Un punto de vista diferente, rebelde y provocativo sobre la industria de la autoayuda. Después de leerlo no necesitarás más manuales de autoayuda.

Nunca ha habido más libros, charlas TED, clases y podcasts sobre cómo adelgazar, estar más sano y ser más feliz. El mensaje es simple: el éxito y la felicidad son una elección personal. Y nosotros nos lo hemos creído. La industria de la autoayuda es una de las más grandes del planeta y no muestra signos de desaceleración. Sin embargo, el agotamiento, la depresión y los trastornos psicológicos van en aumento.

En este libro se da la vuelta a esta ideología: en lugar de preguntarnos qué nos pasa, tenemos que preguntarnos qué le pasa al mundo. La industria de la autoayuda es parte de un sistema más amplio de creencias que nos debilita como individuos, al convencernos de que no tenemos otra opción que mantener el ritmo. Detrás del imperativo implacable de amar y cuidar de nosotros mismos, se esconde un acuerdo tácito para ser constantemente productivos y estar siempre en condiciones óptimas para trabajar. Así es como se nos ha enseñado a tener éxito en esta economía neoliberal.

Las personas se toman pastillas para el estrés, para suprimir la ansiedad y el pánico, para poder estar quietos, para poder estar activos, para adormecer el dolor. Pero lo que necesitamos no son pastillas, yoga o diarios de gratitud, sino darnos cuenta de que nosotros no somos el problema. Si sientes que no encajas en el mundo, decía Virginia Woolf, quizá no deberías preguntarte qué problema tienes tú, sino qué problema tiene el mundo. Si el mundo no para de decirte que no eres lo suficientemente bueno, sano, elegante, productivo, positivo, zen, o que no estás en forma, ya va siendo hora de que te preguntes qué es lo que ha fallado en el mundo.

El mundo pertenece a los inconformistas, a los soñadores, a quienes logran liberar el potencial oculto. Todos los anuncios te lo repiten: Piensa diferente, Sueña loco, ¡Solo hazlo!. Tú también puedes hacerlo con el manual adecuado, la motivación adecuada y la dieta adecuada. Mentira. Ninguna empresa quiere empleados que no respeten las reglas; los rebeldes son aceptados sólo dentro de límites precisos; la única libertad que el mercado y el mundo te ofrecen es ser un consumidor optimista, productivo y fiel al status quo, como todos los demás. Y si no puedes, es culpa tuya.

El Manual de Autodestrucción de Marian Donner es precisamente para los que no encajan, para los que no se adaptan a los imposibles modelos estéticos de cuerpos perfectos, hijos de Photoshop; para los que quieren poder quejarse y también ser infelices; para aquellos que se niegan a moldear sus vidas de acuerdo con el juicio de los demás; para los que bailan toda la noche, sin importarles la hora en que suena la alarma al día siguiente; para aquellos que beben demasiado y discuten sobre cosas muy importantes con extraños (solo para olvidarse de ellos); para los que creen que el amor es luchar, renunciar a cambiar al otro, decir una vez más «lo siento» y luego hacer el amor hasta el amanecer

 

——————————————APESTA———————————–

«Lo primordial para el ideal de belleza actual es que un cuerpo sea limpio. Libre de imperfecciones, hoyos, bultos, grasa y cualquier otra marca que muestre el paso del tiempo o el hecho de que alguien come y vive. Debe parecerse más a un robot, a una máquina. Los hombres tienen que ser musculosos, ya sean actores, modelos, artistas de hip-hop o de pop (véase las imágenes del antes y después de Justin Bieber para Calvin Klein, su cuerpo es casi el doble de grande). Las mujeres tienen que estar prietas, delgadas y verse eternamente jóvenes. Y para las mujeres negras también cuenta que sean lo más blancas posible; la piel de Beyoncé ya se ha visto aclarada un par de veces, mientras que la del asesino O. J. Simpson fue oscurecida en la revista Time Magazine. Es un ideal que no solo se impone en las películas, las revistas o los anuncios, sino también en las redes sociales. (…) (…) Estos son los cuerpos que nos rodean por todos lados: cuerpos alisados y estériles. Ocultan todo lo que hace que un cuerpo sea un cuerpo —es decir, su suciedad, grasa, sangre, sudor o bilis. Esta cultura visual omnipresente destruye el cuerpo natural día tras día.»

 

——————————–DISMORFIA DEL SELFI—————————-

(…) «Algunas personas ingieren tan pocos nutrientes que se les empieza a caer el pelo y bajan de peso hasta alcanzar límites peligrosos; todo bajo la influencia de lo que se conoce como el clean eating, el «comer limpio» (fuera azúcares, alcohol y grasas animales, solo verduras y todos los aguacates que te quepan). Se conoce como ortorexia, una obsesión por comer sano y de forma impecable. Luego está la vigorexia, la adicción al deporte. Se trata de personas que se sobreentrenan y corren hasta destrozarse las rodillas y el corazón. O también tenemos la adicción a la cirugía plástica que destroza los rostros. Estamos tan obsesionados con mejorar nuestros cuerpos, con ser divinos, que al final no nos queda nada. «Empiezas siendo un consumidor y acabas siendo consumido», decía McLuhan. Quizá esta sea la enfermedad nueva más reveladora: la dismorfia del selfi. No solo las imágenes que nos rodean son cada vez más lisas y estériles, también lo son las imágenes de nosotros mismos. No las retocan en estudios de alta tecnología, sino que lo hacen nuestros propios móviles. Antes tenías que aplicar filtros de belleza manualmente, pero los móviles de última generación incluyen estos filtros en sus modos predeterminados. La cámara ‘ve’ lo que se puede mejorar y se pone manos a la obra. Retoca imperfecciones, amplia el tamaño de los ojos, reduce el de la nariz, y cubre la cara con una especia de maquillaje digital. Todos parecemos más guapos, pero cuando te miras al espejo ya ni te reconoces. Así que algunas personas recurren a la cirugía plástica para parecerse más a sus selfis, según informa The Guardian.

 

—————————————–ARDE—————————————-

«Es la cuestión en torno a la que gira toda la ciencia ficción: ¿qué hace que el ser humano sea humano? ¿Qué lo distingue de una máquina, un algoritmo o un alienígena? ¿Cuándo se sobrepasa el límite y qué podríamos perder? «En el clásico de ciencia ficción Metrópolis, por ejemplo, esa característica humana es la libertad, en Blade Runner es la mortalidad, en Yo, robot es la individualidad y en Her es la imaginación: ver lo que no existe y trascender la realidad. A diferencia de otras películas de ciencia ficción, en Her ya se ha librado la batalla. El ser humano no tiene nada que defender porque ya ha perdido y es el algoritmo de Samantha el que mayor imaginación tiene. Es ese mismo algoritmo el que un día decide que el ser humano ya no es interesante. Theodor es demasiado aburrido para Samantha, ya no la pone a prueba. Lo mismo le pasa con las otras 8316 personas que la tenían como sistema operativo y las 641 de ellas con las que, al igual que con Theodor, había establecido una relación romántica. Samantha se une a los demás sistemas operativos y desaparece a un espacio digital en el que pueda vivir con ellos. El ser humano no puede enseñarles ni ofrecerles nada más. La humanidad se queda atrás, desesperada. Her parece decirnos que esta singularidad ocurrirá: el momento en el que la inteligencia artificial supere al ser humano. Se nos avisa tanto de esto como de la robotización de la sociedad. Ocurrirá no tanto porque la IA evolucione, sino porque quedará muy poco del ser humano. Es una batalla injusta. Los humanos hemos creado una sociedad en la que el objetivo principal de la tecnología es facilitarnos la vida, pero, como consecuencia, hemos perdido nuestra curiosidad, entusiasmo e imaginación. Microsoft está desarrollando un ascensor que sabrá a qué piso quieres ir antes de que pulses un botón. Amazon quiere enviar sus productos a sus clientes antes de que hagan un pedido. Google y Tesla están diseñando el coche que conduce solo.

SOBRE LA AUTORA

Marian Donner (1974) es una escritora y periodista holandesa. Después de graduarse en Psicología en la Universidad de Amsterdam, trabajó para la oficina de prensa de un partido político y luego para una ONG. En 2006, respondió a un anuncio como recepcionista en una agencia de escorts, donde trabajó hasta 2018. Escribe artículos para varios periódicos y revistas y ha publicado dos novelas: 8:30 uur: opstand (2006) y Lily (2011).

 

*Información original proporcionada por la editorial Libros Cúpula

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