Un botifler en la Villa y Corte
de Albert Soler
«Para ser botifler es necesario ser catalán de pura cepa, como un servidor de ustedes, cuyo árbol genealógico se pierde entre neandertales que si no frotaban el pan con un tomate era porque este no había llegado todavía de América.»
Tras su paseo por el esperpéntico circo del independentismo, y dejando atrás al solar que han legado los protagonistas de la actualidad política catalana, Albert Soler se traslada a la capital de España buscando el acomodo que no pudo encontrar en su Girona natal. Una nueva entrega de crónicas y semblanzas de catalanes y no catalanes que habitan en Madrid. Una visita a los escenarios de la actualidad –El Congreso, Las Ventas, el Palace, el palco del Bernabeu, la tumba de Franco– en los que Albert Soler destapará las vergüenzas del poder y de quienes nos gobiernan.
Albert Soler (Girona, 1963) trabajó de periodista en el Punt, en el Nou Diari y en La Vanguardia, antes de recalar en el Diari de Girona, donde lleva a cabo las entrevistas de contraportada, escribe crónicas y publica artículos de opinión. Algunos de esos artículos se recopilaron en La família Joad a Disneylàndia (2015) y Estàvem cansats de viure bé / Nos cansamos de vivir bien (2019), en los cuales retrató desde su particular punto de vista, siempre irónico, los años del procés catalán. También colabora en El Periódico y El Periódico de España. Sus mayores orgullos son no haber cobrado nunca un solo euro después de veinticinco años jugando al fútbol en categorías regionales, y no haber ganado jamás un solo premio periodístico. Es autor del best seller Barretinas y estrellas, que Ediciones Península publicó en 2021.
Sobre el libro
INTRODUCCIÓN «Ser botifler en Cataluña es una cosa muy seria. Una medalla de la que no todo el mundo puede presumir. En Cataluña, a los desafectos al régimen se les llama también «ñordos», además del inefable «facha», aunque este no tiene mucho mérito, puesto que se utiliza en toda España para señalar a cualquiera que se aparte de lo políticamente correcto, vista o no camisa negra. Ser facha o ñordo no está nada mal, lo que ocurre es que puede serlo cualquiera, aunque no tenga raíces catalanas.» «A uno le llaman botifler y le están señalando como alguien que no se traga el mensaje de la republiqueta, alguien que piensa por su cuenta, alguien que se ha convertido en una molestia para el régimen. ¿Cabe mayor orgullo?» «El botifler, por definición, colabora con los «enemigos de su tierra». Aquí tropezamos con el primer problema, porque debería establecerse quiénes son los verdaderos enemigos de Cataluña. Un enemigo es alguien que perjudica, y nadie ha perjudicado más a Cataluña que los líderes del procés, seguidos por quienes les han mostrado apoyo; esos serían los colaboradores necesarios.»
*Contenido original proporcionado por la editorial
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