Jim Morrison
de Alberto Manzano

Publicación: 2 junio 2021
Editorial: Libros Cúpula
Páginas: 224
ISBN: 978-8448028466

Biografía del autor

Alberto Manzano es poeta, traductor, ensayista, biógrafo, antólogo, periodista, productor musical, adaptador de letras de canciones en castellano. Ha publicado numerosas obras en referencia a Leonard Cohen, entre las que destaca Leonard Cohen (Cúpula/Planeta, 2009). Ha editado discos sobre Leonard Cohen y ha traducido más de un centenar de letras de canciones de Leonard Cohen, Bob Dylan y Patti Smith entre otros. También es autor de poesía y de varias antologías sobre el rock.

Sinopsis

Cincuenta años después de la desaparición de Jim Morrison, ocurrida el 3 de julio de 1971 en París, y envuelta en el más profundo misterio, este libro quiere celebrar la vida del músico-poeta y cantante de los Doors, cuya obra, filosófica, esotérica y transgresora, inmersa en el ardor de la contracultura norteamericana y los estertores del hipismo, trató de liberar a la gente de su limitado modo de ver y sentir la vida.

Tras seis discos publicados a finales de los años sesenta y polémicos conciertos-rituales en los que Morrison parecía poseído por un alma chamánica, mientras los Doors creaban una música hipnótica para producir un efecto catártico, Morrison renunció a los favores de la gloria y la fama, se arrancó la máscara de sex-symbol, y eligió el «viaje tranquilo» para imponerse como poeta que trabaja en su propio jardín: «La auténtica poesía abre todas las puertas ―diría Jim―. Puedes cruzar la puerta que más te convenga. Por eso me atrae tanto, porque es eterna. Mientras haya gente en el mundo, podremos recordar palabras y combinaciones de palabras. Solo la poesía y las canciones pueden sobrevivir a un holocausto. Nadie puede recordar una novela entera, ni describir una película, una escultura o una pintura, pero mientras haya seres humanos, las canciones y la poesía sobrevivirán».

Nota de prensa

La biografía de Jim Morrison, líder de los Doors, el cuarteto de Los Ángeles que
revolucionó la historia de la música. El próximo 3 de julio de 2021 se cumplen 50
años de su desaparición.

50 años después de la ‘supuesta muerte’ de Jim Morrison, ocurrida el 3 de julio de 1971 en París y envuelta en el más profundo misterio, este libro quiere celebrar la vida del músicopoeta y cantante de los Doors, cuya obra, filosófica, esotérica y transgresora, inmersa en el ardor de la contracultura norteamericana y los estertores del hipismo, trató de liberar a la gente de su limitado modo de ver y sentir la vida a finales de los años 60.

The Doors fue uno de los grupos más importantes e influyentes de la historia del rock, la primera banda norteamericana que consiguió 5 discos de oro consecutivos. Jim Morrison fue un poeta y artista de excepcional personalidad, provocador y controvertido. Murió a los 27 años, pasando a formar parte del Club de los 27, vidas fugaces pero extraordinarias, del que forman parte también Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain, Robert Johnson, Brian Jones y Amy Winehouse, todos fallecidos prematura y trágicamente a esa edad.

 

LA VIDA DEL REY LAGARTO

Jim Morrison, cantautor y poeta estadounidense fue mucho más que el vocalista de la mítica banda de rock The Doors. Con su personalidad excepcional y sus actuaciones únicas, es considerado por los críticos y admiradores como como un icono de la rebeldía y la contracultura juvenil. Las circunstancias dramáticas que rodearon su muerte, en 1971 en París, le convirtieron en una leyenda

Conocido como “El Rey Lagarto” (The Lizard King), Morrison fue un personaje siempre controvertido, y su banda, The Doors, potenció desde sus inicios, en 1966, una reputación de actuaciones siempre impredecibles. Morrison tuvo sonados encontronazos con la justicia americana, sobre todo en marzo de 1969, cuando fue arrestado por una supuesta exhibición de sus ‘partes íntimas’ en un concierto en Miami. El incidente desprestigió a la banda, obligándoles a suspender muchos conciertos y gastar una astronómica cantidad de dinero en abogados. The Doors fueron ‘perseguidos’ por todo el país y acusados de pervertir a los jóvenes, pero aun así, el grupo regresó a los escenarios para presentar su quinto álbum, Morrison Hotel, donde volvieron a mostrar la cara más ‘salvaje’ de The Doors.

Con los juicios pendientes y ante el riesgo de ser condenado a prisión, en 1971 Morrison decidió abandonar la música, refugiarse en París y dedicarse por completo a su verdadera vocación: la poesía. Morrison sería autor de tres poemarios: The Lords, The New Creatures y An American Prayer.

Su muerte, o ‘desaparición’, estuvo rodeada de un absoluto misterio: supuestamente, el cuerpo de Morrison fue encontrado en la bañera de su pisoenParíspor su’compañera cósmica’, Pamela Courson. El médico que firmó el acta de defunción declararía que la causa de la muerte había sido un parocardíaco, pero hay versiones que hablan de suicidio o asesinato, aunque la versión más aceptada es que fue debido a una sobredosis de heroína. Nadie, exceptoPamela, pudo ver el cadáver, lo cual alimentó el misterio. Su tumba en el cementerio de Père-Lachaise es uno de los lugares más visitados de París.

MÚSICA QUE SUENA EN LA CABEZA Aunque lo que estaba a punto de ocurrirle no estuviera preconcebido en su ideario, Jim era consciente de que la música que sonaba dentro de su cabeza le estaba pidiendo salir: «Creo que la música vino a mi mente antes que nada, y entonces me inventaba una letra que encajara con la melodía, algún tipo de sonido. Podía escucharlo, pero, al no poder anotarlo musicalmente, la única forma de recordarlo era poniéndole letra. Y muchas veces terminaba la letra y ya no me acordaba de la melodía». Jim no tocaba ningún instrumento, pero tenía una gran facilidad para componer melodías, que cantaba con su tosca voz. (…) Sin embargo, una vez escritas las canciones, Morrison tenía que cantarlas. O explotaría. Su mente era una especie de olla a presión.

En agosto, llegó su oportunidad. Se encontró con Ray Manzarek paseando por la playa de Venice. –¡Eh, tío! –Hola, Ray, ¿cómo te va? –Bien. Creía que te habías ido a Nueva York. –No, me he quedado por aquí. Estoy viviendo con Dennis [Jacobs]. Estoy escribiendo. –¿Escribiendo? ¿Qué escribes? –Nada del otro mundo –dijo Jim–. Unas canciones. –¿Canciones? –preguntó Ray–. Me gustaría oírlas. Con los ojos completamente cerrados, Jim se recogió en sí mismo, y, balanceando su delgado cuerpo como la vela de una barca arrullada por el oleaje mientras dejaba caer arena entre sus dedos, empezó a cantar la primera estrofa de «Moonlight Drive». Las palabras salían lentas y cautelosas.

Nademos hasta la luna Subamos por la marea Penetremos la noche Que la ciudad adormece para esconder Es fácil amarte Cuando miro cómo te deslizas Cayendo entre húmedos bosques En nuestro paseo a la luz de la luna «Moonlight Drive» («Paseo a la luz de la luna»)

Cuando hubo terminado de cantar, Ray dijo: «Es la letra más increíble que he oído en mi puta vida. ¿Por qué no montamos un grupo de rock’n’roll y ganamos un millón de dólares?». «Exacto –contestó Jim–. Es lo que he estado pensando todo este tiempo.»

QUEREMOS EL MUNDO Y LO QUEREMOS YA Aprendizaje directo en los clubes. No hay trampa ni cartón. Y Morrison, sin haber sido nunca uno de esos aficionados que pululan por las bandas, se ha convertido, de la noche a la mañana, en un cantante de rock, o, lo que sería más correcto, un cantante de talking blues – «blues hablado»–. Pero Morrison aún no las tiene todas consigo. Canta de espaldas al público, de cara a los músicos, engullendo los sutiles punteos de la guitarra Gibson de Krieger, la monótona finura jazzística de la batería de Densmore, el piano eléctrico-bajo, casi eclesiástico, de Manzarek, intentando crear entre todos un ensamblaje de banda, una cohesión de unidad sin fisuras, o, en palabras de Ray, «para concentrarnos interiormente y dirigir la energía, desarrollar una “mente común”».

Después de varios meses ensayando a diario, y ahora tocando en directo, los Doors estaban empezando a conocer las posibilidades musicales de cada uno de ellos, empezando a acercarse a la perfección de la estructura musical del conjunto. Y Morrison no era precisamente una comparsa, Morrison, sin ser músico, no solo era el creador de las melodías, sino «la voz cantante». «La música de los Doors intenta devolver el orden al caos que yo traigo con las palabras –diría–. Porque la poesía está muy cerca de la música, y, cuando escribes un poema, tienes que estar en un estado mental que es el mismo al que te lleva la música, con esa cualidad hipnótica que te deja libre para improvisar, que deja al subconsciente expresarse hasta donde quiera ir. Claro que admiro a los poetas que se suben a un escenario sin micrófono y recitan sus poemas delante de un montón de gente. Pero, en mi caso, la música me da una seguridad que hace que me exprese más fácilmente.»

*Contenido original proporcionado por la editorial Libros Cúpula

UN SEX SYMBOL DEMONIACO
Jim simulaba ser un ángel viril –o un dios demoníaco–, un sex symbol provocando a las
huestes con el lenguaje violento de su cuerpo, buscando la fiesta dionisíaca, el alborozo
orgiástico, explosiones de histeria colectiva. Pero, evidentemente, no era solo eso. ¿Acaso el
cantante perseguía únicamente el deleite de la libido? ¿Alguien se paraba siquiera a escuchar
sus letras? «Normalmente, el público suele concentrarse demasiado en mi órgano reproductor
–replicaría Jim–, y no se detiene a pensar que también soy un especimen macho, joven, sano y
hermoso que, aparte de unos brazos normales, piernas, costillas, tórax, ojos, tiene una cosa que
se llama cerebro, un ser humano completamente equipado, con cabeza, sensibilidad, todo el kit.
Pero, aunque creo que soy una persona inteligente, también reconozco al payaso que soy, un
payaso que siempre me fuerza a cagarla en los momentos más importantes.»

MORRISON HOTEL. 1970 En marzo de 1970, todas las revistas musicales del país certificaban que el quinto LP de los Doors era disco de oro –era la primera banda norteamericana de rock que conseguía cinco discos de oro consecutivos–. El editor de la revista Creem, Dave Marsh, escribía: «Los Doors son la banda de rock and roll más terrorífica que he escuchado nunca. Cuando son buenos, son simplemente invencibles. Este es el mejor disco que he escuchado en mi vida». También Rock Magazine se deshacía en alabanzas: «Me dicen que Morrison ya no es sexy, que se está volviendo gordo y viejo. Pero en un disco no se ven las barrigas, sino que se oyen las pelotas, y el quinto álbum de los Doors es el que está hecho con más pelotas, el mejor de los Doors hasta la fecha». Asimismo, la revista Circus sentenciaba: «Morrison Hotel es probablemente el mejor disco de los Doors, y hará nuevos adeptos a la fe Morrison. Buen rock duro y depravado, uno de los mejores discos publicados en esta década».

LA MISTERIOSA MUERTE DE JIM MORRISON Era el primer día de julio y el calor en París era infernal. Jim no tenía un buen día. De hecho, había vuelto a caer en un abismo de terrible desánimo. Llevaba mucho tiempo bebiendo y ahora intentaba dejarlo de una vez por todas. Estaba hundido en la silla frente a la mesa del comedor, esperando que le llegara la inspiración para escribir algo que hiciera honor a su fama, pero la musa no aparecía. Alan Ronay –que se había instalado en el apartamento de Jim y Pamela– no le había visto nunca tan deprimido, y Pamela estaba asustada. Se turnaban para distraerle, pero sin éxito. Finalmente, el viernes por la noche –2 de julio–, Alan consiguió que los tres salieran a cenar a una terraza cerca del piso. Pero Jim no quería que nadie cargara con su depresión, y permaneció callado durante toda la cena. Unas horas después, Morrison envió un telegrama a Jonathan Dolger –su editor en Simon & Schuster–, para plantear un cambio en la portada de la edición en rústica de Los señores y Las nuevas criaturas –se habían vendido quince mil copias en tapa dura–. Quería sustituir la foto del «joven león» de Joel Brodsky por una imagen más poética –en la que aparecía con barba, tomada por Edmund Teske-. Después, acompañó a Pamela a casa, y se fue solo a ver una película.

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