Reseña del libro «El Silmarillion» de J. R. R. Tolkien.
Por Ander Terrones Arellano.
El mundo de John Ronald Reuel Tolkien es tan conocido y se ha hablado tanto de su obra que es difícil añadir algo nuevo. Prácticamente todo el mundo conoce algo de su legendarium y su impacto cultural fue tan fuerte, en parte por las películas de hace 20 años, que es poco probable encontrar a alguien que no haya oído hablar de Frodo, Aragorn o Gandalf. Sin embargo, en ese reconocimiento universal a la grandeza de lo escrito por Tolkien hay una grieta para mucha gente. Y es que El Silmarillion (1977), publicado y editado por su hijo Christopher después de su fallecimiento, es rechazado por algunos por su dificultad o es tildado de aburrido. Me lo he releído después de muchos años y más que una reseña voy a hacer una defensa de este libro, ya que la historia es bastante conocida.
Los orígenes de la Tierra Media, territorio donde mucho más tarde se desarrollarán El Hobbit y El Señor de los Anillos, son desgranados en las primeras páginas del libro, en algunas partes con sumo detalle y, en la mayoría de los casos, únicamente con descripciones vagas e incitando al lector a crear su mundo en la mente.
Si algo destaca en esta obra es la capacidad del autor de transmitir belleza y fealdad con pocas palabras que muchas veces ni siquiera son descripciones físicas. Porque Tolkien usa sensaciones, busca crear una respuesta visual en el lector mediante las formas y no tanto con lo que cuenta. Las emociones recorren toda la narración, creando grandes historias y bellamente contadas.
Capítulo aparte requiere, en mi opinión, la primera parte de El Silmarillion, el Génesis del legendarium de Tolkien: Ainulindalë. El autor británico crea un comienzo de todo, cuenta como de la nada surge la vida, de la música, y como todo lo que se crea es bueno. Y, sin embargo, la maldad surge y destroza en parte la gran obra. Toda la historia que Tolkien creó se basaba en ese dualismo, en dos posiciones totalmente antagónicas e irreconciliables, lo bueno y lo horrible. De esta forma se hila toda la novela, con las consecuencias del mal y del bien aflorando en los seres que moran en la Tierra Media.
Por otra parte, las batallas y sus descripciones son épicas y desesperadas, creando una imagen mental en el lector que él debe desarrollar. Tolkien era un narrador extraordinario para las escenas de acción, pudiendo poner la piel de gallina a más de uno con unas pocas frases. Y es que, volviendo a lo mismo de antes, el uso de las emociones y sensaciones en beneficio de la historia hace que el lector sienta lo que ocurre y lo imagine, sin dar toda la información y obligando a la persona a ser activo y no un mero recipiente en el que entran las ideas. Tolkien obliga al lector a hacer un esfuerzo adicional, pero merece la pena para vivir una experiencia única.
Más allá de la opinión de cada uno, J.R.R Tolkien ha servido de inspiración para infinidad de autores de fantasía modernos, que no esconden la importancia de la obra de este autor y que se ve en muchos casos reflejado en sus libros. Y en concreto El Silmarillion es un perfecto precursor de universo de ficción, ahora que tan de moda está esa palabra y que tantas franquicias tratan de lograrlo. Sin este libro, quizá, algunas de las sagas cinematográficas y literarias habrían sido muy diferentes.
Por Ander Terrones Arellano
@anderterrones
Título: El Silmarillion Autor: J. R. R. Tolkien Editorial: Minotauro Publicado: New edición (13 abril 2022) Páginas: 416 ISBN: 978-8445012796 |