Todos habían dejado de bailar
de Alberto Valle

Un asesinato brutal. A Francesc Reinosa lo ha masacrado, en su almacén de la calle Aragón, un desertor americano puesto hasta las cejas de centraminas llamado Jimmy.

Detrás de esta escabechina se hallan Pilar, que sólo quiere vivir su vida sin permiso de nadie, y Stephen, consumado experto en huidas hacia adelante. Y los hermanos Hall, también yanquis, con buenas ideas para el Jazz y otras, pésimas, para convertirse en grandes traficantes de jaco. Y Nancy, que está enganchadísima a la aguja. Y Joan, que venía a divertirse y se quedó aquí por amor. Y el Cambados y su pandilla, que creen tener un buen plan para levantarse una buena guita. Y el Patata, el último hijo de perra con el que nadie querría endeudarse. Y el Titi, su feroz lugarteniente.

Y, de fondo, la Plaza Real, y calle Escudellers, y calle Parlamento y el Pueblo Seco, en cuyos antros y sótanos restallan notas de Jazz, de Blues, de primigenio Rocanrol, poniéndole ritmo y compás a esta Barcelona de 1962. Jamboree, Jack’s, Jazz Colón, Kit Kat, El Tobogán, Zodiac.

Los sonidos de una urbe maltrecha cuyos meandros callejeros huelen a sanfaina y peligro, y por cuyas tascas, timbas y esquinas salen al paso buscavidas, pandilleros, pintxos, marinos, rumberos, putas, pijos y policías con muy mala hostia.

Todos viviendo al día. Todos viviendo en este lugar que limita con su propio tiempo.

Todos bailándole a la vida, hasta que ésta te dice basta.

Alberto Valle nació en Barcelona en 1977 y es autor, bajo el seudónimo de Pascual Ulpiano, de la serie Palop: una colección de literatura pulp en su vertiente negra y criminal. En 2018 se alzó con el Premio de Narrativa Ciudad de Villarreal con Soy la venganza del hombre muerto, donde traza un arco narrativo de cuarenta años uniendo la Barcelona de 1952 con la de 1991 combinando novela histórica con novela negra. Actualmente, el autor ejerce como periodista en varias cabeceras como Ruta 66 o The New Barcelona Post y está involucrado en la organización de eventos ligados a la música negra.

Sobre el libro

La novela: un trágico suceso acaecido en la Barcelona de principios de los 60 y conocido como el Crimen de los Existencialistas, da pie al escritor Alberto Valle para elaborar una fascinante trama negra, donde la fatalidad, la marginalidad de la ciudad y la música comparten íntimamente escenario literario. Los tres ingredientes se dividen el peso del “cuento”, como llama su autor a la novela: no puede haber uno sin los otros. Eso y unos personajes variopintos que navegan entre la canallesca y la inocencia, conectados desde la primera página, componen un título lleno de intriga, miseria, humor, ironía, compasión y destierro.

La Historia para entender esta historia nos sitúa en noviembre de 1962. Un empresario dedicado a la venta de lámparas aparece asesinado en su taller de la calle Aragó. Barcelona es en esos tiempos el puerto donde desembarcan marines y soldados americanos en busca de juerga, mujeres y drogas. Con ellos y sus costumbres llega también el jazz, que empieza a llenar el barrio del Raval, como una banda sonora que discurre por toda la novela sembrando de notas y de sensualidad una realidad urbana grisácea. Aunque los acontecimientos que se relatan sucedieron de verdad, la clave para disfrutar esta excelente novela está en que Valle, un experto en la trastienda de la Barcelona negra, tira de documentación para dar rienda a su propia imaginación. Una vez más, por obra y gracia de un lenguaje que oscila entre lo demostrable y lo soñado, verdad y ficción se confunden y enriquecen una a la otra.

El argumento: Francesc Reinosa vende lámparas. Es un empresario barcelonés que ha conocido tiempos mejores en el negocio, pero que aún conserva clientela y mercado. Un sábado de noviembre de 1962 su cuerpo aparece golpeado y acuchillado en su propio taller. Sólo le faltan 2.000 pesetas de la cartera. Curiosamente, las llaves de la caja fuerte están sobre la mesa de su despacho y aquélla permanece cerrada. El asesino no las ha visto y ha salido corriendo sin el botín que buscaba, sin intentar abrirla siquiera.

El agresor es un soldado y desertor americano llamado Jimmy, que no habla español y que está hasta las cejas de centraminas. Cuando aceptó el encargo de desplumar a Reinosa le dijeron que éste no le pondría apenas dificultades, que era un blando, y el tema terminaría rápido y con el mínimo esfuerzo. Pero la cosa no fue así, porque el tendero se resistió y ya se sabe cómo son las drogas, que embotan a uno… Así que el desenlace terminó siendo mucho más siniestro de lo calculado: de un vulgar trinque a un asesinato.

Ahora Jimmy está perdido en una retorcida ciudad que no conoce, Barcelona, con las manos sucias de sangre y una cantidad irrisoria de dinero en los bolsillos. No tiene ni la menor idea de qué hacer. Un espectador nada ajeno a lo que ha pasado, que se encuentra en una cafetería cercana y observa su aturullada salida del almacén, intuye que algo ha salido mal y que el atraco planeado se ha convertido en una metedura de pata colosal. La policía sólo hallará en el lugar del delito una carta dirigida a una mujer de nombre extraño. Puede que esa sea la pista para encontrar la verdad. Pero ¿cuántos culpables hay en esta búsqueda de la verdad?

A partir de este suceso y mucho antes de que la Ciudad Condal sea la burbuja mágica que todos recordaremos, Valle va introduciendo una secuencia de hechos y de personajes, cuya evolución e historia personal constituyen el fondo vital del argumento. Todos habían dejado de bailar no es sólo, en absoluto, la descripción de un crimen que conmocionó a la sociedad barcelonesa de la época y vertió ríos de tinta en la prensa. La novela trata de cómo se gesta esa muerte inesperada, de quiénes son los autores intelectuales, de quién es la mano ejecutora, de qué trampas encuentran en una ciudad para la mayoría desconocida y hostil, de por qué la vida se pone tantas veces en contra de uno, de cuál es la desgracia que le toca a cada uno soportar y por qué…

Y es, ante todo, un retrato fino, como un cuadro híper realista, un perfecto bodegón, físico y sicológico, de las personas relacionadas con ese episodio, protagonistas por igual de la narración y que se vieron abocadas a una condena judicial y social, a pesar de sus artimañas y recursos más osados para evitar lo inevitable y de su huida hacia adelante.

Detrás de aquella chapuza criminal y de todo cuanto la rodea están muchos nombres, fundamentales para devorar esta novela coral. Como Pilar, que quiere vivir la vida a su aire; Stephen, su amor pero antes un experto timador; Jack, el rey de los chanchullos; su hermano Phil y su cuñada Nancy, dos drogadictos de tomo y lomo; Joan, que se quedó (pésima idea) por pasión donde no debía; Iván, que abandona el pueblo para meterse en la boca del lobo; El Patata, un mal enemigo para cualquiera, incluyendo delincuentes; El mexicano, cuya madre murió de forma extraña; Sixto, ese primo con poco cerebro…. Todos ellos tienen un pasado del que salen huyendo por diferentes motivos y que les termina uniendo en un presente con muchas fisuras y… bendecido por la música. Porque ésta es en sí misma un personaje crucial común a todas las almas que pueblan este original título.

*Contenido original proporcionado por la editorial

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