Nuestros cuerpos, sus batallas

Nuestros cuerpos, sus batallas: Lo que la guerra hace a las mujeres
de Christina Lamb

Biografía del autor

Christina Lamb es la principal corresponsal en el extranjero de The Sunday Times y una de las corresponsales más importantes de Gran Bretaña. Ha recibido el galardón al Mejor Corresponsal del Año en cinco ocasiones, así como el Prix Bayeux a la Mejor Crónica Bélica de Europa. Es autora de Farewell Kabul, The Africa House, Waiting For Allah, The Sewing Circles of Herat y House of Stone, y coautora del éxito de ventas Yo soy Malala, junto a Malala Yousafzai, y de Nujeen. El increíble viaje de una chica desde la desgarrada Siria en una silla de ruedas, junto a Nujeen Mustafa. Es miembro de la Real Sociedad de Geografía de Reino Unido, miembro honorario del University College de la Universidad de Oxford y oficial de la Orden del Imperio británico desde 2013.

Sinopsis

Un relato necesario donde el cuerpo de las mujeres cobra voz y rostro. Durante milenios, el cuerpo de la mujer ha sido un arma con la que ejércitos, terroristas y milicias han humillado, oprimido y castigado a sus adversarios. A pesar de los numerosos casos de violencia sexual, las voces de las protagonistas han sido acalladas mucho tiempo. Christina Lamb, corresponsal de guerra de larga trayectoria, nos ofrece en Nuestros cuerpos, sus batallas una crónica de la extraordinaria tragedia de la guerra, centrándose en los abusos cometidos contra mujeres y sus traumáticas consecuencias para las supervivientes. Conoceremos en primera persona el sufrimiento y la valentía de aquellas que, a pesar de las adversidades, luchan porque se haga justicia. Desde las esclavas del Sureste Asiático durante la Segunda Guerra Mundial hasta las jóvenes yazidíes vendidas al Estado Islámico, pasando por la Argentina tras el golpe de Estado de 1976 y la Bosnia de los noventa, Lamb da voz a historias de heroísmo y resistencia que nos invitan a la acción.

Nota de prensa

Un relato necesario donde el cuerpo de las
mujeres cobra voz y rostro

Durante milenios, el cuerpo de la mujer ha sido un arma con la que ejércitos, terroristas y milicias han humillado, oprimido y castigado a sus adversarios. A pesar de los numerosos casos de violencia sexual, las voces de las protagonistas han sido acalladas mucho tiempo.

Conoceremos en primera persona el sufrimiento y la valentía de aquellas que, a pesar de las adversidades, luchan porque se haga justicia. Desde las esclavas del Sureste Asiático durante la Segunda Guerra Mundial hasta las jóvenes yazidíes vendidas al Estado Islámico, pasando por la Argentina tras el golpe de Estado de 1976 y la Bosnia de los noventa, Lamb da voz a historias de heroísmo y resistencia que nos invitan a la acción.

Christina Lamb, corresponsal de guerra de larga trayectoria, nos ofrece en Nuestros cuerpos, sus batallas una crónica de la extraordinaria tragedia de la guerra, centrándose en los abusos cometidos contra mujeres y sus traumáticas consecuencias para las supervivientes.

Este libro es de lectura esencial y urgente: la guerra siempre ha sido cruel, pero en los útlimos tiempos se ha intensificado el uso de la violación como arma de control de la población, haciendo de las mujeres objetivos bélicos. Lamb, una de las principales corresponsales de guerra del mundo, actualmente corresponsal extranjera del Sunday Times, cuenta esta estremecedora historia con pulso firme y da voz a las supervivientes.

En 2018, las mujeres salieron a las calles de España después del llamado caso de La Manada, en el que indultaron a cinco hombres por la violación en grupo a una chica de dieciocho años durante la !esta anual de los Sanfermines de Pamplona. Los hombres pertenecían a un grupo de WhatsApp llamado La Manada, en el que presumían de sus hazañas sexuales. Un comentario mencionaba la necesidad de llevar cuerdas y drogas específicas para violar «porque, cuando lleguemos, querremos violar a todo lo que se nos ponga por delante». Los hombres grabaron en vídeo a su víctima a la que violaron nueve veces (oral, analmente y por la vagina) y la dejaron allí, después de robarle el teléfono móvil. Por algún motivo, los jueces sentenciaron que no se trataba de una violación, sino del delito mucho más leve de abuso sexual.

*Contenido original proporcionado por la editorial Principal de los Libros

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