El prisionero de Annual
de Alfonso Basallo
Publicación: 16 junio 2021
Editorial: Planeta
Páginas: 352
ISBN: 978-8408243168
Biografía del autor
Alfonso Basallo (Zaragoza, 1957) es doctor en Comunicación, periodista y escritor. Participó en la fundación de El Mundo y dirigió el semanario Época y el diario digital Actuall. Fue contertulio en programas televisivos como El gato al agua y Dando caña (Intereconomía). Es autor, entre otros libros, de La glorieta de Dante (Temas de Hoy), El reportaje de la historia (La Esfera de los Libros), Julián Marías, crítico de cine (Fórcola) y Pijama para dos (Planeta), coescrito con su mujer, Teresa Díez. Actualmente es coordinador editorial de Nueva Revista, editada por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Sinopsis
«Uno nunca está preparado para el cautiverio. Y yo, Francisco Basallo Becerra, menos que nadie.»
En el verano de 1921, una de las harcas de Abd el-Krim asedia el campamento español de Dar Quebdani. Cuando irrumpen en la plaza, los rifeños no respetan el pacto de capitulación, cogen las armas que los soldados han depuesto y los liquidan. En este punto arranca la peripecia del sargento Basallo, que a sus veintiocho años lo único que sabe es que aquel no es su sitio. Desde ese momento, él y sus compañeros de cautiverio, a merced de las tropas enemigas, se enfrentan al infierno en vida que fue la derrota de Annual.
Citado por Valle-Inclán en Luces de bohemia, el sargento Basallo se convertiría en uno de los héroes más populares de la España de los años veinte. Cien años después, el periodista Alfonso Basallo, en una narración que no nos deja despegarnos de la página, recupera la gesta de su abuelo y del resto de los cautivos que, en aquellos días, presenciaron lo peor que da de sí el ser humano, pero también las hazañas más gloriosas.
La mayor derrota del Ejército español desde Cuba y Filipinas narrada de forma magistral desde la perspectiva de uno de los supervivientes.
Nota de prensa
EL PRISIONERO DE ANNUAL
La gesta del sargento Francisco Basallo y los cautivos
de Abd el-Krim contada cien años después
de Alfonso Basallo
LA PERIPECIA DE UN HÉROE DE ANNUAL CONTADA POR SU
NIETO
«Me he tomado la libertad de narrar los hechos en primera persona, como si yo fuera mi abuelo. Quería dar una mayor viveza e inmediatez a la crónica. Considero que, a pesar de los cien años transcurridos, las historias entrelazadas de traición y lealtad tienen singular vigencia y merecen ser rescatadas del olvido para que las conozcan los españoles de hoy. Y eso es lo que pretende reflejar este libro: el contrapunto de dolor y gloria de aquellas terribles jornadas que cambiaron para siempre la historia de España». Alfonso Basallo
En enero de 1923, más de trescientos españoles son liberados, tras el pago del conveniente rescate, del cautiverio que han sufrido durante muchos meses en el norte de África. Son los restos del llamado Desastre de Annual. Entre esos prisioneros recién liberados destaca un sargento, Francisco Basallo, al que la prensa de la época convierte por un tiempo en una celebridad. Hasta el punto de que aparece citado por Max Estrella, el protagonista de la obra maestra de Valle Inclán, Luces de bohemia. El motivo de esa fama es la labor desarrollada por Basallo, durante el año y medio de cautiverio, como sanitario. Un sanitario peculiar, sin estudios de Medicina. El modo en que empezó a desarrollar esa labor humanitaria fue puramente casual, fruto de un equívoco, propio casi de una comedia de enredo: el sargento Basallo fue a ver al médico para que le atendiera los dolores que la rozadura de una bala le provocaba en el hombro. Pero, al ver el terrible panorama de que se tenía que ocupar el médico, fue incapaz de decir que iba por algo que, en aquellas circunstancias, era nimio. E improvisó la excusa de que se presentaba para ayudarle. Así empezó la carrera de quien llegó a ser conocido como “el sargento tebib” (el sargento médico).
Tras aquella fama efímera, Francisco Basallo volvió al anonimato. Casi cien años después, cuando se cumple el centenario del Desastre de Annual, un nieto suyo, el periodista y escritor Alfonso Basallo, rescata su historia. Lo hace sirviéndose de una fuente excepcional: el propio personaje, con el que habló largamente (vivió hasta 1985), completando así lo que el sargento Basallo escribió en su libro Memorias del cautiverio. A esas fuentes, el autor de este libro ha añadido los diarios inéditos de otros cautivos y declaraciones ante la justicia militar, así como el famoso informe Picasso y relatos de otros prisioneros. El resultado es una crónica del Desastre de Annual desde la perspectiva de los prisioneros, una perspectiva que faltaba en la historiografía de este episodio.
Además, el sargento Basallo coincidió en el cautiverio con el general Felipe Navarro, defensor de Monte Arruit; el soldado Baltasar Alabort, superviviente del asedio a la posición de Sidi Dris; el teniente Julián Troncoso, que participó en las cargas de caballería de Alcántara antes de ser capturado; el teniente Luis Casado, único oficial superviviente de Igueriben; o el alférez Juan Maroto, defensor del aeródromo de Zeluán. Basallo también conoció a quienes tuvieron actuaciones contrarias al honor; fue rifeños, y de los rasgos de humanidad de otros. Así como de la decisiva labor de los mediadores del rescate, el empresario vasco Horacio Echevarrieta y el jurisconsulto moro Dris ben Said. Las historias de estos y otros personajes le permiten al autor hacer flashbacks en la narración para reconstruir la película de los hechos y rememorar los episodios del Desastre: Igueriben, Annual, Sidi Dris, Monte Arruit, etcétera.
———————————- El Vietnam español ——————————–
Verano de 1921: Se produce en el norte de África la mayor derrota del Ejército español desde Cuba y Filipinas. La retirada en desbandada del campamento de Annual y la capitulación de Monte Arruit con la matanza de los defensores hace que mueran más de diez mil soldados ante la harka del rebelde Abd el-Krim. Es el episodio más negro de la (no declarada) guerra de Marruecos, lo que justifica que haya pasado a la historia con el calificativo que sólo comparte con el del 98: el Desastre de Annual. En otras palabras, fue “el Vietnam español”, producto de “una aventura colonial tan grandilocuente como inútil”. “El Rif era un nido de corrupción”, escribe Alfonso Basallo, y “el Desastre fue el resultado de una suma de corrupción, negligencia y errores militares… jalonado de actos de cobardía e indignidad, pero también de algunas gestas heroicas”. Entre los primeros estuvieron los cometidos por oficiales que se quitaban las estrellas antes de ser hechos prisioneros, abandonaban posiciones o se peleaban por coger un caballo con el que huir. Entre las gestas heroicas estuvo, sin duda, la del sargento Basallo, uno de esos hombres buenos y sencillos a los que se refiere George Eliot en una cita recientemente puesta de actualidad.
Francisco Basallo Becerra (1892-1985) fue uno de los escasos supervivientes de la matanza de Dar Quebdani, uno de los episodios menos conocidos del Desastre. Capturado, estuvo prisionero en Annual y Ait Kamara, acabando su peripecia en Axdir, la guarida de Abd el-Krim. Esa peripecia está contada en el libro de su nieto en primera persona, como si este tomara la personalidad del abuelo, lo que dota al relato de vivacidad, cercanía, agilidad y dinamismo. El prisionero de Annual tiene algo novelesco, sólo que los hechos narrados son reales y constituyen uno de los episodios más negros de la historia de España, un episodio que sigue siendo una herida en nuestra memoria colectiva.
——————— Un suboficial destacado en medio del horror ——————-
Con veintiocho años y tres de experiencia en Marruecos, tras reengancharse en el Ejército, Alfonso Basallo es un sargento que manda una sección por ausencia del oficial que debía hacerlo. Está destinado en Dar Quebdani, uno de los campamentos más grandes en la cadena de posiciones que se extiende entre Melilla y Annual. En Dar Quebdani confluyeron dos elementos negativos: un jefe que es un militar de despacho, poco dotado para el combate, y la falta de agua, un clásico de la guerra de Marruecos. Como las posiciones se establecían en sitios pensados para evitar la sangre, alejados de los poblados, el agua escaseaba, lo que obligaba a hacer salidas para conseguirla, las aguadas, que eran una fuente de riesgo y costaban vidas. La más que dudosa fidelidad de los llamados moros amigos, así como de la Policía Indígena (tan rifeños como Abd el-Krim, buenos tiradores y nada de fiar, que, cuando fumaban en la oscuridad parecían estar haciendo señales al enemigo y cambiaban de bando según cambiaban las tornas de la guerra) acababa de completar un panorama oscuro. La posición del sargento Basallo se rindió y, desde el primer momento, se comprobó que los moros no respetaron lo acordado en la rendición y asesinaron a muchos españoles mostrando una crueldad inaudita y siendo más crueles cuanto más débiles eran los españoles. El sufrimiento de los prisioneros empezó enseguida: por un lado, al oir los disparos que acababan con las vidas de los compañeros que seguían dentro; por otro, al comprobar el buen trato dispensado por el enemigo a unos jefes que aparecían sin huellas de heridas ni manchas en los uniformes; indicios que apuntaban a un pacto vergonzoso. El sargento Basallo se resiste a sacar conclusiones sobre eso (“sería como asomarse al precipicio”, dice), actitud que mantendrá en adelante en ocasiones parecidas.
*Contenido original proporcionado por Comunicación de Editorial Planeta
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