Diario del asco

«Odio a mi padre. Quien venga buscando un bonito relato sobre el amor filial que se largue. Vengo a contar mi historia. No digo que sea justa, pero es la mía. La única que conozco.»

Dijo García Márquez que la primera frase marca la respiración del libro, y personalmente creo que esta primera frase que ha escrito la autora Isabel Bono (Málaga, 1964), altera la respiración y nos advierte de que podemos, incluso, morir de asfixia.

No conocía a esta autora, de hecho, Diario del asco (Tusquets) es su segunda novela. Bono tiene una larga trayectoria como poeta, y en 2016 recibió el premio Café Gijón por su primera novela, Una casa en Bleturge (Siruela).

Cuando le preguntan si poeta o novelista, la autora siempre responde que «narradora», pero lo cierto es que a pesar de que su última obra es prosa, la poesía brota en cada una de las páginas de esta historia. Y creo que es bueno, es su sello, y pocas cosas más valiosas puede tener un escritor que un sello propio.

En Diario del asco, Mateo, su protagonista, vuelve a casa con las muñecas vendadas y la certeza de que ha fracasado en todo: familia, matrimonio, trabajo y hasta en la manera de quitarse la vida. Entonces, Mateo, aconsejado por su psiquiatra, escribe un diario como forma de tratamiento y lo titula Diario del asco.

«Ojalá vierais la vida como yo la veo. Para mí todos estamos muertos desde el principio. Por eso, no busquéis lágrimas en mis ojos. Por eso, no me da pena la muerte. Y no es que al morir de verdad crea que comienza la auténtica vida, no. Cuando morimos seguimos muertos, pero más.»

El suicidio y la muerte son dos de los temas sobre los que Mateo escribe en su diario, pero también cuenta la historia de su infancia (con una madre que también se suicidó) y escribe sobre un amor (con aires de Lolita) que lo atormenta a diario y sobre el sentido de la vida en una sociedad sometida a la obligación de ser felices.

El libro no está estructurado en capítulos. Es un diario en el que se amontonan los pensamientos y las vivencias del protagonista, como si las palabras hubiesen caído sobre las páginas sin orden alguno. Frases cortas, versos, pequeños relatos que conforman la voz de un personaje bien logrado, una voz tan real que sigue susurrándonos aun cuando demos por finalizada la lectura.

Por Aránzazu Gordillo (ver reseñas)
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