Todos sabrán mi nombre

Tony Gratacós es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Su posterior formación académica en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) le permitió adentrarse en el sector audiovisual, donde ha ocupado puestos de responsabilidad en Antena 3 TV, y en The Walt Disney Company, participando en el lanzamiento de Disney Channel en España y Portugal como director de Programación y Producción. Nadie lo sabe (Destino, 2022) fue su primera novela. En 2024 publica Todos sabrán mi nombre.

¿Qué sucedió con ese tesoro? Diego de Soto está dispuesto a descubrir la verdad, sin saber que lo que encuentre lo conducirá al lugar del que ha querido huir desde el inicio: el corazón del Imperio español.

Una apasionante aventura en búsqueda de la verdad que puede destruir un imperio. La nueva novela del escritor de Nadie lo sabe. Más de 25.000 lectores

“¿Cómo edificar un mundo nuevo con palabras viejas? Envidia, placer, ambición, soberbia, inocencia, muerte. Todas caben bajo el nombre de un dios, bajo el nombre de un diablo: Hernán Cortés”.

El joven cronista Diego de Soto está dispuesto a descubrir la verdad, sin saber que lo que encuentre lo conducirá al lugar del que ha querido huir desde el inicio: el corazón del Imperio español.

Tenochtitlán, 1525.

El joven cronista Diego de Soto, desilusionado con las cloacas de poder del incipiente Imperio español, decide embarcarse en una expedición y dejar atrás su vida en la corte de Carlos V. Pero una inesperada tormenta obligará a su nave a cambiar el rumbo, separarse del resto y refugiarse en las costas orientales del continente que acaba de conquistar Hernán Cortés con tan solo quinientos hombres.

Nueva España, la llaman algunos. Una España en la otra orilla del océano. Más salvaje en su belleza, más terrible en el horror cuando los hombres deciden ser dioses. ¿Qué hace Diego de Soto ahí? Debería estar en otro lugar, en otro sitio, pero el destino lo ha dejado caer en esta parte del mundo, para que luche con su pluma y construya con palabras la verdad de un mundo nuevo.

«Aquí el mundo se ve distinto. Hay poder, aquí hay gloria. Y nosotros no podemos destruir las huellas del mundo que acabamos de descubrir.»

De la noche a la mañana, De Soto consigue hacer realidad un sueño: conocer a Hernán Cortés, el legendario conquistador del Imperio azteca. Él, que había entrado de puntillas en ese mundo de poder e influencias, tendrá la posibilidad de aparecer en las crónicas junto al más grande y de construir con palabras mundos capaces de atravesar el tiempo. Todos sabrán su nombre.

«Escribid y desnudad a Cortés como lo hicisteis con Elcano.»

Igual que en su anterior aventura, Elcano había acabado resultando ser un hombre vestido de héroe; para Diego de Soto, Cortés no podía ser diferente. Diego de Soto no es capitán de nave alguna, solo un joven cronista con la suerte, o la desgracia, de que el mismo Cortés desee que sea él quien escriba las crónicas de sus gestas consciente de que «se vence con la espada, pero se conquista con las letras». Cualquier hombre inteligente sabe que entre los hechos y las palabras puede mediar un abismo. Si no son ellos lo que cuentan lo sucedido en estas tierras, vendrán otros a contarlo, y lo que dirán será mentira, todo en su propio beneficio.

«Sin palabras que lo cuenten, toda nuestra gesta, la sangre que derramamos por esta tierra, la gloria que supimos dar a Dios a pesar de nuestras miserias, dejará pronto de existir. ¿Y quién fue Cortés?, se preguntarán, ignorantes, las futuras generaciones, huérfanas de su pasado porque un rey mandó silenciar nuestra historia.»

Al Diego de Soto cronista se le permitirá adentrarse en los pasadizos del palacio y tendrá acceso a conocer de primera mano la verdad de Cortés: hombre, santo, dios... ¿Qué era en realidad Hernán Cortés, rey de los aztecas? Pronto la admiración con la que atracó en estas tierras se convertirá en sospecha, pues una serie de asesinatos pretenden acallar lo que ocurrió ocho años atrás, cuando los españoles se vieron obligados a abandonar Tenochtitlán y perdieron para siempre el famoso tesoro de Moctezuma. «Nuestros antepasados lo custodian, y su sombra os perseguirá por siempre si cedéis a vuestra ambición.»

¿Era su verdad la misma que la de Moctezuma? ¿Estaba su verdad escondida en los tesoros hundidos en el puente de la calzada de Tacuba? ¿Era su verdad la misma que esgrimían quienes habían sido obviados en el reparto de unas tierras que todos habían conquistado? ¿Era su verdad la que había enterrado?