It’s so Easy: (Y otras mentiras)
de Duff McKagan

Publicación: 1 septiembre 2021
Editorial: Libros Cúpula
Páginas: 480
ISBN: 978-8448028107
Traductor: Rocío Valero Lucas

Biografía del autor

Michael Andrew «Duff» McKagan (Seatle, Washinton, 1964) es músico, compositor, productor discográfico, bajista y segundo vocalista de la banda Guns N’Roses. Comenzó a tocar la batería a los dos años y fue su amigo de la infancia, Cliff Burton, quien le animó a tocar el bajo. Su vida ha estado condicionada por su adicción al alcohol y a las drogas. A los 19 años ya era adicto a la heroína. Comenzó su carrera en la música a los 15 años, formando su primera banda punk (The Vains) en 1979, como bajista y segunda voz. A ésta le siguió su paso por The Living, Fastbacks, The Fartz, 10 Minutes Warning… Duff afirmó haber sido miembro de 31 bands mientras vivió en Seattle entre 1979-1984, aunque admite en muchas de ellas solo llegó a tocar una vez. Mediante un anuncio conoció a los músicos Slash y Steven Adler, respondiendo a esta llamada “Se busca bajista al que le guste el estilo de Aerosmith”. Poco después conoció a Axl Rose e Izzy Strading de la banda Hollywood Rose. Así fueron reuniéndose los componentes de Guns N’Roses. McKagan se unió a la banda. En 1985 lanzaron su primer material de estudio Live?!*@ Like a Suicide pero el debut llegaría con el álbum Appetite for Destruction (1987), con una sorprendente presentación y un éxito inmediato. Tras 18 años fuera de la banda, en 2014 se reintegró de manera temporal a Guns n’Roses para una gira por Sudamérica y en el 2016 regresó de forma permanente a la banda.

Sinopsis

Miembro fundador de los Guns N’ Roses, Loaded y Velvet Revolver, Duff McKagan comparte en este libro la historia de su ascenso a la fama y la fortuna, y sus luchas con el alcoholismo y la adicción a las drogas, así como su accidente con quemaduras, y su ulterior transformación.

En 1984, a la edad de veinte años, Duff McKagan dejó su Seattle natal en busca del mundo de la música, escapando principalmente de una sobredosis de heroína que afectó a su grupo más cercano de amigos en la escena punk local. En Los Ángeles, al cabo de unas pocas semanas y viviendo en su automóvil, respondió a un anuncio de búsqueda de un bajista colgado por alguien que se identificó solamente como «Slash». Poco después, nacerían los Guns N´Roses, considerada la banda más peligrosa del mundo.

En It’s So Easy, Duff McKagan relata la trayectoria poco probable de los Guns hacia una serie de álbumes multiplatino, conciertos en estadios con las entradas agotadas y un reconocimiento unánime de la crítica. Pero ese tipo de gloria suele pasar factura, y lo hizo, en última instancia en Duff pero también en la misma banda. Cuando el grupo comenzó a romperse, McKagan sintió que él también había terminado. Su muerte cercana como resultado del alcoholismo resultó ser su punto de inflexión que lo llevó a un camino de no retorno hacia la sobriedad a partir de unas decisiones transformadoras personales que entonces hizo.

Con una voz tan honesta como indeleblemente suya, Duff McKagan, una de las personalidades más inteligentes del rock, guía a los lectores a través de un viaje desgarrador por el corazón oscuro de una de las bandas más notorias de la historia del rock and roll.

Nota de prensa

GUNS N’ROSES Guns N’ Roses es uno de los mayores grupos de la historia de la música rock, con más de ciento cincuenta millones de seguidores en todo el planeta y millones de libros vendidos. A finales de los ochenta y los noventa (1987-1993) la banda fue el grupo más popular y exitoso del mundo, dominando el panorama musical mundial con su actitud punk transgresora y muy influida por los primeros álbumes de The Rolling Stones y Sex Pixtol. Con sus actitudes rebeldes y provocativas y sus numerosas polémicas, se ganaron la fama que les dio el apodo de «la banda más peligrosa del planeta». Todavía hoy está considerada como una de las bandas más influyentes de la historia. Fue fundada por el vocalista Axl Rose y el guitarrista Izzy Stradin en California en 1985. En la formación actual están Axl Rose, los guitarristas Slash y Richard Fortus, los tecladistas Dizzy Reed y Melissa Reese, el batería Frank Ferrer, el bajo Duff McKagan. Slash y McKagan son dos de los componentes clásicos de Guns, que después de 23 años de ausencia, retomaron su lugar en la banda.

La sincera autobiografía del bajista, compositor y miembro fundador de los Guns N’ Roses.

Duff McKagan, bajista, compositor y miembro fundador de los Guns N’ Roses, Loaded y Velvet Revolver, comparte en este libro la historia de su ascenso a la fama y la fortuna, sus batallas con el alcohol y la adicción a las drogas. Esta es la autobiografía de un superviviente que busca constantemente su propia identidad, un libro que refleja como pocos el auge y caída (y en muchos casos la superación), de los artistas del mundo del rock. Con una voz tan honesta como inconfundible, Duff McKagan, una de las personalidades más inteligentes del rock, guía a los lectores a través de un viaje desgarrador por el corazón oscuro de una de las bandas más importantes de la historia del rock and roll.

Duff McKagan comparte en este libro la historia de su ascenso a la fama y la fortuna, y sus luchas con el alcoholismo y la adicción a las drogas, así como su accidente con quemaduras, y su posterior transformación.

En 1984, a los veinte años, Duff McKagan dejó su Seattle natal en busca del mundo de la música, escapando principalmente de una sobredosis de heroína que afectó a su grupo más cercano de amigos en la escena punk local. En Los Ángeles, al cabo de unas pocas semanas y viviendo en su automóvil, respondió a un anuncio en el que se buscaba un bajista. Lo había colgado alguien que se identificó solamente como «Slash». Poco después, nacerían los Guns N’ Roses, considerada “la banda más peligrosa del mundo”.

En It’s So Easy, Duff McKagan relata la trayectoria poco predecible de los Guns hacia una serie de álbumes multiplatino, conciertos en estadios con las entradas agotadas y un reconocimiento unánime de la crítica. Pero ese tipo de gloria suele pasar factura, y lo hizo, en última instancia en Duff pero también en la misma banda. Cuando el grupo comenzó a romperse, McKagan sintió que él también había terminado. La visión de la muerte muy cercana, como resultado del alcoholismo, resultó ser su punto de inflexión que lo llevó a un camino de no retorno hacia la sobriedad y a tomar unas decisiones transformadoras.

Duff McKagan, narra con gran sinceridad su viaje por el corazón oscuro del rock and roll y el interior de una de las bandas más importantes del rock. Con su escritura mantiene la tensión de una vida que es casi una novela, y muestra su inteligente personalidad.

*Contenido original proporcionado por Comunicación Libros Cúpula

EXTRACTOS DEL LIBRO

LLAMANDO A LAS PUERTAS DEL CIELO

(…) «La vida pasa en un suspiro. Solo las arrugas que en mi rostro son cada vez más profundas me
recuerdan que hace tiempo que estoy vivo. Yo no me siento diferente. Aún tengo ocurrencias de
adolescente friki. Sigo contando los mismos chistes tontos. Miro el tejado de madera de cedro de mi
casa de Seattle, que ya empieza a presentar un aspecto ligeramente deslucido, y pienso: «Un momento,
¿no acababa yo de reparar este tejado?».
Pero es que la verdadera pregunta es otra: ¿cómo he conseguido sobrevivir a ese tejado? Es
decir, ¿cómo he conseguido llegar desde allí hasta aquí? ¿Y cómo acabé allí al principio? Eso es lo que
he intentado descubrir mediante el proceso de escribir este libro. Porque no había garantías de que mi
historia fuera a ser algo más que un morboso cuento moral. Tenía todos los ingredientes: sexo, drogas
y rock and roll, y fama, fortuna y caída. Pero no. La historia se convirtió en algo… distinto.
Para empezar a responder a esas preguntas, esto es lo que sé sin lugar a dudas. Que perdí de
vista todo aquello que tenía un sentido en mi vida, y que lo hice en el momento en que Guns N’ Roses
empezaba a cobrar un sentido para otras personas. En ese momento, en las pocas ocasiones en que
me detenía a pensar en ello, siempre se me ocurrían un millón de excusas para mi descarrío. Pero creo
que en la raíz de todo ello está el hecho de no haber sabido entender algunas definiciones básicas: lo
que significaba tener éxito, lo que significaba ser adulto, lo que significa ser un hombre. El modo en
que me gustaba definirme a mí mismo difería de los actos que realmente me definían. Y esta
disociación se convirtió en un autoengaño de dimensiones casi irreversibles.
Pero me estoy adelantando.
Me temo que esta es una de esas historias que avanzan sin prisa. En mi vida no ha habido
momentos de iluminación súbita. He tardado toda una vida en empezar a entender las cosas más
elementales. Así que tendré que empezar por el principio.»

UN GOLFILLO DE LA CALLE

«En 1985, el sida empezaba a hacer su entrada en las conversaciones del país, pero aún no ocupaba
un lugar destacado en la conciencia heterosexual. Yo nunca usé preservativo. Ni una sola vez. Tuve
suerte. La escena de Hollywood era una orgía de agujas compartidas. De novias y novios compartidos.
Quizá no haya habido otro momento más libre en toda la historia reciente. Todo el mundo vivía en y
para el momento. Nada estaba vedado. Nuestro almacén de Gardner estaba en el epicentro de todo
aquello. Era el lugar en el que los miembros de Guns N’ Roses vivíamos nuestras temerarias vidas.
Tres de mis compañeros de grupo consumían heroína al menos ocasionalmente en aquel
momento, e Izzy seguía traficando. Pero todos aportaban a la banda. Sin embargo, ya entonces los
problemas personales del cantante estaban empezando a afectar a la banda como no lo hacían las
drogas (o no lo hacían todavía, por lo menos). Axl sufría intensos bandazos emocionales marcados por
momentos de energía desbordante seguidos de días y días de abatimiento en los que desaparecía… y
faltaba a los ensayos. Y yo, que llevaba sufriendo ataques de pánico desde los diecisiete años, sabía lo
paralizantes que podían ser esas cosas. Axl y yo hablábamos de ello de vez en cuando, y yo le
comentaba lo de mis ataques de pánico. No tardé en comprender que, si bien cada uno de los miembros
de la banda tenía sus propios problemas, los de Axl eran los más cercanos a los míos, una suerte de
desequilibrio químico que él no controlaba mejor que yo mis ataques de pánico. Después de eso,
logramos entendernos. Y eso me ayudó a aceptar la situación: entre haberme criado en una familia
numerosa y el hecho de haber practicado deportes de equipo cuando era pequeño, había descubierto
que para mí era importante entenderme con la gente que me rodeaba.

Los impredecibles cambios de humor de Axl también lo electrificaban: le rodeaba un aire de
peligro inminente. Y a mí me encantaba esa peculiaridad suya. Los artistas siempre intentan hacer
saltar la chispa, pero a mis ojos, Axl era totalmente punk rock, porque su fuego no podía ser controlado.
Tan pronto el público estaba tranquilamente viéndole iluminar el escenario como se convertía en un
aterrador incendio descontrolado que amenazaba con envolver en llamas no solo aquella sala, sino
toda la ciudad. Era insolente, no se disculpaba y sus aristas contribuían a afinar la identidad de la
banda y a diferenciarnos de la masa.

PRIMEROS ÉXITOS Y DINERO

«Don’t Worry, Be Happy» desplazó del número 1 a «Sweet Child», pero Appetite trepó de nuevo a lo
más alto de las listas de álbumes, y en ellas permaneció durante unas semanas de ese oto-ño. Nuestras
vidas estaban cambiando irrevocablemente. Todos los miembros de Guns éramos de familia humilde,
de clase trabajadora. No entendíamos de dinero –no teníamos ni idea– porque no lo teníamos. Durante
mucho tiempo nos ha-bíamos conformado con una vida de subsistencia. Pero ahora teníamos un disco
de éxito. Recuerdo el primer cheque que recibí por él: cobramos ochenta mil dólares por cabeza. Una
cantidad inconcebible de dinero. Por mí, como si hubieran sido mil_millones. Ese cheque me hizo
pensar de nuevo en todo eso que se con-taba de que a los de Aerosmith los habían desplumado, y de
que los de Alice Cooper habían tenido que empeñar sus guitarras. Recordé cuando en Hollywood veía
a tíos como Sly Stone y pensaba: «Parece que tiene dinero, pero vive en un pisucho».
Yo siempre andaba pensando que me iban a sacar el dinero. Y como no sabía cómo actuar ni qué
hacer para evitarlo, recurrí a la sabiduría callejera, algo de lo que todos nosotros andábamos sobrados.
Fui a ver a cada uno de nuestros contables, incluido el jefe de contabilidad, y les pedí las señas de sus
domicilios particu-lares: «Quiero saber dónde vives».
No sé si estuvo bien, pero eso fue lo que hice.
Cuando cobramos esos ochenta mil dólares, los contables nos dijeron que el grifo iba a seguir
fluyendo. Dijeron que teníamos que empezar a pensar en qué hacer con el dinero. Nos recomendaron
que nos compráramos una casa cada uno. Yo no sabía lo que eran los tipos de interés, ni lo que
significaba la palabra hipoteca. Estaba un poco asustado. Pero alrededor de tres semanas después, nos
dieron otro cheque, y entonces pensé: «Vale, supongo que me puedo comprar una casa».

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