La última noche de Libertad Guerra

LA CUARTA ESPAÑA, UNA UCRONÍA DE NUESTRO TIEMPO

¿Qué habría pasado si el golpe 23-F hubiese triunfado?

En la nota inicial del libro, Leandro Pérez explica: «Esta novela transcurre en el año 1981. Tanto los personajes como los hechos narrados pertenecen a la ficción. Suscribo estas palabras de Tolstói a propósito de Guerra y paz: “El tipo de literatura que tiene como objeto describir a personajes reales del presente o del pasado no tiene nada que ver con la literatura a la que yo me dedico”.  Dicen que hay tres Españas. Pero hay otra más. La cuarta España es la España de la imaginación. La España de Libertad Guerra muestra, como cantó Joaquín Sabina, lo que pudo pasar y no pasó».

Lo que pasa en esa cuarta España es que Antonio Tejero, «el 23 de febrero teniente coronel y hoy director general de la Guardia Civil» mató con su pistola al presidente Adolfo Suárez, al general Gutiérrez Mellado y al dirigente comunista Santiago Carrillo. Y que Juan Carlos I el Breve murió «durante el heroico asalto al Palacio de la Zarzuela por la División Acorazada Brunete». Y que Jaime Milans del Bosch es el caudillo que sigue los pasos de Franco.

La ucronía, según el diccionario de la RAE, es una reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos. Sin embargo, La última noche de Libertad Guerra no es una narración política, sino una novela de intriga y una apasionada historia de amor.

NI IMANOL ARIAS NI LAS PERIODISTAS DE PUEBLO

Al final de la novela, Leandro Pérez revela cómo nació el personaje de Imanol, el otro gran protagonista además de Libertad: «Imanol Arias no es Imanol Zubizarreta, pero esta novela no existiría si el gran actor vasco —y leonés, como mi Imanol—, al que admiro desde los años ochenta, no le hubiera contado a Javier Cid, en una entrevista publicada en 2017, que al llegar a Madrid dormía donde podía: “Las pensiones de la calle Ballesta eran muy baratas, porque alquilabas la habitación después de que las prostitutas terminasen su servicio, a las doce y media o la una de la madrugada. Y si alguna vez tenían la suerte de que un cliente les pagase toda la noche, te cambiabas de habitación o te ibas al metro. Y no pasaba absolutamente nada”.» Como Imanol Arias, Imanol Zubizarreta también duerme, cuando puede, en una pensión de Ballesta. Hasta que desaparece.

Leandro Pérez también deja claro que Libertad Guerra es un personaje ficticio: «Libertad Guerra no es Julia Navarro, Carmen Rigalt, Rosa Villacastín ni ninguna otra de las periodistas y escritoras que trabajaron en el diario Pueblo, ni, por supuesto, Rosa Montero, aunque concebí buena parte de la historia de Libertad —que quizá todavía no ha concluido— partiendo de estas palabras de Crónica del desamor, su primera novela: “La cama está ahí tan sola que por la noche caben en ella muchas pesadillas”.»

Sobre el autor

Leandro Pérez, padre de dos hijos, escritor y periodista burgalés, ha publicado Las Cuatro Torres (2014) y La sirena de Gibraltar (2017), novelas protagonizadas por Juan Torca, y Kolia (2019), una historia sobre un adolescente apasionado por el baloncesto, todas ellas publicadas por Planeta. Es socio de Trestristestigres y dirige la web literaria Zenda.

Sobre el libro

LAS GUERRA Y LOS OCHENTA

Los personajes históricos mencionados en esta España alternativa, como Juan Carlos I el Breve o Antonio Tejero no intervienen en la trama. En esa España alternativa, no obstante, hay menciones a la movida madrileña o al atentado que sufrió Juan Pablo II, y también hay recuerdos, quizá en las más intensas páginas de la novela, a lo que vivieron las Guerra en Lerma, las madres de Libertad, durante la guerra civil y el franquismo. Sin destripar el argumento de la novela, sí que tiene peso en la novela un inspector apodado Bogart, un personaje que guarda ciertos parecidos con un policía tristemente famoso durante la Transición: «Los peores, los más cabrones, juegan en esa liga. Y tuviste la mala follá de que te tocara uno de ellos, ¿verdad? ¿Quién? ¿Billy el Niño, Bogart, Sandokán…?», leemos. Por otro lado, esta novela cuenta con banda sonora. Al final del libro, Leandro Pérez indica: «Este libro sería otro —como poco, tendría otro principio— sin Imagine, de John Lennon. Sin Miguel Hernández, Luis Cernuda, María Teresa León y Federico García Lorca. Sin la música de Bruce Springsteen, los Clash, Serrat, Mari Trini, Cecilia, Bob Marley, Burning, Loquillo, Nino Bravo, Kortatu, Víctor Manuel, Leonard Cohen y Elvis Presley. Sin Espartaco, Solo ante el peligro y El crack».

LOS PERSONAJES, DESCRITOS POR LIBERTAD GUERRA

Libertad Guerra: «Imagino que ya no me llamo Libertad ni me apellido Guerra. Así no puedo ir por la vida, pienso este día de marzo de 1981 mientras me enjabono el pelo. Evaristo Ledesma, el director adjunto que desde hace días pisotea la redacción como si ya luciera galones de director, me soltó ayer, poco antes del cierre, una indirecta muy directa: tú verás, pero ahora tu firma parece un pseudónimo, con tu firma y encima con tus textos, todo el puto día pendiente de músicos maricas y artistas pervertidos, los censores se piensan que nos estamos quedando con ellos. Y eso sí que no, dice Evaristo, a tus colegas del rollo les parecerá total que te llames Libertad Guerra y que seas antiespañola, antigolpista y antitodo, pero ahora mandan los que mandan, y han venido —le falta decir “hemos venido”— para quedarse».

Imanol: «Un perrillo hermoso y valiente, que busca cobijo, eso eres. No te conozco, no me conoces, ¿cuántas palabras cruzamos anoche antes de que me empotraras en el váter?, ¿y qué nos contamos después? Tu cuerpo en mi cuerpo, tus ojos en los míos, y mi piel abrasada, sí, calentorra me tienes con tu palabrería, ahora con tus palabras, aunque ayer no las hubo. Tu lava y mi fuego, y nada más, nada más importaba anoche, y nada más me importa ahora, me la suda el hombre que duerme en una casa de putas o en el metro, ni siquiera sé si quiero conocerte y que me conozcas, pero quiero despelotarte. En bolas, perrito, eres un tigretón».

La tata, hermana de Libertad: «La tata se me echa encima, me abraza una tarta de nata, blanda y dulce, me besa y, no sé por qué, derramo dos lágrimas gordas, he tardado demasiado en volver al pueblo, y me dice que estoy requeteguapa, y cómo sonríe, nadie es más feliz que mi tata cuando sonríe, aunque vaya de negro y sólo negro de los pies a la cabeza: los zapatones, las medias, la falda, la blusa y la rebeca».

María Pacheco, madre de Libertad: «La quiero, la adoro y, como es normal, a veces no puedo con ella, ni ella conmigo. Se está quedando en los huesos. Siempre ha sido muy delgada, fina y elegante como una Audrey Hepburn extremeña, pero lo de ahora impresiona».

Jacinta: «Mi otra madre. Mi segunda madre. Cuando Jacinta sonríe, y sonríe muchas veces, las arrugas que tallan su frente y sus patas de gallo se achinan y achican su rostro».

*Contenido original proporcionado por la editorial Planeta

Críticas

«Una brillante novela y una España paralela demasiado cercana que te mantiene atrapada entre la sonrisa y el escalofrío» ROSA MONTERO

«Una novela magnífica y original, de plenitud creativa, que lanza un mensaje intenso a favor de la libertad» SANTOS SANZ VILLANUEVA

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