Conflicto Ruso Ucraniano, El: El imperialismo estadounidense a la conquista de Europa
de Giulio Palermo

El conflicto ruso-ucraniano no estalló el 24 de febrero de 2022 con la intervención militar rusa, sino que tiene raíces lejanas. Tan distante que la verdadera pregunta que hay que hacerse no es ¿Por qué la guerra? sino, ¿por qué ahora? El libro recorre los orígenes históricos y políticos del conflicto y se centra en sus consecuencias económicas. De la imagen que se desprende, el por qué ahora tiene poco que ver con Rusia, ni con Ucrania, sino con las estrategias de Estados Unidos en Europa. También se entrelaza con otro gran proceso de nuestro tiempo: el estallido de la pandemia, que marca una violenta aceleración de las relaciones entre Estados Unidos y China en la transición hacia el nuevo mundo verde y de alta tecnología, basado en las energías renovables. Desde este punto de vista, la política aparentemente suicida de la UE hacia Rusia no es simplemente el resultado de la subalternidad con respecto a Estados Unidos. Por el contrario, refleja intereses económicos precisos, con ganadores y perdedores incluso entre los capitales europeos.

Giulio Palermo (Roma 1965) es investigador de Economía Política en la Universidad de Brescia y ha sido Experto Económico-Financiero en el Ministerio de Economía y Finanzas. Se ha ocupado de las relaciones entre ideología y economía, del papel del poder en la teoría económica, de cuestiones de economía marxista y ha intervenido en el debate sobre la planificación socialista. Sus principales publicaciones científicas aparecen en Cambridge Journal of Economics, Capital and Class, History of Economic Ideas, Journal of Economic Issues, Review of Political Economy.

Introducción

Según la narrativa dominante, al menos en Occidente, la guerra en Ucrania comienza el 24 de febrero de 2022 con el ataque no provocado e imprevisible de Rusia contra Ucrania, inmediatamente después del reconocimiento por parte de Moscú de las repúblicas del Donbass de Donetsk y Lugansk, que declararon su independencia de Kiev en 2014. Por el contrario, según las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin, la “operación especial” es una reacción al incumplimiento por parte de Ucrania de los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 y a las masacres perpetradas por las fuerzas militares y paramilitares al servicio de Kiev contra la población del Donbass y otras regiones de Ucrania. Estos acuerdos, firmados por los representantes de Ucrania, Rusia, la República Popular de Donetsk y la República Popular de Lugansk, bajo los auspicios de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), tenían como objetivo resolver la crisis que se desarrolló en Ucrania tras el golpe de Estado de febrero de 2014. Rusia –entonces la Unión Soviética– también había expresado su preocupación por la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desde la caída del Muro de Berlín en 1989, y no es de extrañar que las tensiones hayan aumentado a medida que este proceso ha llegado a las puertas de Moscú.

Con la agresión de la OTAN a Yugoslavia en 1999, incluso los rusos más occidentalizados empezaron a ver el papel de los exportadores de democracia de la OTAN de forma diferente, ya que fueron sus hermanos serbios los que acabaron bajo las bombas en una guerra ajena a todos los principios del derecho internacional: desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que no autorizó la misión, hasta la propia OTAN, ya que ningún país miembro de la alianza había sido atacado. Pero lejos de ser algo ajeno a las formas diplomáticas de Estados Unidos, fue un acto de demostración y advertencia a todos. En resumen, había muchas razones para que Rusia desconfiara de las buenas intenciones de Estados Unidos en Ucrania, y las raíces de esa desconfianza son profundas. Por otra parte, la Guerra Fría terminó con un vencedor y un vencido, y se cuente como se cuente, según la lógica de la guerra, es normal que el primero pase la factura al segundo. La verdadera pregunta que hay que hacerse es, en todo caso, otra: ¿por qué si los antecedentes están tan lejos en el pasado, llegamos al choque ahora?

*Contenido original proporcionado por la editorial

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