Somos agua que piensa
de Joaquín Araújo
En palabras del autor, «el agua participa en todos los acontecimientos biológicos y en buena parte de los geográficos. Este libro aspira a regar las sensibilidades en busca de cómplices de la primera materia prima de la vivacidad. No solo a través del infinito repertorio de destrezas, funciones y regalos que el agua nos hace, sino también desde la suprema utilidad que nos reporta el bien más público.
Sequías, contaminación, despilfarro, pero sobre todo el desastre climático están convirtiendo la sustancia más original del cosmos en algo cada día menos asegurado».
Es lo que Joaquín Araújo lleva haciendo casi toda su vida desde múltiples enfoques, experiencias directas, zambullidas y una mirada que, como él insiste, logra a través de esas dos grandes gotas de Agua con las que mira. Todo ello pensado y sentido por un cerebro, que como todos los nuestros, es casi todo él Agua.
María Zambrano le identifica al definir al poeta como «el hombre devorado por los espacios del bosque». De hecho vive, como campesino y pastor de cabras, en el seno de las arboledas de las Villuercas. Ha plantado tantos árboles como días ha vivido, unos 25.000. Ha sido comisario y autor de 30 exposiciones, director y/o guionista de 340 documentales y ha hecho unos 5.000 programas de radio y dado unas 2.500 conferencias. Su permanente compromiso con la defensa de la Natura ha sido reconocido a través de 51 premios, entre los que destaca haber sido el primer español premiado con el Global 500 de la ONU y con el Wilderness Writing Award y también el único español dos veces galardonado con el Premio Nacional de Medio Ambiente. Con todo ello pretende el acaso imposible de salvar a lo que nos salva: los bosques y su decisiva aportación a la VIDA.
PROPÓSITO DE SER HONTANAR «[…] Tengo el propósito de imitar a los hontanares, entre otros muchos motivos, porque lo que identificamos como la peor amenaza de todos los tiempos tiene mucho que ver con nuestras ideas y conductas a la hora de usar Aagua. La catástrofe climática, generalizada y casi imparable, resulta inseparable de la íntima conexión, casi equivalencia, que el clima tiene con Aagua. Es más, si cabe identificar a una trinidad esencial esta sería la que forman, con múltiples confluencias y fusiones, Aagua, clima y Vida. O si lo prefieren: Aagua es la vida del clima. La Vida es el logro del Aagua y el clima. El clima es la vida de la Vida. Pero, como antes de poder regar hay que ser gota en el mar, en la nube, desmayarse con la lluvia, fecundar a la tierra y hasta manar con los manantiales, resulta imprescindible que confluyamos con la gran nómada de este planeta. Que, como coherentes partes del mismo ciclo hídrico, acompañemos a Aagua en su incesante circular por dentro y por fuera de todo lo esencial. Aagua, en efecto, ha convertido a este planeta en el de la Vida. Nada nace que no haya nadado antes o que no le haya nadado por dentro Aagua. Lo no mojado no vive.»
MANAR CON LOS MANANTIALES «Si vas a ver cómo nace el agua escucharás la mejor historia. De hecho, será la Vida la que te cuente su primer paso, su palabra inicial, su propio alumbramiento. El manantial es el primer comienzo, el principio de largas, infinitas historias. La tuya incluida. Motivo más que suficiente para acudir con mucha frecuencia a ver uno de los mayores espectáculos del universo. Pasar, al menos unos minutos, contemplando surgir lo esencial calma la sed más profunda sin que siquiera tengas que inclinarte a besar lo fluente por estrenar. Los ojos beben mucho más que la boca y suelen saciarse con ese quedar deslumbrada de Aagua al contactar con lo exterior. […] »
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