Reseña del libro «Betty» de Tiffany McDaniel, por María Ulldemolins.
Betty, un potente manifiesto ecofeminista arrestado en un cajón.
Me la recomendó una de mis escritoras favoritas en una entrevista en la que le pedían que eligiera tres adjetivos para describir la novela. Delphine de Vigan no dudó mucho: “una historia hipnótica, cautivadora y potente”. No me hizo falta leer nada más. Si lo dice Delphine, seguro que vale la pena. Y así fue. Desde que abrí el libro en la primera página quedé atrapada por unas páginas que rebosan literatura en su máximo esplendor.
Tiffany McDaniel, artista visual y también poeta, creció en un aislado pueblo del sur de Ohio. Sorprendentemente escribió Betty con tan sólo dieciocho años; a pesar de que la novela no pasó el filtro editorial hasta cuatro años después de la publicación de su debut literario The Summer that Melted Everything (St. Martin’s Press, 2016), cuando la editorial Alfred A. Knopf apostó por esta trágica historia, cruda y visceral.
Los Carpenter llegan a Breathed para instalarse en una casa desvencijada que nadie quiere comprar porque se cuenta que una maldición cayó sobre ella. Alka, la mamá de Betty es blanca, mientras que Landon, su papá, es cheroqui. Como familia mestiza en un pueblo pobre y predominantemente blanco, se ven obligados a vivir en los márgenes de la comunidad exacerbadamente racista. Allí, veremos crecer a Betty. La sexta hija en una familia de ocho que ha heredado su apariencia cheroqui más que ningún otrx, lo que la llevará a sufrir un rechazo social exasperante. En la escuela será víctima de agresiones y rechazada tanto por los niños como por los adultos de la comunidad, e incluso por una cruel madre que la ridiculizará refiriéndose a ella como “Pocahontas” y advirtiéndole de que una niña de piel tan oscura como la suya nunca podrá ser princesa. Todo este sufrimiento será amortiguado por su padre Landon, quien le narrará preciosas historias cheroquis, transmitiéndole su amor por la naturaleza, el interés por la literatura y el poder de la fuerza femenina.
Ahora bien, ¿por qué un manuscrito tan lírico, evocador y atrayente para quien lo lee hubo de esperar casi dos décadas guardando polvo en un cajón para ser publicado? Es difícil entender por qué las editoriales no se mostraban interesadas en una historia tan potente como esta. De hecho, con tan solo leer las primeras páginas, McDaniel nos adentra en el universo mágico y magnético de los Carpenter. El imaginario de Landon es fascinantemente rico; mientras que la pluma de la escritora es tremendamente poética, capaz de despertar escenas repletas de amor así como momentos de espeluznante crueldad humana. Entonces, ¿por qué no era “publicable”? Pues porque las editoriales consideraban demasiado arriesgado publicar un libro en el que los príncipes azules y las princesas amables brillan por su ausencia. Betty desmonta la idea de feminidad concebida hasta el momento plagada de tabúes, de fragilidad y bondad. McDaniel nos muestra a unas niñas que en su paso a la adultez sufren, sangran, muestran ira y no se salvan al encontrar un gran amor. Aquí las mujeres se salvan solas. No hay concesiones. Betty es una niña que se “hace mujer a punta de cuchillo». Debe aprender a soportar su filo. A que le corten. A sangrar. A cicatrizar”.
Y es que Betty sabe de lo que es capaz de hacer el hombre, aprende sobre la brutalidad y el maltrato hacia las mujeres y se ve obligada a acarrear con secretos familiares trágicos, de esos que no se explican por miedo a que te intoxiquen el alma. Betty madurará con el ceño siempre fruncido, cargando con penas insoportables; pero el legado de sus ancestros y el tierno vínculo entre ella y su padre la fortalecerán. Entre la crueldad y el amor, Betty se irá conformando como un personaje libre cuya escala de valores la posiciona en un lugar difícil pero privilegiado. Es así como a través de la construcción del personaje de Betty y de Landon, tan mágica y acertada, McDaniel consigue alzar la voz del sabio pueblo indio americano cuya cosmovisión del mundo evidencia muchos de los males endémicos de los que adolece la sociedad capitalista heteropatriarcal como son el machismo, el racismo o el maltrato a la naturaleza.
Sin lugar a dudas, Betty es una extraordinaria novela que deberíamos haber leído hace tiempo, pero -al igual que los secretos familiares de Betty- ha permanecido silenciada, enterrada durante mucho tiempo. ¿Acaso la literatura no debería romper los esquemas, sacudir nuestra ideología, hacernos reflexionar, incomodarnos, llevarnos al límite para transformarnos en algo mejor? Sí, debería. Debería destapar las fragilidades humanas que a menudo quedan silenciadas por miedo, pena o dolor. Debería desenterrar secretos, remover nuestras entrañas. Al mismo tiempo que lxs lectorxs deberíamos estar siempre dispuestxs a escucharlos. Escuchar y asumir nuestros errores para no cometerlos más. Escuchar para aprender y así poder cambiar.
Sin embargo, ya sabemos que en el mercado prima antes el propio beneficio que la responsabilidad moral de crear conciencia y nuevos discursos. Y, por tanto, ¿cuántos manuscritos potentes y afilados como éste aguardarán arrestados en los escritorios a la espera de ser publicados? ¿Cuántos serán “demasiado arriesgados”? Betty es un valiente manifiesto ecofeminista que sólo fue considerado como un buen producto editorial tres años después del inicio del movimiento #MeToo. A España llega de la mano de Hoja de Lata a inicios de 2022, una editorial independiente que hurga en la búsqueda de nuevas narrativas y consigue dar voz a escritoras cuyas historias nunca deberían haber quedado silenciadas en un cajón.
Por María Ulldemolins
@mariaensuguarida
Título: Betty Autor: Tiffany McDaniel Editorial: HOJA DE LATA EDITORIAL Publicado: 31 enero 2022 Páginas: 528 ISBN: 978-8418918056 |