Osos, átomos y espías
de Pere Cardona
Publicación: 8 septiembre 2021
Editorial: Principal de los Libros
Páginas: 432
ISBN: 978-8418216251
Historias sorprendentes de la Guerra Fría
Biografía del autor
Pere Cardona es un divulgador histórico que lleva más de veinticinco años recopilando historias relativas a la Segunda Guerra Mundial. En 2012, creó el portal Historias Segunda Guerra Mundial, un lugar especializado y de referencia para más de 40 000 usuarios (http://www.historiassegundaguerramundial.com). Pertenece al Club Le Carré, un grupo de escritores de novela de espionaje, y colabora con Lee o Muere, un colectivo de autores de novela negra. Es coautor de los libros Lo que nunca te han contado del Día D (Principal Historia, 2019, junto a Manuel P. Villatoro), El diario de Peter Brill y Segunda Guerra Mundial: 10 historias apasionantes.
Sinopsis
Descubre la cara más desconocida de la Guerra Fría. Surgida de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría dio forma a un nuevo orden mundial. Este periodo ha pasado a la historia por la tensión, las batallas mediáticas, el trabajo de inteligencia y el miedo al holocausto nuclear, pero ¿cuál fue la realidad de sus protagonistas a ambos lados del telón de acero? En Osos, átomos y espías, Pere Cardona, escritor y divulgador histórico, nos ofrece un vívido retrato de la cara más desconocida del conflicto a partir de los testimonios de quienes lo vivieron. Desde el relato del hijo del piloto estadounidense que inspiró la película El puente de los espías hasta la emocionante historia de Robert Meeropol, hijo del conocido matrimonio Rosenberg, pasando por las aventuras de espías como Trigon, un doble agente que podría haber inspirado un episodio de The Blacklist, este fascinante libro nos desvela la realidad tras los titulares y explora la tensión de un enfrentamiento que, para muchos, no fue «frío» en absoluto.
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Críticas
«Un retrato cercano y riguroso que nos desvela la trastienda de la Guerra Fría.» Gary Powers júnior
«Nos abre los ojos hacia un escenario histórico que hace más de cinco décadas ya era real: la posibilidad de crear una guerra sin armas donde las palabras pueden ser más letales que las bombas.» Nacho Ares, Ser Historia
«Un extenso compendio de historias personales y conmovedoras, todas ellas determinantes para entender el turbio juego de poderes que, durante la Guerra Fría, forjó la Europa actual.» Manuel P. Villatoro, ABC Historia
«En su nuevo libro, Pere Cardona realiza un magnífico trabajo de investigación y documentación que sumerge al lector en inquietantes y desconocidos episodios de la Guerra Fría. Sin duda, esta es una obra de referencia.» José Luis Hernández Garvi, autor de Eso no estaba en mi libro de la Primera Guerra Mundial
«Osos, átomos y espías aporta al lector una visión fresca y dinámica de la Guerra Fría.» Carmen Sabalete, Muy Historia
«Un merecido homenaje a los desconocidos héroes de la Guerra Fría.» Alejandra Suárez, autora de Nombre en clave: Trigon. La historia de cómo descubrí que mi padre era un agente de la CIA
«Los libros de Pere Cardona no defraudan. Son sinónimo de rigurosidad histórica y aportan datos que han pasado desapercibidos durante años.» Alfred López, autor de Ya está el listo que todo lo sabe
Nota de prensa
Osos
En diciembre de 2012, la prestigiosa revista Live Science publicaba un artículo sobre las pruebas realizadas por la Fuerza Aérea estadounidense durante el diseño de un asiento eyectable destinado a los bombarderos B-58. Para un piloto en apuros, realizar dicha maniobra a velocidad superior a Mach 2 conllevaba la muerte. A fin de evitarla, los ingenieros diseñaron unas cápsulas herméticas que protegían su cuerpo durante el salto. En las pruebas utilizaron ejemplares de osos grizzly a los que sedaron y catapultaron desde diferentes alturas. Recuperados, un equipo veterinario comprobaba los daños causados en los plantígrados. Aunque ningún ejemplar falleció en los ensayos, todos sufrieron heridas de diversa consideración (huesos rotos, lesiones musculares e internas, etcétera).
Átomos
En otoño de 1982, la pequeña Samantha Smith, residente en el condado de Maine, preguntó a su madre si iba a estallar una guerra. «Una vez vi un programa […] y los científicos dijeron que una guerra nuclear arruinaría la Tierra y destruiría la atmósfera. Nadie ganaría un conflicto nuclear. Recuerdo que me desperté una mañana y me pregunté si aquel sería el último día de la Tierra». Pero su afán de curiosidad no quedó ahí. Quería saber quién iniciaría el conflicto y qué motivos lo impulsarían. Jane, su madre, le mostró el ejemplar publicado por la revista Time de noviembre de 1982, donde una imagen del líder soviético, Yuri Andrópov, acaparaba la portada. El dibujo mostraba a una persona sombría, pero… ¿tanto como para destruir el planeta? ¿Acaso no veía la televisión? ¿Nadie le había explicado las consecuencias de una explosión nuclear? Sin comprenderlo, Samantha comentó: «Si todo el mundo le tiene tanto miedo, ¿por qué no le preguntan si va a iniciar una guerra?». Su madre, sorprendida, la animó a escribirle. Y así lo hizo.
Espías
El 5 de abril de 1951, Julius y Ethel Rosenberg, el matrimonio neoyorquino acusado de espionaje atómico, fueron sentenciados a morir en la silla eléctrica. Su delito, compartir con Moscú información relativa al Proyecto Manhattan. Su desdicha, ser capturados después de que la Unión Soviética obtuviese su bomba atómica. En los meses anteriores a la vista principal, los acusados se declararon inocentes. […] El 6 de marzo de 1951 dio comienzo el juicio. (…) La Fiscalía tejió una red de la que el abogado defensor no pudo zafarse. En su alegato final, pronunciado el 28 de marzo, el fiscal Saypol sentenció: «El crimen tratado aquí es uno de los más graves que podrían cometerse contra Estados Unidos». Al día siguiente, el jurado emitió su veredicto: «Nosotros, el jurado, declaramos a Julius Rosenberg, Ethel Rosenberg y Morton Sobell culpables de los cargos». El Daily Worker, periódico oficial del CPUSA, calificó al matrimonio como los chivos expiatorios del conflicto coreano, y otros rotativos, como el New York Times o el St. Louis Post-Dispatch, abrieron sus portadas con la noticia. A partir de ese instante, una oleada de movilizaciones solicitó clemencia por todo el país. Las principales capitales europeas —Londres, París y Roma— acogieron diversas manifestaciones. Los abogados tampoco desfallecieron al presentar diversos recursos y lograron suspender dos días antes la ejecución prevista para el 19 de junio de 1953. Incluso los dos hijos de la pareja, Michael y Robert, hicieron un último intento de entregar una carta al presidente Eisenhower, pero la suerte estaba echada. El Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló dicha suspensión el mismo día. La ejecución de las sentencias tuvo lugar el 19 de junio de 1953. Julius Rosenberg se sentó en la silla eléctrica del penal de Sing Sing a las 20:05. Diez minutos más tarde, a las 20:15, Ethel sufrió el mismo destino
*Contenido original proporcionado por la editorial Principal de los Libros
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