Los dos lados
de Teresa Cardona

La nueva voz de la novela policiaca en español. Un inteligente y rotundo debut a la altura de los grandes del género negro.

«Los dos lados es una novela policiaca empapada de filosofía, profunda y absorbente. Demos la bienvenida a Teresa Cardona, una nueva voz que hará disfrutar tremendamente a sus lectores». Martín Casariego

Arde el suelo de granito y solo el rechinar de las cigarras perturba el apacible y familiar verano de San Lorenzo de El Escorial. Sus habitantes, acostumbrados a los rigores de la sierra, se quejan de la ola de calor, resguardándose a la sombra de los antiguos muros del monasterio. Un calor que, sin embargo, no ha acelerado la agonía del hombre que, maniatado en el fresco cuarto de calderas de una casa herreriana entre los pinos del monte Abantos, aparece muerto por deshidratación, con la vista fija en una botella de agua que cuelga del techo a la altura de sus ojos.

La teniente Karen Blecker ―recién llegada a España tras pasar la mayor parte de su carrera trabajando para la Europol― y el particular brigada Cano comenzarán por esclarecer la identidad de la víctima, a quien nadie de la zona parece conocer. Pero, a medida que avanza la investigación, los evidentes paralelismos con un crimen cometido dos décadas atrás les obligarán también a escarbar en los dolorosos años de plomo del terrorismo y en las afiladas aristas que siempre presenta la verdad cuando se examina desde los dos lados…

TERESA CARDONA (Madrid, 1973) es una autora muy reconocida en Francia, aunque no sea por su auténtico nombre. Allí, además de hacerse un hueco en el selecto universo noir (polar), ha recibido el aplauso unánime de crítica y público con Un travail à finir y Terres brûlées, dos novelas negras firmadas junto a Eric Damien bajo el seudónimo de Eric Todenne. A caballo entre Alemania y España, este es el primer trabajo de la autora madrileña en nuestro país. Los dilemas que plantea Cardona en Los dos lados obligan al lector a reflexionar sobre cuestiones que, hoy día, podrían ser aplicables a muchos ámbitos: ¿el fin justifica los medios? ¿El individuo está dispuesto a hacer cualquier cosa con tal de alcanzar su objetivo? ¿Hasta dónde puede llegar una venganza? Teresa Cardona nos plantea estas y otras preguntas, verdaderos dilemas éticos y morales que se abordan desde perspectivas diferentes dependiendo del lado en el que uno se encuentre.

Los dos lados

«Se dice que los asesinos ven a sus víctimas al cerrar los ojos,
que aquellos a los que mataron les persiguen en sus sueños».

Aunque las noticias en medios parecen indicar, casi a diario, que la sociedad actual está marcada por la violencia, hay planteamientos éticos que para una gran mayoría —no para todos— se hacen irrefutables. Uno de ellos, quizá el más contundente, es que el asesinato no puede ser justificable. Jamás. En ningún caso… Nadie puede tomarse la justicia por su mano. Elementales ideas que Karen Blecker tiene claras desde que entró a formar parte de la Europol. Ahora, tras pasar varios años destinada en La Haya, la teniente Blecker decide regresar a España, en concreto al cuartel de la Guardia Civil en San Lorenzo de El Escorial. Los primeros meses de adaptación han sido complicados: un sistema diferente, nuevos compañeros, circunstancias personales… Y justo ahora, que todo parece empezar a funcionar y normalizarse, un atroz crimen la obligará a enfrentarse a fantasmas del pasado (aún reciente) que no terminan de olvidarse.

Tras las vacaciones, cuando las pilas anímicas están de nuevo cargadas, la teniente y su compañero, el diligente brigada José Luis Cano, tienen que acudir a una llamada que va a cambiarles el rictus: el jardinero de una de las grandes casas unifamiliares que pueblan la localidad ha descubierto el cadáver de un hombre. La escenificación del crimen es tan minuciosa como macabra: el cuerpo se halla atado de pies y manos, abandonado hasta morir de sed e imposibilitado para alcanzar una botella de agua que se encuentra colgada a la altura de los ojos. Deshidratación, así consta en el dictamen de la muerte realizado por el forense, quien también localiza indicios de un fuerte golpe en la nuca.

«El muerto estaba en posición fetal, con las manos y los pies atados con una cuerda verde que hacía un contraste macabro con la palidez de la piel. El que lo había amarrado se había asegurado sujetando la cuerda a unas antiguas barras de hierro ancladas en el cemento. El hombre había muerto con la vista hacia el techo y, cuando iluminaron este, vieron una botella de agua mineral que se balanceaba del cable de la bombilla».

El cadáver no lleva nada que indique su identidad, solo los planos de un piso con el sello de una inmobiliaria. Ese será el punto de partida para una investigación que se antoja complicada. A medida que Blecker y Cano avanzan en ella, no solo descubrirán las intricadas raíces del homicidio, también la ligazón del asesinato con otro crimen cometido en el mismo pueblo de San Lorenzo, pero más de veinte años atrás, en 1989, cuando el terrorismo en España marcaba las agendas políticas y el trabajo policial.

En una localidad tan pequeña, tranquila y familiar, como es San Lorenzo, todo el mundo se conoce y el día a día transcurre sin sobresaltos, así que un crimen como el que ocupa a los guardias civiles no pasa desapercibido. Especialmente cuando una vez identificado el hombre asesinado, sale a la luz la relación de este con un caso de secuestro, y posterior muerte, acaecido muchos años antes. Blecker se verá obligada a investigar a todas las personas implicadas en ese primer crimen —desde familiares y amigos de la víctima, hasta los agentes encargados en aquel momento del caso— si quiere encontrar el hilo que permita cerrar su actual investigación. Todo apunta a una brutal venganza, pero ¿de quién?, ¿por qué?, ¿cómo?

«—Seguro que ha oído hablar de él. Tántalo era un rey que invitó a los dioses a comer a su mesa. Mató a su hijo y se lo dio para cenar. Zeus le condenó a vivir en el Tártaro, con árboles frutales, sobre su cabeza, a los que nunca llegaba y cerca de un pozo del que no podía beber».

*Contenido original proporcionado por la editorial Siruela

La novela negra en castellano está de suerte: Teresa Cardona, con su trabajo Los dos lados, ha irrumpido con brillantez en el panorama narrativo nacional, y lo ha hecho para quedarse. Su historia, que alternativamente navega entre dos secuencias temporales no muy dispares, agosto de 2016 y junio de 1989, indaga en el pesado lastre de la culpa: la de aquellos que actúan por oscuro instinto a la hora de cometer un crimen, y la de los que sufren las consecuencias del delito y, aún peor, cargan con el sufrimiento de no haber podido evitarlo. Pero Cardona va un paso más allá y, aprovechando los dos extremos de la trama, plantea un dilema moral que no siempre tiene adecuada justificación: ¿puede el hombre, ignorando las leyes, llegar a tomarse la justicia por su mano?

Que la venganza puede ser un impulso impredecible o, por el contrario, bien meditado es algo que solo se hace evidente cuando se aclaran las circunstancias del hecho, en este caso un asesinato. Pero la autora, además, bucea en las razones, injustificadas o no (según el lado en que uno se posicione), que conducen al acto criminal en sí. Bordear la ley para imponer un castigo parece convertirse entonces en un juicio tremendamente personal que pretende amplificar la condena legal.

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