Biografía del autor
Santiago Díaz Cortés (Madrid, 1971), guionista de cine y de televisión con veinticinco años de carrera y cerca de seiscientos guiones escritos, publicó en 2018 su primera novela, Talión, que ganó en 2019 el Premio Morella Negra y el Premio Benjamín de Tudela. En 2021 vio la luz El buen padre, novela con la que dio inicio a la serie protagonizada por la inspectora Indira Ramos y que ha sido traducida a varios idiomas. Asimismo, ha cultivado con éxito la literatura juvenil y obtenido en 2021 el Premio Jaén de Narrativa Juvenil por Taurus: salvar la tierra. Su última novela, Las otras niñas (2022), es la segunda entrega de la serie Indira Ramos.
Sinopsis
La inspectora Indira Ramos apura sus últimos días de excedencia en un pequeño municipio de Extremadura. Cuando, después de casi tres años, llega el momento de abandonar su retiro y regresar a su trabajo en Madrid, se ve incapaz de enfrentarse al subinspector Iván Moreno, al que oculta un enorme secreto.
Pero ambos tendrán que volver a trabajar mano a mano para resolver el mayor rompecabezas criminal de la historia contemporánea de España: en una gasolinera han aparecido las huellas dactilares del que fue durante muchos años el hombre más buscado del país.
El brutal asesinato que cometió ha prescrito y la policía ya no tiene razones para mantener detenido al principal sospechoso, que lleva tiempo viviendo bajo una identidad falsa. Pero la inspectora Ramos está convencida de que un asesino como él ha tenido que volver a matar, así que solo necesita encontrar un crimen del que no quede impune.
Sobre el libro
Las otras niñas, la segunda entrega de la serie creada por Santiago Díaz y protagonizada por la inspectora Indira Ramos, es un poderoso thriller en el que el autor fabula con la posibilidad de encon-trar al asesino más famoso de la historia reciente de este país, Antonio Anglés, buscado desde hace treinta años por el asesinato de las niñas de Alcàsser y, desde entonces, en paradero desconocido. Aunque la novela no se detiene en el caso, consigue que el lector se cuestione un tema de gran calado social como es la prescripción de crímenes tan brutales como el sucedido en 1992.
El autor se atreve a imaginar qué pasaría si, de forma absolutamente casual, la policía diera con Antonio Anglés, ahora que el crimen por el que se le busca podría haber prescrito. ¿Cómo se comportarían los medios de comunicación al saber que sería puesto en libertad a los pocos días de su detención? ¿Cuál sería la reacción de la sociedad?, ¿y de aquellos con los que hubiera podido relacionarse escondiendo su sórdido pasado tras una falsa identidad? ¿Cómo habría sido su vida tras huir a Portugal y posteriormente a Irlanda, donde se le perdió definitivamente la pista? En el transcurso de estos treinta años, ¿se habría casado?, ¿habría tenido hijos?, ¿habría vuelto a cometer crímenes tan atroces como el consumado por él y su amigo Miguel Ricart a los veintiséis y veintitrés años años respectivamente? ¿Puede alguien capaz de perpetrar tal brutalidad llevar una vida normal, como cualquier persona de nuestro entorno?
El punto de inflexión de la novela es cuando la casualidad propicia que se reconozcan las huellas de Antonio Anglés que, en esta trama, hace años que se hace pasar por el mexicano Jorge Sierra. Pero Díaz no sólo se centra en imaginar los acontecimientos que suceden a la detención de Anglés, sino que además traza el posible recorrido que habría hecho el criminal desde que se le perdió la pista en 1993 hasta su supuesta detención en 2022. Es sabido que de España huyó a Portugal y de ahí a Irlanda, donde fue visto por última vez. Sin embargo, el personaje ideado por Díaz consigue llegar a la isla, y de ahí le seguimos la pista en distintos países (Noruega, Canadá, México y Argentina, la última y más larga etapa antes de su vuelta a España).
Para reconstruir este periplo durante las tres últimas décadas, Díaz utiliza continuos saltos en el tiempo que rompen la secuencia cronológica de la acción principal, que no es otra que la que enfrentará a Indira Ramos y su equipo al caso más mediático de su carrera: encontrar a las víctimas de aquellos crímenes más recientes que con toda probabilidad habrá cometido alguien tan depredador y abominable como Antonio Anglés.
Santiago Díaz dibuja todo un universo en torno a la peculiar inspectora, un personaje aquejado por múltiples trastornos psicológicos que, además de trabajar a contrarreloj en la búsqueda de crímenes similares al de Alcàsser con los que poder incriminar a Anglés, tendrá que enfrentarse a una serie de decisiones trascendentales en el ámbito personal que lleva posponiendo demasiado tiempo. Y es que ha regresado a su trabajo en Madrid después de casi tres años de excedencia alejada de la ciudad, y se ve incapaz de enfrentarse a su compañero Iván Moreno, al que oculta un enorme secreto. Sólo la magnitud del caso al que ambos se enfrentarán hará que, por momentos, dejen a un lado sus diferencias y sus disputas. Trabajar en la detención de Antonio Anglés significará, además, que Indira vuelva a encontrarse con el abogado Alejandro Rivero, un hombre importante de su pasado.
A su vez, el equipo de Indira Ramos se verá involucrado en la resolución de otro caso, el asesinato de un arquitecto madrileño, que hará que el lector, nuevamente, ponga en duda las líneas que delimitan la justicia. En esta trama secundaria, que se contruye como contrapunto y se va entremezclando con la historia principal, la acción recae en la subinspectora María Ortega, la agente Lucía Navarro y el oficial Óscar Jimeno. Un hecho de vital relevancia hará que los lectores se hagan nuevos y arriesgados planeamientos, mientras vuelven a cuestionarse los límites entre el bien y el mal. Y eso es algo que, sin duda, pretende Santiago Díaz, por ello el intrincado enfoque de esta historia donde las parafilias y otros trastornos como la depresión o el miedo irracional son relevantes. Y es que, aunque a veces nos cueste reconocerlo, el mal habita en todas partes.
CLAVES DE LA NOVELA
Los límites de la justicia
El hecho de que los delitos no puedan ser juzgados transcurrido el límite de tiempo establecido por la ley es la premisa en la que se sustenta Santiago Díaz para construir esta trepidante novela, a partir de la prescripción del crimen de Alcàsser, del que se cumplen teinta años en 2022. Incluso en el caso de crímenes tan abominables, la responsabilidad penal se extingue por el transcurso del tiempo. Un asunto espinoso donde se vislumbran dos posturas enfrentadas: la de quienes opinan que, nos guste o no, hay que respetar la ley, y la de quienes abogan por cambiar el código penal, ignorarlo o directamente aplicar la pena de muerte a esta clase de asesinos.
Así, la ficción que Díaz construye en torno al mons-truo de Alcàsser -y que aborda desde el profundo respeto a las víctimas, sin entrar en los detalles del caso de 1992-, sirve también para que el lector se cuestione asuntos de gran calado social como este y se abra un debate que, por desgracia, sigue estando de absoluta actualidad: la necesidad o no de revisar las leyes en cuanto a lo que se refiere a la prescripción de los crímenes más atroces perpetrados por el ser humano.
Empujados por el relato de Santiago Díaz, los lectores de Las otras niñas tendrán, necesariamente, que posicionarse de un lado o de otro de la ley, a favor o en contra de la prescripción, al igual que harán los personajes imaginados por él.
La corrupción policial
Como ya ocurriera con El buen padre, el caso anterior de Indira Ramos, en Las otras niñas también adquiere gran relevancia la enorme lacra que supone para la sociedad actual la corrupción entre representantes de los distintos estamentos oficiales, como puede ser la Policía. Agentes corruptos, capaces de cualquier cosa para incriminar a alguien o para borrar las huellas de un crimen si de ello depende su vida, su carrera o su reputación son retratados con destreza por la pluma de Santiago Díaz, subrayando así el hecho de que la maldad también existe en aquellos lugares ideados para erradicarlo y en personas que, aparentemente, están del lado de la ley.
El dominio de la tensión, así como la cuidada construcción de los personajes y de la atmósfera en la que se desenvuelve la acción, sirven además para hablar sobre la condición humana, la capacidad que tenemos para construir mundos paralelos, los miedos, las obsesiones o las motivaciones de aquellos capaces de cometer los delitos más incomprensibles. Y Díaz lo hace no sólo a través del retrato psicológico y social del asesino y de las circunstancias que le rodean, sino también poniendo el foco en un agente policial que, a medida que avanza la trama, irá descubriendo su verdadera personalidad y mostrando al lector lo que está dispuesto a hacer para eludir a la justicia.
Maternidad, conciliación laboral y otros asuntos cotidianos
Los personajes de Díaz son contradictorios, como casi todos los seres humanos, y entre las páginas de esta novela muestran muchas de sus caras, de ahí que asuntos como la amistad, la lealtad, el amor, la paternidad no consentida, la conciliación laboral, los trastornos psicológicos, los deseos sexuales, las relaciones labores o el comportamiento de los seres humanos ante noticias de gran calado social sean cuestionados también por la pluma de Santiago Díaz, retratando así un universo social que trasciende al suspense y da mayor peso a la narración.
¿Cómo reaccionaría un hombre al conocer la exis-tencia de una hija de dos años? ¿La mujer tiene derecho a ocultarle su paternidad? ¿Cómo tratar los trastornos psicológicos y, sobre todo, cómo convivir con ellos sin que tu vida se convierta en un infierno? ¿Es posible la conciliación laboral en gremios como el de la Policía? ¿Las parafilias son más comunes de lo que pensamos? ¿Qué estaríamos dispuestos a hacer para erradicar de la sociedad a personas como Anglés? ¿Es justo tomarse la justicia por la mano? ¿Delataríamos al autor de un homicidio si fuera nuestro amigo?La otras niñas pone encima de la mesa estas y muchas otras preguntas que el autor trata de responder a través de las decisiones de un puñado de personajes, dando forma a un retrato social en el que la imaginación convive con un arduo trabajo de investigación y un claro dominio de los temas legales, los procedimientos policiales y la psicología del ser humano. Y así es como Santiago Díaz consigue dotar al relato de credibilidad, haciendo que los lectores perciban la ficción como posible –improbable puede, pero no imposible–.
*Contenido original proporcionado por la editorial RESERVOIR BOOKS
Críticas
«Santiago Díaz se atreve con lo que nunca antes nadie se había atrevido. Brillante».
Carmen Mola
«Torturando el pasado, Santiago Díaz consigue desgarrarte por dentro y que no seas capaz de dejar de leer.»
César Pérez Gellida
«Le sacude, como si quisiera confirmar que solo es una broma de muy mal gusto, pero al moverle la cabeza los sesos del arquitecto se desparraman por las sábanas. Se baja de un salto y observa paralizada a su amante, que yace muerto sobre la cama».
«Indira le sonríe e Iván sale. A solas, Indira, traga saliva, todavía más agobiada de lo que estaba, cons-ciente de que tanta cercanía con el padre de su hija solo puede traerle problemas».
«Se incorporó magullado y comprendió que la co-rriente lo había arrastrado hasta las rocas. A lo lejos, pudo ver que el puerto de Dublín había sido tomado por coches patrulla. Le empezaron a castañetear los dientes y se levantó con esfuerzo. Se quitó el chaleco salvavidas y se frotó brazos y piernas, intentado en-trar en calor».
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