Aunque todo esté perdido

Tristán un vendedor de seguros sin miras al exterior, Arturo sexagenario conductor con ínfulas de escritor frustrado, Celia una joven mal casada, traicionada, despechada y Sofía una cleptómana de libros que vive con su madre y que se dedica a perder el poco tiempo que le deja la lectura en chats para conocer a «alguien», todos ellos son la amalgama que conforma un club de lectura que se reúne cada martes.

Todos y cada uno de ellos perdedores vitales, mitigan sus frustraciones y soledades discutiendo sobre libros. Pero la aparente tranquilidad en la que se encuentran refugiados en su club se verá alterada por la llegada, de la mano de Arturo, de un nuevo miembro Héctor.

Al contrario que nuestro grupo Héctor es un triunfador, un bendecido por la vida lo tiene todo, es atractivo, interesante e irradia seguridad. ¿Que consecuencia vitales para el grupo supondrá la nueva incorporación?

Y cuáles serán las circunstancias que harán temblar los sólidos cimientos de una amistad forjada a través de los años y la literatura que consecuencias llevarán a nuestro grupo a un final que en ningún momento el lector podrá intuir sin adentrarse en esta historia llena de grandes referencias a la literatura más clásica.

Carlos Garvin nos trae una historia llena de ricos matices, a destacar la gran construcción de los personajes, como el de Tristán al que por momentos he imaginado vagando por la ciudad buscando una salida o el de Sofía en cualquier librería buscando con la mirada huidiza el descuido para hacerse con una nueva «joya» para su colección.

Una prosa sencilla directa, ágil y toda una galería de personajes llena de matices absolutamente actuales con unos problemas muy de esta época en la que todos nos encontramos inmersos conforman una novela muy entretenida y de fácil lectura.

Agradecer a Carlos el valioso regalo que me hizo con esta novela y espero con estas palabras expresarle lo que he sentido a través de las páginas de su novela. Aunque todo esté perdido.