La noche que paramos el mundo
de Alexandra Roma
Marina tenía la vida que creía desear. Ordenada. Segura. Gris. Hasta que aquella noche que tenía que ser perfecta cayó el telón y todo voló por los aires.
Noah vivía el presente. Despreocupado. Sin futuro. Con sus propias normas. Hasta que la solista de Al Borde del Abismo les dejó minutos antes de la actuación y tropezó con unos ojos verdes en un callejón.
Deberían haber sido algo pasajero. Puntual. Un segundo en las manecillas de un reloj.
Llegaron los ensayos, el olor de la lluvia, los deseos que se sienten en la piel y la gira. Llegaron el miedo y las ganas.
Porque que algo no sea perfecto no significa que no sea jodidamente especial.
Porque a veces el corazón sigue sus propias reglas.
Porque un segundo se convierte en infinito cuando logras detener el tiempo.
Una banda de música. Dos polos opuestos que deben arriesgarlo todo.
Un amor tan efímero como un beso, pero tan eterno como una balada de rock.
Alexandra Roma nació en Madrid en 1987. Ganadora del V Premio Literario La Caixa / Plataforma Editorial con Hasta que el viento te devuelva la sonrisa y finalista en la quinta edición del Premio Titania de novela romántica con Ojalá siempre, es autora de más de una decena de novelas entre las que destacan El Club de los Eternos 27 y Solo un amor de verano. Le gusta pensar que escribe sobre sentimientos y que sus personajes son personas. Es una enamorada de observar los pequeños detalles del mundo y adora a su familia, su gente, los dos gatos que la utilizan como sofá humano, viajar, las bandas sonoras y ver series. Leer y escribir le da alas. Y vuela. Y no sabe cómo es la felicidad, pero está segura de que mientras teclea es capaz de verle la cara.
Sobre el libro
Dos mundos destinados a colisionar
La reflexiva y sensata Marina era consciente de que esa noche sería importante, pero ignoraba que lo acabaría cambiando todo. Tras hacer el amor por primera vez con su perfecto novio Álvaro, descubre que le es infiel con una de sus mejores amigas. Humillada, la joven huye a la noche madrileña y sus pasos la dirigen a un callejón donde por fin se permite exteriorizar sus emociones y llorar. Es allí donde escucha las palabras que lo cambiarán todo:
«No puedes estar aquí, princesa»
Es la voz de Noah, el reservado bajista y compositor de la banda de rock Al Borde del Abismo. Un vistazo a Marina le basta para catalogarla como una niña bien y olvidarse de ella para concentrarse en la irritación que siente tras la dimisión de una solista más con la que, cómo no, se ha acostado Leo, el gamberro y carismático cantante del grupo. Pero la joven de ojos verdes no desaparecerá sin más…
Molesta y decidida a darle un giro a la noche, Marina llama a su mejor amiga, la irreverente y tierna gamerEmma. Es al día siguiente cuando, bajo los efectos de una resaca monumental, recuerda que una de las consecuencias de su borrachera fue exigir cantar en el concierto de los rockeros. Y lo hizo lo suficientemente bien como para impresionar a la banda. Lidiando con la vergüenza, el deseo de recuperar su pañuelo perdido y devolver el collar que le arrancó al bajista al caerse del escenario, vuelve al local y escenario de los hechos.
«Inicié el sendero invisible de miguitas de pan que me conducían a mi destino.
A él y a nuestros mundos destinados a colisionar una y otra vez.»
Y es que Noah y Marina no pueden evitar encontrarse ni disimular con éxito la aplastante química que chisporrotea entre ellos. Aun así, Marina intenta resistirse a permitir que entre a su vida hasta que su madre, la fría guardiana de las apariencias Eloísa, no sólo pretende que vuelva con su exnovio infiel, sino que le informa de que nunca financiará el curso de cocina con el que sueña su hija. En un giro que no sorprende a nadie más que a si misma, se presenta a la audición que Al Borde del Abismo organiza para encontrar a su nueva solista de cara a su próxima gira veraniega con la intención de conseguir el monto de la matrícula.
«— Ve tras ella. —Leo rompió su silencio.
—¿Qué dices?
— Corre detrás de la chica como si estuvieses en el puto Disneyland en pleno desfile de princesas. —Fruncí el ceño y él resopló soberbio, como si le agotase la paciencia tener que explicarme siempre las cosas—. Te resumiré lo que va a ocurrir. Es ella. La chica. La musa. Como quieras llamarla. El rollo profundo te lo cedo a ti. Has distinguido la chispa que al resto nos ha pasado desapercibida y no podrás dejarlo pasar. Solo por eso, vas a tirarte una hora intentando convencernos y al final accederemos por puro agotamiento mental, así que ahórranos tiempo y energía y ve tras ella. Por si no te has dado cuenta, a Vic se le ha olvidado pedirle el número de teléfono y creo que hablo en nombre de todos cuando te aseguro que nos negamos a empapelar Madrid con su cara para que la encuentres.»
Así, Marina se incorpora a la banda oficialmente, donde superará sus numerosos prejuicios al conocer a sus adorables, divertidos y estrambóticos integrantes: la adorable batería Vic, su divertido mellizo Enzo, guitarrista, y al explosivo Leo, solista rubio y mejor amigo de Noah, hacia el que cada vez se siente más atraída. Pero el proceso no será fácil… Y es que todo guardan sus propios secretos oscuros.
Marina, que batalla con fiereza las secuelas de un trastorno de conducta alimentaria, no es la excepción. Aterrorizada ante la idea de ser observada por el público, se ve incapaz de cantar. Será Noah, el empático y calmado bajista aficionado a los chupachups el que le insufle la confianza necesaria para subirse al escenario cantando con ella. Y el resultado es mágico, obligándoles a sentir una conexión magnética que los fascina y asusta a partes iguales.
«Desear…quemaba y retorcía las entrañas. Descontrolaba el pulso. Era encender una hoguera y meterte en las llamas risueñas. De esa clase de fuego no se salía ilesa»
Pero Noah insiste en mantener las distancias, aún más cuando Marina descubre que Carlota, cuyo nombre adorna el collar del que no se separa el bajista, no es su novia sino su sabia hermana pequeña. Noah trata de alejarse, y es que sus fantasmas lo tienen atrapado.
«Marina, si tú y yo quisiéramos solo sexo, tendríamos una oportunidad, pero podrías ser más. Podrías serlo todo. Si te dejo entrar, activarás aquellos rincones oscuros a los que tengo que renunciar y que había olvidado, que echaba de menos. Los iluminarás. Marina, tú me recuerdas lo que es ser persona y no puedo permitírmelo.»
Confundida, Marina estalla cuando su madre le informa de que tiene todo su futuro planeado. Decidida a luchar por su felicidad por primera vez, se va de casa sin un plan de contingencia. Se encontrará con Leo por casualidad, y el rubio, al que cada vez se siente más cercana, la invita a mudarse al piso que comparte con Noah. Pero la dulzura del chico se tiñe de oscuridad cuando, esa misma noche, confunde a Marina con el monstruo que abusó de él de pequeño. Noah interviene antes de que el enajenado cantante, preso del pánico en un flashback, hiera a su nueva compañera. Por fin, se rinde a lo que siente y suplica a Marina que se quede con ellos.
El lazo que los une se hace cada vez más fuerte hasta que finalmente se besan en una audición para ser teloneros del famosísimo grupo de rock Balazo al Corazón. Pero es entonces cuando Noah pierde el conocimiento y se desvela la trágica razón tras su forzada distancia. Y es que Noah sufre una enfermedad terminal por la que los médicos sólo le auguran unos meses de vida.
Pese a que su profunda amistad se basa en la promesa que Noah exigió a Leo de que no interviniera en lo relacionado con su diezmada salud, este decide salvar las distancias con su hermano y confesarle los horribles abusos que sufrió de niño y la razón de la paliza con la que casi acabo con la vida de su victimario. El oncólogo, afectado, se compromete a tratar de ayudar al bajista que salvó la vida de su hermano cuando intentaba suicidarse, pero la enfermedad de Noah no tiene cura.
Marina, mientras tanto, se siente destrozada y confundida, sin decidirse entre hacer caso a su corazón o seguir el consejo de Noah y evitar sufrir. Sorprendentemente será su madre la que, como ejemplo a no seguir, le haga abrir los ojos y darse cuenta de que lo que más desea es aprovechar el tiempo que les queda. Incapaces de resistirse más al sentimiento que los une, se entregan a la magia de haberse encontrado y se proponen disfrutar de todos y cada uno de los pequeños momentos que les quedan.
Hasta que llega la gira y Noah sucumbe a otro ataque. Desgarrada por la preocupación, Marina le obliga a escuchar que está enamorada de él. Noah, asustado ante la idea de que su muerte suma en el dolor a las personas que ama, trata de resistirse, pero sin remedio. Por fin se abre y se permite sentir hasta las máximas consecuencias el amor por sus compañeros de banda, su hermana Carlota, su gran amigo Leo y la especial Marina.
«Solo yo había experimentado en mis carnes lo duro que era aceptar que debías renunciar a tu futuro a cambio de un presente escaso. Pero es que ahora ya no me bastaba con tener futuro, quería en el a la chica, un perro, gato, dos críos y la puta casa. Lo quería todo. Con ella. Todo con ella. Hasta agotar los recursos y que la vida se extinguiese. Y la sensación era idéntica a tener una metralleta disparando ráfagas en modo automático contra tu pecho sin tregua.»
Tras su último concierto, Noah y Marina hacen el amor por primera vez al son de una canción que el bajista compone sobre su piel, unidos por la promesa de que, cuando llegue el final, él regresará a ella en forma de lluvia. Tras despedirse de sus seres queridos, se marcha, decidido a poner fin a su vida antes de que lo consuma la enfermedad.
Al despertar, Marina comprende que ha llegado el final. Pero, pese al dolor de la pérdida que por fin se permite sentir, es consciente del valor de atreverse experimentar el amor por primera vez. El epílogo la encuentra de camino a Roma, donde se dirige para realizar el curso de cocina con el que tanto soñaba y que Noah le financió sin su conocimiento. Y también entre los brazos de Leo, que corre al aeropuerto para despedirse de ella una vez. Y es que los dos tienen más de un asunto pendiente…
¿Podrá Leo enfrentarse a sus demonios? ¿Será capaz Marina de sanar su dolorosa relación con su madre? ¿Cómo vivir en un mundo sin Noah? Y… ¿Qué hacer con un sentimiento inesperado? La conclusión de la historia de Marina, Leo y los increíbles personajes de la bilogía continúa en El día que encendimos las estrellas.
Mucho más que una historia de amor
Con La noche que paramos el mundo, primera entrega de su bilogía Fugaces pero eternos, Alexandra Roma construye una historia desgarradora, bellísima y valiente que nos recuerda que el amor transciende lo romántico. Y es que, pese a la especial conexión que une a Noah y Marina, la autora recalca mediante su poética prosa y la construcción de unos personajes inolvidables que las historias de amor también comprenden la familia, la amistad, el cariño a una misma e, incluso, la relación con el propio cuerpo.
El estilo de Alexandra Roma destaca por un delicado equilibrio entre la sensibilidad y el humor que, como en la vida misma, rodean las tragedias y alegrías de sus protagonistas. Y es que el amor verdadero tiene tantas formas como personas, pero nunca tiene fin.
*Contenido original proporcionado por la editorial Planeta
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