración parecía la única salida.
Una historia plagada de personajes únicos y auténticos cargados de una gran fuerza dentro de la narración que con mano magistral retrata la autora, Greta una mujer adicta a todo desde su juventud, una mujer frágil y siempre dependiente de alguien, Julia “La Chata” alegre, casquivana y que narra su vida a cambio de un poco de compañía y atención y Eloína una mujer que empeñó su vida por darle a su hija todo lo que ella no pudo tener pero se quedó en el intento sin llegar a conocer plenamente nunca la felicidad.
Una magnífica novela como ya dije sobre el amor, el perdón y la búsqueda de los orígenes de una mujer que no termina de encontrarse a ella misma.
Agradecer a la Editorial Roca, el habernos enviado la edición no venal de la novela para su lectura y reseña en el Blog.
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