Buscaba la belleza
de Jesús Terrés

El hedonismo hecho literatura de la mano de uno de sus mayores referentes. Por el autor de Nada importa, más de 10.000 lectores «Jesús Terrés escribe de maravilla sobre las dos únicas cosas que importan: la bondad y la belleza.» MILENA BUSQUETS

«Esa manera de mirar se fijó definitivamente aquellos días y me convertí ya para siempre en un cazador de belleza y entusiasmos; un explorador de incandescencias, de momentos, de imágenes tan frágiles como aquel cemento blando tras el que había dejado a mi padre.»

El narrador de Buscaba la belleza traza en este libro un recorrido vital que parte de dos momentos trascendentales que han marcado su vida, separados por veinte años de distancia: la muerte del padre y el aborto de un hijo. Un viaje emocional en el que Jesús Terrés trata de diseccionar una generación de adultos que se pregunta: ¿esto era vivir?, mientras plantea temas como la no paternidad, el duelo, el amor y la búsqueda de la felicidad en un mundo incierto. A partir del hijo que ya no será, el protagonista de esta historia puede hacer las paces con su pasado, comprender que el sufrimiento forma parte de la existencia y que no puede haber belleza sin dolor.

Una novela cargada de poesía que en realidad es una anatomía de la pérdida, el miedo, el dolor y el placer; que abraza la gestión de las emociones y la necesidad del hedonismo como consciencia absoluta de la fugacidad de la vida.

Jesús Terrés (Valencia, 1977) escribe habitualmente sobre cosas que amar, viajes y cultura en Vanity Fair, Condé Nast Traveler y la revista GQ. Dio sus primeros pasos en el universo editorial a través de las páginas de El Mundo hace ya más de veinte años, pero fue ―quizá― la columna «Nada importa» la que le valió sus lectores más fieles; desde entonces ha combinado el periodismo con la creatividad y la vida con las letras. Cada sábado envía una carta a miles de lectores en todo el mundo. Vive frente al mar. Nada importa (2020) fue su primer libro de crónicas y Buscaba la belleza (2023) es su primera incursión en la literatura.

Sobre el libro

«Nunca sabremos cómo sería nuestra vida si las cosas no hubiesen sido como son. Es imposible. Cuánto de nosotros se perdió en los caminos que no anduvimos. Ya nunca podré intuir el firmamento del viaje que no fue; nunca sabré cómo hubiese sido vivir sin mie­do, sin aquel frío que caló hasta los huesos, huyendo tan solo hacia delante. Hasta que el mundo se vistió de ceniza. Las cosas sucedieron así, no puedo esca­par de esta herencia, no volveré a sentir su abrazo. Pero puedo tratar de entender.
Nada me puede hacer más ilusión que compartir contigo Buscaba la belleza, mi primera novela. El dolor, la intimidad y lo aprendido es de verdad. La luz, el miedo y la consciencia, todo eso también es verdad. Casi todo lo demás es ficción. Nunca he tenido muy claro dónde acaba la literatura y dón­de empieza la vida.

Estas páginas son también (supongo) un mapa de vuelta a casa.»

Jesús Terrés

¿Es cierta la belleza?

Es cierta la belleza. A lo largo de la historia la búsqueda de la belleza ha unido por igual a patrias, religiones, poetas y astrólogos. Un anhelo sin restricciones ni mandamientos, sin banderas, fronteras ni papas. Tiene razón el poeta Fermín Herrero: «es cierta la belleza aunque lacere / sobrecoja, remanse y niegue el tiempo».

Es cierta la belleza en el discurso del padre de Elio en Call Me by Your Name: «Si hay dolor, aliméntalo. Si hay una llama, no la apagues, no seas cruel con lo que sientes…

Es cierta la belleza en el emblema de la Casa de los Tiros en Córdoba, en cada talla de su mensaje: «El corazón manda».

Es cierta la belleza en las manzanas de Cézanne y en cada gesto de las bailarinas de Degas, pero también en el furioso mar estallando contra un acantilado al atardecer en el océano infinito de Gustave Courbet.

Es cierta la belleza en la retama de las sillas y en la parra que cubre el porche de la casa de mi madre en el campo, en el óxido de sus ventanas, en su cafetera vieja, dañada ya para siempre por el tiempo y los cafés junto al fuego. En cada uno de los paseos que di junto a mi padre. En su adiós en el cementerio aquel día de sol y pena callada.

Es fácil vivir. Lo difícil es entender.

*Contenido original proporcionado por la editorial 

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