El enigma Miguel Ángel
de Thor Jurodovich Kostich
Adéntrate en la vida del divino Miguel Ángel a través de las claves arcanas y los insondables misterios que surcan los pliegues de La Pietà, en la turbadora mirada de Moisés, en la perfecta mano del David, en las obras del artista más grande de la historia.
Conoce los secretos que forjaron la leyenda del creador de la Capilla Sixtina, las conexiones neoplatónicas y cabalísticas en sus obras y el hermetismo de su terribilità.
Miguel Ángel Buonarroti transformó lo terrenal en cósmico, lo finito en infinito, extrayendo el alma del mármol y uniendo a hombres y dioses.
Una vida entre el tormento y el éxtasis.
Thor Jurodovich Kostich, fotógrafo y escritor especializado en antropología de las religiones. Autor de El Peregrino. Los años perdidos de Jesús, publicado por Luciérnaga. Lleva más de tres décadas recorriendo el planeta en busca de las huellas del misticismo y la espiritualidad.
Sobre el libro
Este libro nos adentra en la vida del divino Miguel Ángel a través de las claves arcanas y los insondables misterios que surcan los pliegues de La Pietà, en la turbadora mirada de Moisés, en la perfecta mano del David, en las obras del artista más grande de la historia. Una obra que revela los secretos que forjaron la leyenda del creador de la Capilla Sixtina, las conexiones neoplatónicas y cabalísticas en sus obras y el hermetismo de su terribilità.
No es fácil adentrarse en el alma, en la obra y en el magisterio de un genio del Renacimiento, ya que precisamente esa época que los europeos veneramos por su progreso «humano» (el humanismo) nos adentra con misteriosas luces y reflejos en vidas geniales y sorprendentes que, parafraseando a Nietzsche, parecen «demasiado humanas» hasta el punto de orillar las dimensiones de lo angélico y lo divino.
Toda la obra de Miguel Ángel está concebida con esa inquietante perspectiva que sitúa a la materia terrestre en una dimensión cósmica.
El escultor era insaciable cuando se trataba de la perfección de su obra. Se pasaba meses en Carrara, eligiendo los bloques de mármol. Pero el secreto de su arte radicaba precisamente en la capacidad de encontrarle un alma a las piedras, un más allá a la materia, y una trascendencia a la muerte. Veía las montañas como una materia escultórica y se imaginaba las colinas convertidas en estatuas. Por eso, en su juventud, se atrevió a disputarle a Leonardo da Vinci un bloque de mármol. Sin duda, había descubierto que, en su interior, se escondía un David.
Nadie podía comparársele en el arte de imaginar figuras gigantescas en actitudes soberbias. Tenía el instinto del escultor, capaz de dibujar en el espacio, detalle este muy importante para trabajar en la perspectiva de una bóveda, reduciendo y ampliando las formas en escorzos apropiados.
«Recorro la vida de Miguel Ángel –nos dice Thor Jurodovich– a través de su legado, para adentrarme en los misterios insondables y las claves arcanas que le acompañaron a lo largo de su vida. Desgrano sus obras para mostrar al hombre, cuáles fueron sus anhelos y sus deseos, a quién amó y a quién odió, una vida repleta de disputas y logros y una vida entre el tormento y éxtasis».
*Contenido original proporcionado por la editorial Luciérnaga
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