La saga de los infamesDescubre los libros que componen La saga de los infames, de Daniel Clavero.

¿Los infames? Los infames son gente execrable. No sé si será a causa de ese maldito libro o no, pero lo cierto es que carecen de escrúpulos y son bastante amorales. Aunque eso sí, gracias a ellos, a su ambición desmedida, descubriremos que esa realidad gris y ordinaria que se han obstinado en pintarnos nuestros semejantes desde que éramos pequeños, abarca mucho más de lo que pensábamos. Para ello, basta con dejarse arrastrar por sus truculentas historias, y así, esos extraños ingenios y criaturas que se mantenían ocultos, se definirán poco a poco ante nuestros ojos mundanos…

El Siervo del Diablo (La saga de los infames 1)

Un hombre despierta en una perdida casa de campo de la Inglaterra victoriana. Víctima de un extraño encantamiento, su cuerpo no le obedece, empleándose en una febril sucesión de tareas domésticas al servicio de una silenciosa y siniestra presencia. Solo tras recuperar gradualmente el control de sus movimientos, el angustiado protagonista pondrá en práctica un plan que le permita resolver cuestiones acerca del porqué de sus actos, de la identidad del otro inquilino, y por supuesto la más importante de todas, aquella con la que se martirizará día y noche… “¿Quién soy yo?”

La Luz Oscura (La saga de los infames 2)

“… Lo que me lleva a la siguiente pregunta, ¿qué sucedió aquella noche del 13 de diciembre de 1968 en Aljábar? En ese encantador pueblecito del sur de España pudo pasar cualquier cosa, excepto, precisamente, lo que dice la versión policial. Encajados los hechos con calzador, no ofrece ninguna credibilidad. Es lo que tiene intentar racionalizar unos sucesos tan extraños, claro está. También, desde luego, hay otras explicaciones, estas mucho menos acreditadas, que hablan de unas horripilantes criaturas que surgieron por la influencia de una luna oscura, sea lo que sea eso, puesto que en aquella noche no hay constancia de eclipse alguno. Lo único que saco en claro de todo esto, es que el detonante de lo acaecido, fue algo tan prosaico como un vendedor de seguros. Sí, un tal Onésimo García que, de camino a Aljábar a hacer su trabajo, recogió a dos misteriosos autoestopistas. No sé de qué modo algo así dio pie a los acontecimientos que se desarrollaron después, aunque por la forma que tuvieron lugar, creo atisbar la mano de ese cuyo nombre no pienso mencionar aquí. No hay que ser un lumbreras para deducirlo. Siempre que sucede algo espantoso, él, por supuesto, está detrás…”

Extraído de las notas de Harold Jordan, investigador de lo paranormal.

La Dama Dormida: Una historia de difuntos (La saga de los infames 3)

“Todo empezó con el Árbol Muerto. Solo a unos niños podría ocurrírseles ir a un sitio así en plena noche. El que quedó más afectado de ellos fue sin duda Ignacio. Y eso que alguien como él debería estar acostumbrado a esas cosas, más viviendo en la vieja casa de los Agosto y teniendo una finca como la de Bocanegra. Ya saben ustedes a lo que me refiero… El caso es que se trasladó a Madrid y nunca más quiso volver al pueblo. Hasta lo de la tragedia de su amigo, claro. Entonces no le quedó otra que venir a Periana. Deben entender que mi pueblo no es como esos que se enorgullecen de sus tontas leyendas, donde lo que más parecido a un fantasma son las sábanas tendidas. No, para nosotros es algo demasiado serio, demasiado real. Vivimos muy ligados a nuestros muertos. Los aparecidos son terribles y grotescos, y vagan por los olivares y riscos. Y por supuesto que algo así te marca hasta las entrañas de por vida. A eso se tuvo que enfrentar el pobre Ignacio cuando regresó. Porque, digo yo, que algo sabrá él cuando los difuntos lo acosan de esa forma. Sobre todo esa espantosa Dama Dormida. A mí nunca se me ha aparecido y Dios quiera que siga siendo así, porque estoy segura de que no sobreviviría a eso. Lo que quiero decir es que Ignacio no sabía explicar las cosas tan extrañas que le sucedían, y que por eso no le quedó otra que tratar con el espantoso Hombre Azul, ya saben, ese que ríe con los espantos. Y… no tengo palabras para lo que vino después… ¿Seguro que quieren que siga? ¿De verdad es necesario que les desentrañe el escalofriante secreto familiar? No, no serían capaces de asimilar algo así. De hecho, aquí en el pueblo, aún no hemos recuperado el habla desde entonces. Fue algo tan… tan… Miren, es mejor que se lo lean ustedes mismos, y que cada uno saque sus propias conclusiones. Por horribles que sean, claro está…”

Doña Inés, una vecina muy bien informada del pueblo de Periana.

De Prodigios y Fenómenos (La saga de los infames 4)

“… De camino a la costa nos detuvimos para dar descanso a los caballos en un pequeño pueblo llamado Galeras, pese a las reticencias de mi cochero. Aseguraba que los galerenses eran huraños y desconfiados, pero ¿cómo no iban a ser así, si aparte de vivir a merced de los salteadores de caminos y las jaurías de lobos, moran a las espaldas de la siniestra Torre del Prodigio? Según me informé poco después, se trata de una vieja atalaya de la época andalusí cuyo nombre se debe a un osado navegante que exploró las aguas de medio mundo, entre ellas las del mismísimo Hades… Sea cierto o no, el caso es que en esa torre siempre han sucedido cosas horribles. Algo así, a la fuerza, debe arruinar el carácter de todo aquel que vive en su cercanía. Por eso me impresionó sobremanera, que alguien pudiera alojarse allí. Tuve oportunidad de conocer a aquel hombre tan peculiar. Se llamaba Pedro y jamás se separaba de sus extraños guantes de herrero. Al parecer no era del pueblo y trabajaba en el campo para un tal Don José, o como lo conocían sus vecinos, el Bocachica. Se negó a confesarme cuál era la razón que le había movido a hospedarse allí, aunque todos me aseguraban que cualesquiera que fuera el motivo, no tardaría en volverse completamente loco. Antes de irme de Galeras, y fiel a mi propósito de plasmar en este libro de viajes las particularidades de los rincones de Andalucía que he ido visitando, sean tanto encantadoras como truculentas, planeé un paseo a la torre. Créanme que lo intenté, pero fue poner un pie en la colina sobre la que se asienta y… nunca he sido hombre medroso y menos he creído en asuntos de brujería, ni nunca tuve un presentimiento hasta ese momento. Uno horrible que estoy seguro que se hubiera cumplido si hubiera seguido adelante. Entonces fue cuando descubrí que tenía otro propósito aún más importante; el de acabar este libro.”

-Visitando la Andalucía-
Sir Herbert Neal, 1844

Daniel Clavero Toledo (Granada, 1977) Residente en el municipio de Periana (Málaga), es Doctor en Geofísica y trabaja como profesor de secundaria. En el año 2021 ha sido finalista en el 11º Certamen «Picapedreros« y ganador del VIII Concurso «Ruiz de Padrón”, ambos en la categoría de relatos.
O por lo menos eso dice él, puesto que son muchos los que aseguran que todo eso es mentira y que en realidad mora en una cueva apartada de la mano de Dios. Se rumorea que desayuna murciélagos y se relaja escuchando bandas sonoras de películas de terror. Aparte, con unas fachas lamentables, gusta de asustar a los excursionistas haciendo uso de un palo y farfullando escalofriantes amenazas en su transilvano esquimo-groenlandés materno.
En fin, lo mejor es que se lean sus novelas y decidan con qué versión se quedan; (ni siquiera sabemos si la foto de perfil es suya, o por el contrario, se la birló a algún pobre incauto que paseaba por las inmediaciones de la cueva).

Web del autor https://www.danielclaverotoledo.com/

Los libros que integran esta saga son independientes entre sí y auto-conclusivos, de forma que se pueden leer por separado. Eso sí, aquel que lea las novelas en orden, descubrirá detalles y nexos que de otra forma pasarían desapercibidos, y que enriquecen considerablemente la trama.

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