Nuestra señora de la esperanza
de David Monthiel

Publicación: 10 de octubre de 2019
Editorial: Roca
Páginas: 256
ISBN: 978-8417541071

NOVELA GANADORA DEL PREMIO L’H CONFIDENCIAL 2019.

La entrega del premio tendrá lugar el 19 de octubre a las 19h en la Biblioteca l´Bòbila de Hospitalet.

Biografía del autor

DAVID MONTHIEL (Cádiz, 1976).
Articulista y redactor de varias publicaciones en internet y en diversos medios nacionales y director del corto La memoria fantasma, ganador de Docuexpress 2017 del festival de cine documental Alcances.
El jurado del L’H Confidencial ha destacado el trasfondo de la novela, el espacio donde se desarrolla y los personajes, que transitan por una trama bien estructurada. Ambientada en el momento actual, el autor mezcla política, injusticias sociales, manipulaciones informativas, turismo, tráfico de drogas y la burbuja inmobiliaria. Además, también se ha valorado el protagonismo que tiene la ciudad de Cádiz, poco presente en la novela negra española, y el homenaje que el autor dedica a Manuel Vázquez Montalbán.

Sinopsis:

“Hay líneas rojas que no se pueden cruzar. Nunca.” 

Cádiz, ciudad situada al sur del sur de España. Non plus ultra que diría Hércules, sujetando a dos leones entre sendas columnas. Así es la ciudad más vieja de occidente, tres mil años de historia la iluminan. Los tres mil años más cantados y celebrados por una ciudad que siempre se destaca en las noticias por ser la que tiene más paro de toda Europa.

En ella, Rafael Bechiarelli hace su vida. Detective privado y pringado, que se dedica a investigar a los infieles, desapariciones de niñas que acaban trabajando en un Burger de Madrid, sinvergüenzas que estafan a Seguridad Social con bajas que no lo son.

Rafael Bechiarelli, un hombre de orden que viste pantalones vaqueros y sudadera de chándal y vive en un cubículo con el portón de metal que jamás cierra porque Cádiz es “mu shico” y todos se conocen.

Los días de Bechiarelli transcurren entre la calma desesperante de los que no tienen trabajo y lo esperan con ansias sentados en la casa que los acoge hasta que un día le llega un encargo.

Gabriel Araceli (Grabié para los gaditanos), político ejemplar, de esos a los que quiere todo el mundo menos quien no le quiere, ha aparecido muerto en un solar. La misma alcaldesa de Cádiz Esther Amberes, alcaldesa de Cádiz, protagonista del famoso “cambio” necesario de la ciudad contacta con Bechiarelli para que investigue el asesinato del concejal. Es así como el detective se embarca en un caso político que, aunque él no le sepa, le viene grande.

 “Esther, no estoy habilitado para trabajar con cosas de sangre o muerte…”

Y así es como se deconstruye a un detective. Porque Bechiarelli acaba con el mito del detective duro, sin miedo, que puede investigar cualquier cosa y que puede con todo. Bechiarelli es un hombre con miedo que sabe dónde está su límite y hasta dónde llegan sus capacidades, pero que también es consciente su exangüe cuenta corriente y acaba aceptando el encargo.

El caso de Gabriel Araceli le llevará más allá de las murallas defensivas de las Puertas de Tierra. Hará que salga de Cadi-Cadi para esconderse en la parte nueva. Le llevará por los garitos decadentes de una ciudad decadente con unos personajes propios de un sainete del siglo XIX, con dos Watson muy especiales: Juanelo (de Loreto para más inri) y Bocalandro, que, en más de una ocasión, ayudarán al detective a salir airoso de lances en los que se jugaba el tipo.

CÁDIZ.

David Monthiel dibuja a la perfección la ciudad de Cádiz. Hay tras su escritura un perfecto conocimiento de la ciudad y sus habitantes.

Cádiz se convierte en una ratonera porque Monthiel reduce el escenario al casco histórico de Cádiz que tiene apenas un kilómetro cuadrado de superficie residencial. Esto hace que la sensación de encierro, de persecución y de claustrofobia aumente. “Cadi-Cadi” es un reducto de aquel siglo esplendoroso que fue para la ciudad, el siglo XIX.

Desde los pisos de estudiantes hasta el ayuntamiento de Cádiz quedan dibujados a la perfección en palabras del narrador de la novela.

“De pronto Bechiarelli se vio veinte años atrás en aquel piso de estudiantes sin reformar, con la madera descascarillada de los cierros, una ganga de la que nunca se terminaba de saber quién pagaba el alquiler.  

Una vieja finca con cientos de habitaciones en las que colgaban afiches de El oído o Tierra y libertad, en las que siempre había gente alegre, colchones en el suelo, una atmósfera de porritos en bucle, colecciones de butanos vacíos junto al zócalo, perros sueltos, italianos de paso, malabaristas, greñas y perillas, pantalones holgados, pies sucios, lectoras de Galeano y Paolo Virno, (…)”

EL LENGUAJE.

Si hay algo que es muy característico de un gaditano, es el habla. No hay una unidad lingüística en la ciudad. Hablan muy diferente los vecinos de Puertatierra a los de Cadi-Cadi. Por estratos sociales también hay unas diferencias abismales entre los gaditanos. David Monthiel lo refleja en los diálogos entre sus personajes.

“—¿Quiené? —preguntó el Moisés.

—La Esther. Illo, la de las elecciones.

—La alcaldesa, pisha, ¿no las recosío?

—Yo qué sé, coone.

—A ver si me llama para trabajar, ¿que no, Moi?

—Tú quiere un trabajo, no trabajar, quillo.”

Cada personaje tiene su forma de hablar; cada cual su acento, sus ripios, sus taras y su forma de contarlo.

“Estoy de puta madre, Rafaé. Me han dao una paguita y to. Mira, yo no sé si la Esté es una pupulista o una comunista o como carajo se diga, pero si ayudar y querer que mis hijos coman todos los días es comunismo o anarquisto, vivan los do. Muero con ella.” 

CRÍTICA

Si por algo se destaca la novela negra es por la crítica social que se une a la base de la trama. El esplendor del género está ligado históricamente a las idas y venidas de las crisis económicas. David Monthiel se rebela como un gran conocedor de esa crisis que acucia a la ciudad y a la visión que tiene el resto de España sobre sus habitantes.

“La mayoría de la gente que vive en Cádiz es gentuza que ha tirado por la borda esta ciudad (…) Esos que no saben hacer la “o” con un canuto y acabarán en la cárcel. Que yo le dé trabajo al Larri o a Nogales, esos gorrones, es para felicitarse, ¿no? A alguien que ha vivido de las subvenciones, le han pagado la luz y el agua, y él sin mover un dedo. Lleva en la sangre el trapicheo, esa desgana por el trabajo. (…) Son los que están así porque quieren. Es culpa de ellos mismos. (…)”

También la crítica política. Siempre en boca de sus personajes.

“Sois todo lo mismo. Mientras nos morimos de hambre, sin trabajo, ustedes aquí, haciendo el teatro este. Poniéndose de acuerdo para salvar sus muebles. (…)

Nuestra señora de la esperanza es una novela refrescante, llena de hilaridad, aparente sencillez y una agilidad en el diálogo que hacen de ella una lectura fácil y grata para los amantes de la novela negra.

La crítica ha dicho:

.»El detective Pepe Carvalho vive, es gaditano y se llama Rafael Bechiarelli.»Montero Glez.

«David Monthiel escribe como un diablo y el cóctel ‘diversión-intriga’ está garantizado. Es un tipo crack.» Antonio Manuel (autor de «La huella morisca» y «Flamenco. Arqueología de lo jondo»).

«Bechiarelli es la gran esperanza del noir ibérico sureño. Un personaje inolvidable que plantea una refrescante revisión del género desde un planteamiento insólito en la literatura española. Si no conocen a Bechiareli, ya están tardando en leer a David Monthiel». Daniel Ruiz, autor de «Calentamiento global» (Tusquets, 2019)

David Monthiel vuelve a demostrar que la literatura con mayúsculas no entiende de géneros. Y que la intriga policial no constituye una rémora sino, todo lo contrario, un decisivo aliciente para descubrir, a través de estas páginas, un crimen, una ciudad y, sobre todo, a un autor que ya no sólo es de culto.” Juan José Tellez

“En esta nueva novela de David Monthiel, Kichi ha sido depuesto por una alcaldesa de rompe y rasga. Pero, en Cádiz, de nuevo hay muerto encerrado y Bechiarelli debe aclarar por qué. Si el argumento es bueno, su literatura es mejor.” Juan José Tellez.

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