Los Nombres Prestados, de Alexis Ravelo

PREMIO DE NOVELA CAFÉ GIJÓN 2021

«Una novela, muy bien estructurada, que se sirve de un narrador omnisciente para abordar temas de fondo tan importantes como la identidad, el perdón, la redención y la verdad». Del Acta del Jurado

«Los personajes de Alexis Ravelo están hechos de piel mucho más que de tinta. Ni los buenos lo son por completo, ni los malos son la iniquidad hecha carne. Aman, sienten y sufren, aunque puede que no siempre lo hagan por los motivos más éticos». Marta Marne, El Periódico

Tomás Laguna podría perfectamente ser un corredor de seguros jubilado que ha llegado a Nidocuervo para disfrutar con tranquilidad de su retiro en compañía de su perro Roco. Y Marta Ferrer podría pasar por una traductora que ha encontrado en el pueblo el sitio ideal para vivir en paz con su hijo Abel. Pero lo cierto es que ambos son verdugos insomnes llegados a ese rincón del mundo con nombres prestados, fingiendo que no son quienes hasta hace poco han sido. Sin embargo, el equilibrio entre la realidad y la ficción que cada uno ha elegido para sí es tan frágil que sucesos tan fortuitos como una tormenta o la elección de una foto para la portada de un periódico resucitarán los fantasmas del pasado, devolviendo a sus vidas una violencia que esperaban haber dejado atrás para siempre. Situada a mediados de los años ochenta del siglo XX, Los nombres prestados es una historia de acción y suspense, un wéstern moderno, una novela negra que funciona también como una alegoría que indaga en las causas y las consecuencias de la violencia política, en la vinculación entre víctimas y verdugos, en las obligadas paradas que habrá de hacer quien recorra el tortuoso camino hacia la redención.

Una novela conmovedora y trepidante, difícil de olvidar, sobre el perdón y la redención de víctimas y verdugos del terrorismo político.

Parece que los dos nuevos vecinos de Nidocuervo, una traductora y un corredor de seguros retirado, se instalan en casas vecinas por casualidad. Nada indica que, cuando cierran sus puertas, a ambos les asaltan los fantasmas de un tiempo pasado que compartieron, cuando el destino de los dos se cruzó con el de la historia reciente de España. Unos años en los que la violencia terrorista se pagaba con más violencia y el dolor con más dolor. ¿Habrá lugar para la redención? ¿Es posible librarse de la culpa?

Los nombres prestados
«Nada borra la sangre.
Nada borra el pecado»

Entrados los años ochenta del siglo XX, justo a medio camino entre Nidocuervo y San Expósito —lugares tranquilos y bastante alejados de una España marcada en aquellos momentos por los atentados y la extrema violencia política—, coinciden dos personas que bien podrían ser realmente lo que aparentan, pero cuyo pasado desmiente por completo los nombres prestados con los que ahora viven.

Ni Marta Ferrer ni Abel, el joven al que todos los vecinos identifican como su hijo, han nacido en Nidocuervo, pero, desde la casa que han alquilado a las afueras, ya forman parte del pequeño paisaje local. Ella es traductora y en aquel recóndito pueblo ha encontrado la paz y el sosiego necesarios para su trabajo. Además, Abel, cuya mente es más la de un niño que la de un adolescente, puede acudir a la escuela especial de San Expósito, una de las mejores del país en su ámbito. Pero la realidad es que Marta oculta un oscuro pasado del que cree haber escapado… No sabe que del pasado es muy difícil huir.

Tomás Laguna podría perfectamente ser un corredor de seguros jubilado que ha llegado al pueblo para disfrutar de su retiro junto a su perro Roco. Alquila una casa cercana a la de Marta y, de manera natural, comienza a alternar con los habitantes de Nidocuervo. Educado y bastante discreto, socializa bien con todos, especialmente con Abel. Nada deja traslucir un historial en el cuerpo de policía tan violento y sanguinario como cargado de reconocimientos.

«El chico se quedó mirando al techo. La mujer, aún en cuclillas ante
él, le acariciaba los hombros y lo miraba a la cara, pensando en quién
podría ser el individuo del perro. Se aproximaba el verano. El del perro
podía ser un turista. A fin de cuentas, llevaban ya bastante tiempo allí.
Lo más probable era que se hubieran olvidado de ellos. De ella. Seguro
que tenían asuntos más urgentes de los que ocuparse».

Tanto Marta como Tomás son verdugos insomnes llegados a ese rincón del mundo fingiendo lo que no son. A ella, aunque cuenta con varios nombres, se la conocía sobre todo como la camarada Marcela, destacada militante de la FRADA (Federación Revolucionaria Antifascista Diez de Agosto), brazo armado de un grupo radical marxista al que se atribuyen cruentos asesinatos, atentados, robos y secuestros. A él, desde su puesto como responsable de un grupo de élite dentro de la Brigada Político-Social, se le recuerda como el más listo, peligroso y fiero de una unidad caracterizada por su crueldad y falta de escrúpulos con los terroristas a los que perseguía; entre ellos, como objetivo prioritario, Marcela. Tras varios años al margen de toda actividad ambos coinciden en Nidocuervo… El equilibrio entre realidad y ficción elegido por ambos parece abocado a romperse.

Un thriller realmente adictivo

Los nombres prestados, auténtico puzle psicológico de piezas sangrantes, muestra a un autor, pleno en su ingenio y habilidad narrativa, que se maneja con total soltura en un género que domina a la perfección. Acción y suspense se dan la mano en un western moderno que, siguiendo la línea marcada por sus novelas negras, funciona como una profunda alegoría social. En esta ocasión, Ravelo indaga en las causas y las consecuencias de la violencia política, en la íntima vinculación que existe entre víctimas y verdugos, en las razones que empujan al hombre a matar y en el gris y tortuoso camino que marca la culpa, un derrotero hacia la redención muy difícil de transitar.

«Pese a sus excusas, pese a sus consuelos inútiles, pese a las cantinelas del
deber y de que el fin justifica los medios, al final un hombre no es lo que dice
de sí mismo que es, sino la suma de sus acciones. Y en sus acciones también
habían caído inocentes, porque las prisas son malas consejeras y la presión
desde arriba es una maquinaria entre cuyos engranajes siempre perece
aplastada la verdad».

En esta historia, la verdad y la mentira podrían confundirse, aunarse y hacerse una sola realidad, pero no es así. Siempre hay algún factor, por muy pequeño que sea, que puede alterar ese orden de identidades y nombres impostados. Sobre todo, en unas vidas lastradas por un pasado difícil de borrar, de superar. Marta y Tomás parecen haber encontrado su particular universo de redención en Nidocuervo, pero todo equilibrio tiende a romperse…

Alexis Ravelo pone en funcionamiento su talento para meter al lector en la piel de cada personaje, hasta hacerle entender sus más hondos impulsos o sus avatares y dudas más personales. Sus historias se convierten entonces en mecanismos precisos que permiten medir la temperatura moral de la sociedad, sus huecos más imprecisos, esos por los que se cuela la injusticia, la violencia, la mentira o la ferocidad de la sinrazón y de las luchas ciegas.

Los capítulos cortos y los diálogos punzantes otorgan ritmo a una narración que va transmitiendo el desasosiego de lo inesperado, lo que no se ve venir. Y entre tanto movimiento oculto, la figura de Abel, el muchacho desnortado que, en su inocencia, está aprendiendo a distinguir lo vivo de lo muerto. Él es la razón de Marcela y, quizá, el porqué de Sarabia. Un frente común, que aporta un sutil toque de esperanza al inevitable choque.

«Aquellos pecados que él llamaba errores, aquellos crímenes (sí, crímenes:
no eran otra cosa), siempre lo inquietaron cuando bajaba la guardia, pero
lograba domesticar los remordimientos utilizando la razón de Estado o el
estado de la razón».

El autor bebe de los grandes de la novela negra para plantear un thriller que despliega toda su fuerza hasta adentrarnos en los recovecos de la historia política reciente, aquella en la que violencia se pagaba con violencia y el dolor con más dolor. Un momento en que ciertas ideas pretendían imponerse por la fuerza y donde la justicia venía impuesta sin piedad desde la fuerza policial. Años que los protagonistas cargan como una mancha difícil de borrar. El crimen y la culpa dejan rastros, impulsos que sobreviven… Incluso, en esos trances, Ravelo consigue insuflar cierta mordacidad e ironía a unos diálogos marca de la casa.

Los paralelismos históricos podrían parecer lógicos en una trama que, sin embargo, va más allá: habla de traición, soberbia, dolor, ambición, evolución, de mentira, de miedo, de culpa y de perdón, del desolador camino hacia la redención. Página a página, la novela avanza sin dejar ni un solo hueco al desaliento. Entretenimiento y literatura se conjugan de manera natural y acertada en un texto de estructura muy medida. Todo un acierto de Alexis Ravelo. Otro más.

*Contenido original proporcionado por la editorial Ediciones Siruela

Alexis Ravelo (Las Palmas de Gran Canaria, 1971) cursó estudios de Filosofía Pura y asistió a talleres creativos impartidos por Mario Merlino, Augusto Monterroso y Alfredo Bryce Echenique. Dramaturgo, autor de tres libros de relatos y de varios libros infantiles y juveniles, ha logrado hacerse un hueco en el panorama narrativo actual con sus novelas negras, que han merecido diversos reconocimientos, entre ellos el prestigioso Premio Hammett a la mejor novela negra por La estrategia del pequinés.

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