Los orígenes de Sasa Stanisic

Publicación: 12 noviembre 2020
Editorial: AdN Alianza
Páginas: 376
ISBN: 978-8413620800
Traductor: Belén Santana López

Biografía del autor

Sasa Stanisic nació en Visegrad (Yugoslavia) en 1978 y vive en Alemania desde 1992. Sus relatos y novelas se han traducido a más de 30 idiomas y han sido merecedores de numerosos premios. Sasa Stanisic ha sido galardonado, entre otros, con el Premio de la Feria del libro de Leipzig por su novela «Antes de la fiesta» y muy recientemente con el Premio del libro alemán de 2019 por «Los orígenes», así como con el Premio Eichendorff y el Premio Hans Fallada que concede la ciudad de Münster. Sasa Stanisic vive y trabaja en Hamburgo.

Sinopsis

PREMIO ALEMÁN DEL LIBRO 2019

«Los orígenes» es un libro sobre la primera casualidad que marca nuestra biografía: nacer en un lugar determinado. Y sobre lo que viene después. «Los orígenes» es un libro sobre los lugares de donde vengo, tanto los recordados como los inventados. Un libro sobre el idioma, el trabajo clandestino, la carrera de relevos de la juventud y muchos veranos. El verano en que mi abuelo le dio tantos pisotones a mi abuela en mitad de un baile que yo por poco no nazco. El verano en que casi me ahogué. El verano en que las autoridades alemanas no cerraron las fronteras y se pareció a aquel otro verano en que tuve que huir a Alemania y cruzar muchas fronteras. «Los orígenes» es una despedida de mi abuela, que sufre demencia. Mientras yo colecciono recuerdos, ella pierde los suyos. «Los orígenes» es triste, porque para mí el origen tiene que ver con algo que ya no se puede tener. En «los orígenes»hablan los muertos y las serpientes, y mi tía abuela Zagorka se marcha a la Unión Soviética porque quiere ser cosmonauta. «Los orígenes» también son: un almadiero, un guardafrenos y una profesora de Marxismo que ha olvidado a Marx. Un policía bosnio encantado de que lo sobornen. Un soldado de la Wehrmacht al que le gusta la leche. Una escuela elemental para tres alumnos. Un nacionalismo. Un Yugo. Un Tito. Un Eichendorff. Un Sasa Stanisic.

Nota de prensa

En la víspera de nuestra entrevista, Saša Stanišic ́ lee en la Literaturhaus de Múnich su nuevo libro Los orígenes. Normalmente su lectura, con mucha gracia, hace reír al público. Pero esta vez Stanišic contiene unas lágrimas que quiebran su voz. «Esto es lo que pasa cuando trabajas con los recuerdos,», dice, «que en algún momento te alcanzan».

Señor Stanišic ́, ayer por la tarde tuvo que recomponerse en el escenario. Dijo que los recuerdos le habían «alcanzado». ¿Cómo se protege uno al escribir cuando el pasado se repite una y otra vez?
Los orígenes está lleno de recuerdos pero, al mismo tiempo, como texto también se mantiene a una distancia sana de ellos. Ayer por la tarde, en el encuentro, fue diferente: entre el público estaba un antiguo amigo de Heidelberg, y cuando quise leer un fragmento de nuestra época juntos allí (ni siquiera una parte muy emotiva), le miré y él me miró. Seguí leyendo, pero de repente el texto era más que solo texto, los recuerdos inundaron la sala y las imágenes de entonces comenzaron a aparecer ante mí. Tuve que hacer una pequeña pausa para tranquilizarme.

Nació en el Višegrad bosnio y en 1992 huyó de la guerra con su madre a Heidelberg. Su padre fue allí después. ¿Qué fue más difícil contar, los orígenes o la llegada?
La historia de mi familia fue más fácil de contar porque tenía menos que ver conmigo de forma directa. La llegada a Alemania, en cambio, me afectó mucho: nadie quiere narrar sufrimiento por el simple sufrimiento y coquetear con él, pero sí transmitir la experiencia de ese sufrimiento a los lectores que nunca lo han experimentado. Y entonces lo revives todo de nuevo: al investigarlo, al recordarlo y al escribirlo.

En No soy Stiller, de Max Frisch, se dice: «Se puede narrar todo, excepto la vida real». ¿Es cierto?
De hecho, fue más fácil narrar escenas en las que yo había sido espectador, que otras en las que había actuado. Las escenas de Oskoruša, el pueblo de mis bisabuelos que visité con mi abuela, las escribí más tranquilo que las del pequeño bungaló en Heidelberg-Emmertsgrund. Había algunas cosas que me daban vergüenza.

¿Qué cosas?
Para mí lo peor fue que mis padres recogieran algunos muebles de la basura. Lo odiaba y les hice saber que lo odiaba. Nadie debía venir a casa para ver cómo vivíamos.

Para escribir el libro habló con su familia. ¿Se creó algún conflicto por lo que estaba contando y hubo algo que sus padres quisieran mantener en secreto?
Al principio tenía una idea errónea de lo que motivó a mis padres a huir. Le pregunté a mi madre si, como inmigrante, la habían tratado mal en la lavandería donde había tenido que trabajar, o si se había enfrentado al sexismo y la exclusión. Pero ella quería contar otras cosas, como el duro trabajo físico, las horas de calor en la lavandería. Así que eso fue lo que conté, y no las cosas que había pensado primero.

¿Entonces ha evitado la autenticidad?
Al principio quería averiguar qué era lo que había detrás de todo. La cicatriz en el muslo de mi padre, del tamaño de una bala, por la que nunca había preguntado. La pregunta clave que me hice fue: ¿qué historias de los años noventa en Heidelberg siguen siendo actuales y merecen ser contadas? Por supuesto que quería narrar algo auténtico. En el momento en el que, como autor, dices «yo» y te refieres a ti mismo, haces un trato con el lector. En mi libro no pone que sea una «novela».

A diferencia de su primer libro Cómo el soldado repara el gramófono, donde el narrador llamado Aleksandar cuenta en primera persona la desintegración de Yugoslavia y la huida hacia Alemania. La novela era autobiográfica, pero muy alejada del Saša que aparece en Los orígenes.
Cuando escribí ese libro todavía no estaba preparado para escribir un libro sobre mí mismo. En esa novela hay muchos muros que me separan de mi protagonista, de forma que cuento mi historia, pero no del todo. No se sitúa en Heidelberg, sino en Essen. Aleksandar es más innovador y autónomo a la hora de manejar los recuerdos. La carga del padre por el trabajo se excluye. Solo queda la madre en la lavandería. En lugar de contar cómo me ayudó la gente a llegar aquí, hago que Aleksandar escriba cartas a Višegrad. Todos son actos de omisión para no tener que hablar de mí mismo. En Los orígenes sí podía decir «yo» y referirme a mí mismo. Así cierro un círculo, siento que he completado algo.

Escribir una autobiografía también puede ser una trampa. ¿Qué importancia tiene, como autor, separarse de los recuerdos y también del origen de todo?
Es un buen cambio. Después de Cómo el soldado repara el gramófono escribí Vor dem Fest (Antes de la fiesta), que no es autobiográfico, sino una mezcla de relatos y volvían a ser sobre mí. Al final me di cuenta de que todavía quedaban historias que quería contar. El próximo proyecto se alejará de mí mismo: invención, experimentación, nada de «yo».

*Contenido original proporcionado por la editorial Alianza Editorial

Críticas

«Sasa Stanisic es un poeta y un revolucionario que ha encontrado en el lenguaje su auténtico hogar». Rolling Stone

«Lisa y llanamente, uno de nuestros mejores narradores». Die Welt

«Los orígenes es un cambiaformas narrativo. Y eso es lo que es conmovedor, increíble y maravilloso de este libro». Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung

«Las habilidad de Stanisic es resaltar momentos iluminándolos con un aura de cuento de hadas mientras crea curiosidades poéticas y giros lingüísticos brillantes». Deutschlandfunk Kultur

«Stanisic hace lo que se le da major: inventor historias que son salvajes, precisas y cargadas de humor». Der Freitag

«Con su fantástica prosa, Stanisic resucita a los muertos con un sumario contra el olvido, con el que cruza los límites del tiempo». FAZ

«Sasa Stanisic ha escrito una novela con muchas capas sobre la huida, su viaje a Alemania y la magia de la literatura». Der Standard

«Si existe una generación dorada de literature alemana contemporánea con un context migrante, Sasa Stanisic es su líder». Die Zeit

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