La herida imaginaria

La herida imaginaria
de Berta Dávila

Berta Dávila es una de las autoras menores de 40 años más cautivadoras y con más personalidad de la literatura del país.

Esta es la historia de dos parejas de hermanas distanciadas, dos peces naranjas y un ganso doméstico. Y también la de los habitantes de la aldea gallega de Soutelo, cerca de Viveiro. Falta poco para que se produzca un eclipse solar total, pero ninguna de las protagonistas tiene un interés especial en el fenómeno; las cuatro están sumergidas en su propia oscuridad.

Un acuario y una casa de cristal, la vida corriente y la vida de artista, la amistad entre personas desconocidas, las identidades dobles y el viaje como única manera de permanencia son algunos de los elementos de una novela que habla de la búsqueda de consuelo y en cuyas páginas surge una melodía inesperada que se adentra en las heridas de la existencia.

Berta Dávila crea personajes, situaciones y paisajes nunca antes vistos y, sin embargo, absolutamente próximos y familiares, con una sutileza narrativa en la que nada carece de significado y en la que todo fluye para provocar asombro.

Berta Dávila (Santiago de Compostela, 1987) es una de las autoras gallegas más reconocidas y aclamadas en los últimos años por público y crítica. Por Carrusel (2019) ―traducido al castellano― recibió el Premio de Novela Manuel García Barros y el Premio de la Crítica española de narrativa en lengua gallega, que había logrado también, en la modalidad de poesía en lengua gallega, con el poemario Raíz da fenda (2013). Con Los seres queridos (Destino, 2022) obtuvo el Premio Xerais de Novela, el Premio Follas Novas al mejor libro de 2022 y el Premio de la Crítica de Galicia. La herida imaginaria (Destino, 2024) es su novela más reciente y se publica simultáneamente en gallego, castellano y catalán.

Sobre el libro

Una de las jóvenes autoras más cautivadoras de la literatura actual explora los refugios virtuales y los vínculos afectivos defectuosos bajo la mirada generacional de los «casi nativos digitales». Los personajes de su novela habitan esos espacios intangibles en busca de humanidad y consuelo, y abrazan la imaginación como estrategia para enfrentar las heridas innombrables de la existencia.

¿Es posible relacionarse con los peces de un acuario a través del cristal como si ese cristal fuese una pantalla? Y al revés, ¿relacionarse con una pantalla como si fuese una ventana al mundo?

La herida imaginaria es una historia sobre lo que hacemos con las piezas que sobran después de desmontar la vida y tratar de montarla de nuevo. Una novela en la que todo fluye para provocar asombro.

NOTA DE LA AUTORA
«El paso de un mundo previo a internet a un mundo dominado por el descubrimiento de internet sucedió para mí justo en el cambio de la niñez a la adolescencia. A través de los personajes de este libro me interesaba indagar en el modo en que los “casi nativos digitales” nos relacionamos de manera simultánea con estos dos mundos que hemos experimentado. De alguna manera, las protagonistas de la novela extienden los paradigmas de las relaciones virtuales a sus relaciones “analógicas”. ¿Es posible relacionarse con los peces de un acuario a través del cristal como si ese cristal fuese una pantalla? Y al revés, ¿es posible relacionarse con la pantalla en la que se emite una serie de televisión como si fuese una ventana?
La eclosión del debate alrededor de las inteligencias artificiales me hizo pensar también, por contraste, en la naturaleza de esos primeros espacios virtuales más controlables, predecibles y amistosos. Para los personajes de este libro esos espacios se convierten en refugios llenos de humanidad y de consuelo: hacen amigos en foros temáticos, encuentran un propósito de vida en dejarse llevar por sugestiones catastrofistas virales, tratan de esquivar el paso del tiempo y el miedo a la muerte guardando archivos en un disco duro o son capaces de sustituir a una hermana ausente por una tarotista a través de un chat. Pero la esperanza no es algo intrínseco a esos espacios, que son siempre intangibles (como la literatura), así que tienen que inventársela.

Por eso, aunque hay algo desconcertante en el hecho de que lo más nuevo que teníamos se nos esté quedando viejo, lo que me interesa no es convocar ningún tipo de nostalgia respecto a estos primeros espacios virtuales sino el componente imaginativo que demandan del “usuario”. Lo que me interesa, y creo que de eso habla la novela, es cómo las cuatro protagonistas y el resto de los personajes acaban haciendo uso de esa estrategia imaginativa para enfrentar las heridas innombrables que han atravesado sus vidas. No tanto para transitarlas, sino para construirse vidas nuevas y mejores.»

BERTA DÁVILA

Traje a Cleo y Rob a casa una semana después de que mi padre muriera. Cleo y Rob son dos peces naranjas de agua dulce y los encontré a la venta en un acuario mugriento junto al mostrador de la tienda de animales. Yo iba buscando otra cosa, algo que tuviese un corazón caliente y un pelaje suave, algo como un gato. Luego la dependienta me convenció de que los peces no dan ningún trabajo y de que ofrecen la misma compañía que un gato y exigen mucho menos compromiso. Me pareció la señal definitiva.

*Contenido original proporcionado por la editorial 

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