Reseña del libro Crónica del pájaro que da cuerda al mundo¿Qué es lo que a uno lo lleva a embarcarse en la lectura de una novela cuya extensión consta de 900 páginas?

Lo sé, el título resulta desalentador. Sin embargo, animarme a la decisión de dedicar mi tiempo a la lectura de “Crónica del pájaro que da cuerda al mundo” de Haruki Murakami, fue una de las mejores elecciones literarias que tomé en los últimos meses.

Primer acercamiento:

Por allá, a mediados de mayo del corriente año, luego de un extenso viaje por Europa, decido volver a mi país y sentarme a disfrutar y deleitarme con lo bello que tiene la literatura. Creo que por moda y dichos de muchos lectores, me encausé en la lectura de Gone Girl, un libro que se destaca por su factor sorpresa. Sin embargo, algo de aquella historia me llevó a posar mi especial atención en la escena en la personaje principal femenino mientras se encontraba leyendo “Crónica”, el personaje principal masculino destaca (y rescata) dicha novela describiéndola en relación a su longitud. Todo lo cual me llevó a pensar: “¿Qué será aquello tan interesante que tiene el autor para decirnos en una novela de 900 páginas?” El resultado fue una voraz lectura y embarcarme en todo lo referente a Murakami y su tan famoso libro. Fue tanta mi insistencia y lo mucho que lo comentaba en mí día a día, que comencé por leerla vía internet y terminé con un formato escrito regalado por una persona que, supongo, ya no soportaba que le dijera lo enamorada que me encontraba de aquella historia.

Desde mi más humilde consideración Murakami es un escritor brillante y novedoso. ¿Cómo puede alguien hacer que en las primeras 200 páginas de la novela, no ocurra ningún evento en particular y aun así, no poder parar de leerlo? Atención spoilers, Murakami configura la desaparición de la esposa del personaje principal, Tooru Okada, hacia la página 200. Mientras tanto, en las anteriores, sólo introdujo la aparición de un par de personas cuyo objetivo desconocemos y la búsqueda de un gato desaparecido. En 200 páginas todo carece de acción, no obstante ello, uno siempre tiene la sensación de que tarde o temprano va a aparecer el remate tan esperado que nos dejará pasmados y nuestro corazón finalmente producirá ese vuelco que tanto deseamos que pase, resultando en más preguntas que respuestas. Esto es lo que ocurre con escritores como Murakami, luego de una lectura asidua de sus obras, uno como lector se posiciona en ese lugar en el que espera las descripciones tan gráficas, sentidas y vívidas, que hacen que lo que sucede en la literatura se vuelva real; es decir, al momento de relatar hechos tan desagradables como posiblemente reales (tal es el caso del militar que desholla a otro en plena guerra mongol), inevitablemente su técnica de aprovechamiento de los recursos es tan efectiva que la boca se te tuerce y uno no puede evitar el nacimiento del horror, asco y pavor en tu propio cuerpo. Entre esas páginas uno está presente en el momento en el que deshollan a un compañero, al lado tuyo, y también uno logra sentir el estómago revuelto. Otra situación que provoca que se te ericen los pelos de la piel, es aquella en la que se relata la historia del guitarrista que Tooru conoce una noche muy lejos de su casa. Al someter a aquel personaje a la quemadura de su propia mano usando su cuerpo como ejemplo con la intensión de explicar lo que es la empatía, en realidad lo que Murakami hace es transferirnos esa experiencia de empatía con nosotros. Y eso es lo que hace a lo largo de toda la novela, nos hace preocuparnos por donde está Kumiko, entender el vacío que Tooru lleva adentro y ni siquiera cuestionarnos la maldad del cuñado de éste último, como si todo fuera producto de nuestra propia conciencia.

De más está decir el factor sorpresa que motiva a que uno siga hasta el final. Aquel momento en el que el guitarrista lo espera con un bate a Tooru, o cuando el militar ya sabía que el Teniente Mamiya quería matarlo, nos hace frenar en el ritmo frenético con el que venimos leyendo para cuestionarnos “¿Cómo puede estar pasando esto? ¿Cuándo fue que la lectura tomó este ritmo?”

Murakami tiene la habilidad de hacernos viajar por la totalidad de Japón y desear lo mucho que quisiéramos estar en los lugares en los que se encuentra Tooru. Tal vez será por el hecho de lo surreal que parece dicho país (pensar que desde Argentina, Japón parece extremadamente lejano). Sin embargo, considero que logró incorporar una dosis que va desde la magia a un mundo paralelo y hacernos creer que efectivamente Japón es el Japón que Murakami nos relata, es decir, uno no puede aguantar para sacar un pasaje y volar hacia dichas tierras orientales.

En conclusión, y llegando hacia el final, Murakami nos demuestra el por qué es uno de los autores contemporáneos más importantes y merecidamente reconocido que tenemos el gusto de cruzarnos. Hacia el final entendemos que la decisión de Kumiko es lo que es y hay que aceptarla como tal y, a su vez, nos quedamos con la simpleza y el punto de vista de May Kasahara deseando poder tener un ser como ella que nos ilumine en nuestro caminar y nos haga ver las cosas desde aquel otro lado. Murakami nos hace vibrar en esta obra y enamorarnos de las circunstancia, inmiscuyéndonos en su mundo paralelo y creyendo que efectivamente ese mundo es real.

Queremos agradecer a Francesca Finocchiaro la colaboración con el blog y felicitar por esta magnífica reseña de uno de nuestros autores predilectos.

 

 

Título: Crónica del pájaro que da cuerda al mundo
Autor:  Haruki Murakami
Editorial: Tusquets
Publicado: 2008
Páginas: 912
ISBN: 978-8483835104

 

 

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