Nada que perder
de Susana Fortes

La tarde del 12 de agosto de 1979, los hermanos Nicolás y Hugo y la pequeña Blanca desaparecen en una localidad del Baixo Miño. La niña es encontrada a la mañana siguiente dentro de una cesta de mimbre en la orilla opuesta del río sin recordar nada de lo ocurrido. Pese a la intensa búsqueda, los cuerpos de los dos niños nunca aparecen.

Veinticinco años después el hallazgo de unos restos óseos en un yacimiento arqueológico apunta a que se trata de los dos hermanos desaparecidos. A partir de entonces, Blanca y el periodista Lois Lobo inician una compleja búsqueda para descubrir qué sucedió a través de los caminos engañosos de la memoria y de los tabúes de una sociedad hermética acostumbrada a que los trapos sucios se laven en casa.

Una impactante trama llena de tensión y misterio, con un estilo evocador en el que las imágenes y el relato se funden para iluminar las zonas en sombra.

La verdad es escurridiza. Persíguela con cautela.

Susana Fortes (Pontevedra) es escritora y articulista de prensa. Durante años ha impartido clases de Historia del Arte en Valencia. En la actualidad colabora en cursos y talleres de escritura creativa en diversas universidades. Autora, entre otras novelas, de Querido Corto Maltés (Premio Nuevos Narradores 1994); Las cenizas de la Bounty (Espasa, 1998); Fronteras de arena (finalista del Premio Primavera 2001) y El amante albanés (finalista del Premio Planeta 2003), también ha publicado el cuaderno de cine Adiós, muñeca (Espasa, 2002) o El azar de Laura Ulloa (Planeta, 2006), galardonada con el Premio de la Crítica en la Comunidad Valenciana. Su primer gran éxito internacional lo consigue con la novela histórica Quattrocento (Planeta, 2007) y sobre todo con Esperando a Robert Capa (Premio Fernando Lara de Novela 2009), que ha sido traducida a más de 15 idiomas. Sus últimas obras publicadas son Septiembre puede esperar (Planeta, 2017) y el libro de recuerdos Tal como éramos (Ézaro, 2021).

Sobre el libro:

Nada que perder es un thriller diferente, impactante, que va penetrando en el ánimo del lector gracias a la maestría de Susana Fortes, una autora de gran trayectoria literaria, ampliamente reconocida por la crítica y los lectores. A través de una extraordinaria capacidad evocadora, la autora nos envuelve y logra que el lector se instale, literalmente, en el mundo interior de Blanca y en sus veranos en As Covas, un lugar imaginario inspirado en un pueblo gallego habituado a las trágicas desapariciones de niños en la ría.

Nada que perder transcurre en un escenario imponente, el estuario del Miño, en la frontera entre Galicia y Portugal, donde la naturaleza aporta tanta diversión como riesgos a los más pequeños. De hecho, ese contexto tiene un gran peso en esta historia que mezcla la investigación criminal con los recuerdos infantiles y las vivencias de la protagonista. Y es que los lectores experimentarán, al igual que Blanca, la atmósfera opresiva y misteriosa de la aldea, un mundo turbio en el que los trapos sucios siempre se lavan en casa.

La novela recorre con una lúcida primera persona el paisaje atlántico, las relaciones entre padres e hijos, los años ochenta, el comienzo del narcotráfico en Galicia, los secretos familiares y los fantasmas del pasado. En el fondo se trata de asuntos a los que no se puede llegar siguiendo una línea recta. Es necesario dar un rodeo, lo que acentúa los mecanismos de la intriga.

De forma habilidosa, Susana Fortes evoca la infancia de la protagonista, pero también la de los lectores mediante imágenes, lugares y objetos concretos que todos reconocemos. El recorrido emocional es una constante en toda la narración de prosa sensible y pasajes poderosos. El lector se emocionará cuando Blanca entre en la habitación de Hugo y Nico, donde sus juegos permanecen intactos; se sentirá cautivado por las aventuras y descubrimientos

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infantiles y compartirá las sensaciones de Blanca cercanas a la nostalgia, el desamparo, la necesidad de huir y la pérdida.

La memoria de Blanca genera tanta tensión narrativa como la que vive la protagonista al volver a As Covas y toparse con su pasado. Además, la autora logra equilibrar esa búsqueda incesante de la verdad a través de los ojos de Blanca con la investigación que lleva a cabo Lois Lobo. Las incógnitas que se muestran desde el principio se resolverán a lo largo de la novela sin perder nunca de vista una intriga creciente y diversos giros que causarán sorpresa en el lector. Con estilo tan directo como rico en metáforas y matices, Nada que perder es una oportunidad única para deleitarse con un thriller extraordinario que nos atrapa desde la primera hasta la última página. Una historia muy atlántica que conecta con las sagas de misterio nórdicas e irlandesas.

El título, Nada que perder, remite a un poema de Elizabeth Bishop. Porque todos empezamos a perder desde muy pronto. Perdemos cosas, perdemos personas a las que queremos, perdemos las llaves de casa, las gafas, la inocencia, perdemos el Norte… De eso trata en el fondo la novela. De eso y de cómo nos las apañamos para seguir adelante.

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