El crimen del Liceo

Si hay dos géneros literarios que arrastran legiones de seguidores en nuestro país, esos son el histórico y el policiaco. Fernando García Ballesteros, el autor de El crimen del Liceo, conjuga con buen tino las esencias de ambos en este, su segundo libro. Lo hace trasladándonos a una ciudad que conoce a la perfección, su Barcelona natal, a una época que retrata con absoluto rigor y a un ambiente muy particular, el de la aristocracia catalana de principios del siglo XX.

En la mejor tradición de la novela de misterio, El crimen del Liceo nos sumerge en una investigación apasionante, la del asesinato de la condesa de Cardona, una mujer con muchos secretos que aparece muerta en medio de un ostentoso baile de máscaras que ella misma ha organizado en el Liceo. El arma con la que parece haberse cometido tan horrendo crimen es una joya, un rubí desaparecido tiempo atrás y que había pertenecido durante generaciones a la insigne familia Cardona. El encargado de investigar el caso será el inspector Ignasi Requesens, un detective que escapa a muchos de los lugares comunes que, con demasiada frecuencia, caracterizan a este tipo de personajes. No es aventurado afirmar que la humanidad de la que se ha dotado a Requesens es uno de los puntos fuertes de El crimen del Liceo. Nos encontramos, sin duda, ante un protagonista que podría merecer una saga propia. Además, otra de las virtudes de esta novela es la cuidadosa labor de documentación que se advierte desde sus primeros párrafos. García Ballesteros deja patente su amor por la historia y su capacidad para llevar al lector de la mano en un verdadero viaje en el tiempo cargado de suspense.

Mención aparte merece el desfile de secundarios, de lo más variopinto, que se suceden a lo largo de las páginas de El crimen del Liceo, testigos mudos unos, sospechosos otros, pertenecientes a las capas más altas y también a las más bajas de una sociedad tan convulsa como la de Barcelona que aquí se describe, donde nada es lo que parece y todos los armarios ocultan cadáveres (unos figurados, otros quizás no). Nobles venidos a menos, buscavidas, falsos médiums, arribistas sin escrúpulos, humildes costureras, hijos bastardos de grandes señores, prostitutas y policías corruptos conforman un crisol que arroja vida sobre una historia con una estructura sólida y un ritmo vigoroso. Un libro, en definitiva, que engancha página a página mientras se desvelan las claves que ayudarán al inspector Requesens (y de paso al lector) a averiguar la identidad del asesino y, sobre todo, los motivos que le llevaron a acabar con la vida de la condesa de Cardona.

Por Beatriz Alcaná (ver reseñas)
@alcana_beatriz