Hijo dorado

Reseña del libro «Hijo dorado», de Pierce Brown.
Por Fernando Arévalo.

La historia de Darrow au Adrómeda continúa en Hijo dorado, la segunda novela de la saga de ciencia ficción Amanecer Rojo escrita por el autor estadounidense Pierce Brown.

Al final del libro predecesor, Darrow terminó la primera etapa de su formación de manera victoriosa, en una posición privilegiada que le permitiría acercarse al Archigobernador de Marte, el mismo hombre responsable de la muerte de su esposa. Sin embargo, para llegar a ese punto, tuvo que hacer enemigos poderosos. Dos años después, las circunstancias cambian y Darrow está a punto de perder su status ante la posibilidad de ser vendido. Por lo tanto, su vida corre peligro ante aquellos que buscan venganza, pues no desaprovecharán la oportunidad de eliminarlo.

Además, al no lograr establecer contacto con los Hijos de Ares, quienes lo convirtieron en un dorado, Darrow ve con incertidumbre el brillante futuro que se había labrado y por el que había trabajado tan duro para cumplir el sueño de la difunta Eo.

En esta novela, el autor expande el mundo presentado en la saga por medio de una explicación más detallada de las labores que cumplen todos los colores, que son los grupos genéticos en los que se ha dividido la humanidad. Para lograrlo, se vale de los viajes espaciales, una característica predominante en las novelas de ciencia ficción. La descripción de los lugares es detallada y dinámica. De hecho, visitar la Luna, que se ha convertido en la capital del imperio humano, resulta fascinante.

Los temas que toca el libro son diversos y profundos. El escritor tiene una manera muy directa de representar las injusticias sociales y políticas que amenazan el futuro de la humanidad y cuyo desarrollo podríamos estar viendo con indiferencia hoy en día.

Ahora bien, lamentablemente esos momentos poderosos de crítica se pueden ver empañados por la dinámica del libro: siempre está pasando algo; los personajes siempre están invadiendo una nave, una ciudad, un planeta; y siempre está explotando algo. En un punto de la historia, la sobrecarga de escenas violentas puede resultar abrumadora. Y esto puede traer como consecuencia que el verdadero mensaje del libro se diluya en medio de toda la violencia descrita.

La realidad es que el libro es vigoroso, pero es tan potente que, en ocasiones, no da tiempo de procesar lo que está pasando.

Por otra parte, los personajes siguen una buena evolución, y su manera de interactuar y relacionarse se siente natural y amena. Por eso lo que ocurre al final tiene un impacto tan fuerte. Es uno de esos finales explosivos que cambian para siempre el rumbo de las historias.

En conclusión, Hijo dorado es una buena transición en una saga prometedora. Como novela de ciencia ficción, es un exponente que abarca las particularidades más resaltantes del género. En conclusión, es una obra altamente recomendable para aquellos que aman los libros impactantes con escenas repletas de acción.

Por Fernando Arévalo
@fernandoj_arevalo