La piel fría

Reseña del libro «La piel fría» de Albert Sánchez Piñol.
Por Paqui Bernal.

Pocas veces me ha sucedido que me enganche a un libro y no pueda parar de leer. Y no porque escoja lecturas que no me gustan, sino al contrario, porque prefiero saborearlas. Eso es lo que me ocurrió con “La piel fría”, de Albert Sánchez Piñol. Fue una de las pocas novelas que no podía dejar y a la que volvía en cuanto tenía media hora. Creo que la razón es su argumento trepidante.

Un exguerrillero irlandés, decepcionado por el resultado de la independencia de Irlanda -recordemos que el autor del libro es catalán-, acepta un empleo como oficial atmosférico durante un año en una isla perdida en medio del océano. La isla está fuera de las rutas marítimas regulares y en ella sólo hay un faro y la casa del oficial atmosférico.

Allí sólo habita una persona, Batís Caffó, que vive en el faro. Al principio da la impresión de que la historia va a tratar de la relación entre los dos científicos, pero éste no ayuda al protagonista, ni siquiera le habla, y eso ya plantea el interrogante de sus razones para comportarse así. Pero, además, el antiguo oficial atmosférico al que había que sustituir está desaparecido. ¿Se han peleado? ¿Batís lo ha matado? Más incógnitas.

Las preguntas van multiplicándose a medida que avanza el relato, hasta que nos “alcanza el zarpazo”, y no diré mucho más para no desvelar la trama. Tras pasar una noche asediado en una pequeña cabaña de madera por unos seres extraños, el protagonista consigue encerrarse en el faro con Caffó y hacer frente a las embestidas de estos seres desde allí. Pronto descubrirá que no todos esos seres son enemigos del farero, porque está Aneris…

Como pista os descubriré que Aneris, escrito al revés, se leería “Sirena”, y que sus congéneres llevan el nombre de “Citauca”, que leído hacia atrás suena como “Aquàtic» (acuático en castellano).

Una historia muy bien llevada, con todos los ingredientes del best-seller, pero con un trasfondo en buena medida existencialista, porque los dos hombres soportan una tensión insostenible y -sabiendo que es difícil vencer a esos monstruos- se plantean unirse a ellos.

Eso nos llevaría a la conclusión de que no hay nada invencible, pero que -según cómo nos adaptemos- nos puede surgir alguna cuestión moral fundamental: nuestras decisiones podrían revertir los roles de humanos y monstruos.

Si queréis disfrutar con una novela de fantasía, no os perdáis este clásico -escrito en 2002- que se llevó al cine en 2017 y se ha traducido a ni más ni menos que treinta y siete lenguas.

Por Paqui Bernal
@_PaquiBernal