De cara
de Debbie Harry

Publicación: 14 de julio de 2020
Editorial: Libros Cúpula
Páginas: 368
ISBN: 978-8448026684
Traductor: Eva Raventós Ruiz

Biografía del autor

Debbie Harry ha vendido millones de álbumes en todo el mundo con el grupo Blondie y fue incluida en el Rock and Roll Hall of Fame en 2006. Además, ha tenido el privilegio de actuar en algunas de las películas independientes más interesantes de los últimos veinte años. Está fuertemente comprometida con asuntos medioambientales como la limpieza del agua y la salvación de los insectos polinizadores, así como con el apoyo a la comunidad LGTBQ y los derechos humanos.

Nota de prensa:

“De cara”, la irreverente autobiografía de Debbie Harry, la cantante de Blondie.

La biografía de la cantante de Blondie, una de las mujeres más influyentes del rock y líder en el panorama musical de los 70 Unas memorias atípicas, amenas, conmovedoras y extraordinariamente reveladoras.

Harry revela de manera íntima, espontánea e irreverente el antes, el durante y el después de su paso por Blondie, haciendo hincapié en la escena punk y new wave en Nueva York, su proceso creativo, su experiencia con las drogas, historias íntimas y sus colaboraciones con otros artistas, y relata sin censura los retos de ser una mujer en una industria dominada por hombres y su eventual éxito. Debbie Harry ha vendido millones de álbumes en todo el mundo con el grupo Blondie y fue incluida en el Rock and Roll Hall of Fame en 2006. Además, ha tenido el privilegio de actuar en algunas de las películas independientes más interesantes de los últimos veinte años. Está fuertemente comprometida con asuntos medioambientales como la limpieza del agua y la salvación de los insectos polinizadores, así como con el apoyo a la comunidad LGTBQ y los derechos humanos.

«Un paseo salvaje por la fama, las amistades, la música y las drogas especialmente dirigido a los fans de Blondie y del rock de los setenta en general.» Kirkus Review

Debbie Harry es uno de esos iconos que la música y la cultura pop nos ha regalado. Esta extravagante vocalista rubia, fundó en 1974 la banda Blondie junto al guitarrista Chris Stein. Con sus altibajos, Blondie alcanzó ventas millonarias y buenas críticas, junto con alguna que otra decepción y atrapó a toda una generación. Debbie fue siempre fue el rostro de la banda y por eso su autobiografía es también un retrato de Blondie, compuesta en primera persona y con muchas fotos inéditas, colaboraciones artísticas de los fans y reflexiones de la propia Harry sobre el mundo de la música, el cine, el arte o la moda.

VALIENTE, BELLA Y NACIDA PARA SER PUNK
«Estaba enfatizando la idea de ser una mujer muy femenina mientras lideraba una banda de rock de hombres con un juego muy masculino. En las canciones decía cosas que las mujeres cantantes no decían por aquel entonces. No era sumisa ni le suplicaba que volviese; lo estaba machacando, echándolo de mi lado, y también machacándome a mí misma. Mi personaje en Blondie era una muñeca inflable pero con un lado muy oscuro, provocativo y agresivo. Lo exageraba, pero iba muy en serio.» (…)

«Me había instalado en la ciudad para ser artista, pero no estaba pintando mucho; nada, de hecho. En muchos aspectos seguía siendo una turista que solo examinaba el lugar, vivía aventuras y conocía gente. Experimenté con todo lo imaginable, intentando averiguar quién era yo como artista, o si lo era. Busqué todo lo que Nueva York tenía que ofrecer, todo lo clandestino y prohibido y todo lo que había sobre el nivel del suelo, y me entregué a ello. Cierto es que no siempre lo hice de la mejor manera, pero aprendí mucho y las experiencias me transformaron y continué intentándolo».

HISTORIAS HORRIBLES Y MOMENTOS DIVERTIDOS
«Memoria, ¿qué le has hecho a los momentos divertidos? Realmente los primeros siete años de Blondie fueron demenciales. Una locura total. Pero sigo pensando que debió de haber buenos tiempos. Parece que siempre recuerdo los momentos duros; soy incapaz de recordar alguna experiencia divertida, por mucho que lo intente. ¿Siempre he sido tan seria? Sé que nos reíamos mucho cuando salíamos. ¿De qué nos reíamos? ¿Cuáles fueron aquellos momentos divertidos? Quizá simplemente estoy loca y las historias de terror me entretienen mucho más. Tengo muchas historias horribles que contar —y las contaré—, pero voy a esforzarme mucho por desenterrar también la diversión. Tal vez es como dijo el Rey de la Comedia: solo tienes que coger todas las historias terriblemente serias y espantosas y convertirlas en algo divertido.

Yo era feliz cuando empezamos a despegar en el Lower East Side, de una forma un tanto inocente, tan solo tratando de montar algo. Siempre me activaba tocar en el CBGB. A la hora del cierre todos los músicos recogían sus instrumentos y se dirigían afuera, hacia la amabilidad de la ciudad que cambiaba de la noche al día de nuevo. La brisa de Manhattan empezaba a levantarse; un soplo de aire fresco.

Una noche Chris y yo entramos en un colmado para comprar leche y galletas. Después, caminamos las dos manzanas que nos separaban del apartamento de renta controlada que Chris tenía en la Primera Avenida con la calle Uno. Cuando llegamos a la puerta de entrada un tío apareció detrás de nosotros con un cuchillo. Se parecía mucho a Jimi Hendrix, muy estiloso y moderno, vestido con un abrigo de cuero largo hasta los pies. Sus ojos duros nos miraban fijamente, muy serios. Quería dinero, ¿qué otra cosa si no? Por supuesto, estábamos sin blanca después de comprar la leche y las galletas.

Chris tenía su guitarra, una Fender, que había esculpido en una especie de forma de demonio con cuernos. Era muy bonita, de color miel y voluptuosa. La guitarra de Fred Smith, una Gibson SG de color rojo y negro que Chris le había pedido prestada, también estaba dentro del apartamento. «Jimi» quería más de lo que llevábamos encima e insistió en entrar con nosotros. Nos pidió drogas y Chris dijo que había algo de ácido en el congelador. Pero a este «Jimi» no le gustaba el ácido e ignoró la propuesta. Walter, un amigo de Chris, yacía desmayado en la cama elevada y nuestro invitado incluso intentó sacudirlo para sacar algo de él, sin éxito. Walter solo murmuró unas pocas palabras y se dio la vuelta. «Jimi» usó un par de leotardos viejos para atar a Chris al poste que sostenía la cama elevada y me ató las muñecas por detrás de la espalda con una bufanda. Me dijo que me tumbara en el colchón. No se molestó en echar a Walter, que seguía roncando… Luego estuvo husmeando en busca de algo que mereciese la pena. Cogió las guitarras y la cámara de Chris y después me desató las manos y me dijo que me quitase los pantalones. Me violó. Y luego dijo: «Ve a limpiarte», y se fue. «“Jimi” ha abandonado el edificio».

Y pensar que nos sentíamos tan bien después de nuestro concierto de aquella noche. Una excitante sensación de satisfacción mezclada con flirteo. Y luego, ¡pam! Un subidón de adrenalina con cuchillo incluido. No puedo decir que pasara mucho miedo. Me alegro mucho de que este evento sucediese antes de la irrupción del sida o hubiese entrado en pánico. Al final me dolieron más las guitarras robadas que la violación. De repente, estábamos sin equipo. Chris tenía un amplificador diminuto que recogía la señal de radio de la policía y un montón de ruido blanco. Luego otras bandas continuaron robándonos a nuestros músicos. Mirando atrás, no tiene sentido que consiguiéramos hacernos famosos»

BLONDIE, UN HOMENAJE A MARILYN
«Parece que Iggy Pop me describió una vez como «Barbarella después de tomar speed». Barbarella era un personaje de cómic de un futuro en el que la gente ya no follaba; una mujer sin experiencia sexual a quien enviaban a una misión para salvar el planeta y que en el camino aprendía los placeres del sexo. El director de Barbarella, Roger Vadim, era muy aficionado a los cómics y nosotros también lo éramos. Al fin y al cabo, nuestra banda compartía nombre con un personaje de dibujos animados y yo jugaba a ser una fantasía animada sobre el escenario. Pero la madre de aquel personaje realmente era Marilyn Monroe.

Desde el primer momento en que me fijé en Marilyn, pensé que era sencillamente maravillosa. Su encantadora piel y su pelo platino se veían brillantes y fantásticos en la gran pantalla. Me encantaba la fantasía que emanaban. Cuando yo crecí, en la década de los años cincuenta, Marilyn era una gran estrella, pero había una doble moral. El hecho de que ella fuera un bombón hacía que muchas mujeres de clase media la considerasen una zorra. Y, como la máquina publicitaria que había detrás de ella la vendió como icono sexual, no se la valoraba como actriz de comedia y no se daba crédito a su talento. Yo nunca pensé eso de ella, por supuesto. Sentía que Marilyn también interpretaba un personaje, el cliché de la rubia tonta con voz de niña pequeña y cuerpo de chica grande y que había muchas mentes pensantes detrás.

Mi personaje en Blondie era, en parte, un homenaje visual a Marilyn y, en parte, una declaración sobre el viejo doble rasero. El personaje de «Blondie» que creé era bastante andrógino. Últimamente cada vez pienso más que probablemente estaba representando algún tipo de criatura transexual. Incluso cuando cantaba canciones escritas desde el punto de vista de un hombre —en «Maria», por ejemplo, un colegial católico deseaba a una chica virgen inalcanzable— me empeñaba en ser bastante neutra con el género, de modo que parecía que yo quería a Maria. Muchos de mis amigos drag queens me han dicho: «Definitivamente eras una drag queen». No tenían problemas en verlo. En realidad, con Marilyn pasaba lo mismo: era una mujer interpretando la idea de un hombre sobre una mujer».

Creo que hemos llegado a la parte en la que todos os levantáis en una enorme ovación mientras yo saludo y salgo victoriosa del escenario. ¡Ja! Sigo aquí. He tenido una vida muy interesante y mi intención es seguir teniéndola. Vivimos en un mundo desechable y con una sensación constante de temporalidad y, por regla general, después de cinco años de hacer algo pasas a hacer otra cosa, o tal vez ahora incluso en menos de cinco años.

Recuerdo que en los setenta todos admirábamos a los viejos artistas del R&B y el jazz, aquellos viejos que, si te parabas a pensarlo, no lo eran tanto. Nuestra generación había crecido con la idea de que el pop y el rock eran para críos. «No durará», nos decían, y luego todo el mundo creció con estos estilos y decidió que quería mantener aquella música como su música y la convirtió en su forma de arte. Hacerse mayor es duro en el terreno físico.

Como todo el mundo, tengo días buenos, días malos y días de «Mierda, espero no encontrarme a nadie hoy» en los que tienes exactamente el mismo aspecto externo, pero tú te ves con ojos distintos. Una cosa que he aprendido es que muchas veces somos nuestro peor enemigo. Nunca he escondido el hecho de que me he sometido a cirugía plástica. Creo que es lo mismo que tomar algo para una gripe, básicamente; otra forma de cuidarte. Si hace que te sientas mejor, que funciones mejor y que tu aspecto sea mejor, es de lo que se trata, de modo que aprovecha las nuevas posibilidades que aparezcan en tu vida. Creo que, finalmente, he descubierto una manera de entenderme. Algunos días estoy contenta con mi físico y otros no, y siempre ha sido así. Pero no estoy ciega y no soy estúpida: me aprovecho de mi apariencia y la uso».

Contenido original proporcionado por la editorial Libros Cúpula

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