Una videollamada con Terry Mcmillan sobre la amistad, la comida de consolación y su nueva novela

KILEY REID para TIME

Cuando Terry McMillan aparece en mi pantalla, me dice que nunca ha usado FaceTime. Yo estaba nerviosa por conocer a la autora que se ha estado sumergiendo de cabeza en las complejidades de las amistades, las relaciones románticas y las estructuras de clase de los negros durante más de 30 años. Había visto la adaptación a la gran pantalla de Cómo Stella recuperó la marcha con mis amistades. Había estudiado el diálogo entre grupos de mujeres en Esperando un respiro mientras trataba de escribir los míos. Y me encantaron sus entrevistas en Oprah y The Daily Show, en las que demostraba sin esfuerzo alguno inteligencia y pasión.

A través de la pantalla del móvil, le respondo a McMillan que yo tampoco había usado FaceTime nunca, y que había sentido la necesidad de maquillame para hablar con ella. Ella confiesa que le ha pasado lo mismo y nos decimos que estamos estupendas. Llevábamos mucho tiempo planeando reunirnos así por conveniencia, pero el COVID-19 nos ha hecho darnos cuenta de que esto podría transformarse en una norma temporal.

McMillan, de 68 años, se parece mucho a sus personajes en su ingenio y su capacidad de sorprender y de consolar. Hablar con ella es como hablar con una vieja amiga, que es la misma experiencia que ofrece en su última novela, No pienso ir cuesta abajo. Su duodécimo libro cuenta la historia de Loretha Curry y su grupo de amigas de sesenta y tantos que afrontan juntas las relaciones, la pérdida y el envejecimiento. McMillan explora las estaciones del duelo y el renacimiento tal y como suceden fuera de las páginas: con humor, con corazón y nos guste o no.

 

¿Qué querías lograr con esta novela que difiriera de las anteriores?

No sé si diferirá en algo de las otras. Siempre he creído que los personajes tienen que pasar por algo, así que los pongo en situaciones que les supongan un desafío: emocional, psicológico, espiritual, sexual, financiero. Tienen que averiguar cómo superarlo: no van a poder sortear el obstáculo. Y cuanto más se mientan a sí mismos, más difícil les va a resultar.

Como escribes sobre grupos de amigas, muestras en un mismo entorno muchos cuerpos, opiniones y voces diferentes. ¿Cómo aúnas tantas personalidades atrevidas en una sola escena?

Antes de empezar a escribir, conozco a mis personajes. Les hago fichas de personaje. Dan una idea general de lo que piensan, de cuáles son sus debilidades. Solía darles un signo del zodíaco, es decir, les daba los rasgos típicos de Virgo, por ejemplo. A veces no funciona, pero es un buen lugar por el que empezar. Loretha tiene una opinión sobre todo el mundo. Eso es lo que me gusta de los negros: te dicen cómo se sienten. Cuando estoy escribiendo un personaje, me aseguro de que cada uno tenga su particularidad. Tienen que ser diferentes; si no, son aburridos.

En Tenemos que hablar de Kevin, de Lionel Shriver, hay una escena en la que la protagonista dice que hay un momento en el que conoces a tu hijo por primera vez, y no es cuando le das a luz. ¿Tus personajes están viviendo algo parecido?

Sí, muchos de nosotros creemos conocer a nuestros padres y a nuestros hijos cuando no es así, y a veces, para conocerlos, tiene que suceder algo que hace que uno de los dos, o los dos, se sienta débil y vulnerable. Hay un momento en el que eres muy vulnerable y ya no puedes escapar de ello, y ahí es cuando vemos nuestro reflejo en el espejo. Te das cuenta de que no solo los demás tienen defectos, sino que tú también. Y eso equilibra las cosas y te resulta más fácil quererlos.

¡Eso es precioso!

Es la verdad. Juzgamos a los demás con demasiada dureza.

¿Cuándo supiste que eras adulta?

Cuando tuve que pagar impuestos. Y cuando no tuve que pedirle opinión a mi madre.

¿Cuándo sucedió eso?

Hace muchísimo tiempo.

La hija de Loretha lucha contra una enfermedad mental. Sé por experiencia que muchas familias negras sienten que hay ciertas cosas que «no hacen»… como la terapia. ¿Fue un desafío reflejar estos puntos de vista complejos?

Sí y no. Conozco a un montón de afroamericanos a los que la terapia siempre les dio miedo y no se dieron cuenta de que la necesitaban: el alcohol, las drogas y otras cosas no les estaban ayudando a resolver sus problemas. Hoy en día hay muchos más afroamericanos que comprenden y respetan el valor de buscar ayuda. No hay de qué avergonzarse, y no debería avergonzarnos tampoco hablar de ello. Soy una firme defensora.

Una de las cosas que más me gusta de esta novela es cómo se centra en la comida. Encontramos tantas cosas en la comida: su poder, su celebración, su consuelo.

«¿Qué estás cocinando hoy?», «¿Qué vas a servir en la fiesta?», «¿Qué vas a comer?». Uno o dos de mis personajes siempre está preocupado por el peso. Loretha casi deja de ir a su médica porque le dice lo que tiene que dejar de comer. Se pone en plan: «No puedo dejar la tarta de melocotón, ¿estás de broma?». Hay mu- chas novelas en las que nadie come.

Tengo que preguntarte cuál es tu comida de consolación.

Pues era la tarta de melocotón, pero dejé el azúcar. Sigo comiendo patatas fritas, pero ya no tanto como antes.

Una de las cosas que más me gustan es conocer los puntos de diva de las escritoras. ¿Tiene alguno?

Bueno, me acabo de comprar unos Jimmy Choo.

¿De qué color?

Ay, cariño, son muy chulos, de terciopelo sexy, como de un verde amarillento. Tiene brillantes alrededor de las suelas.

Antes de alcanzar el éxito, ¿escribiste otras novelas que no vieron la luz del día?

No. Los tiempos han cambiado mucho. Mi primer libro, Mama, se publicó hace más de 30 años, y en aquel entonces yo me en- cargaba de mi propia publicidad. Me enteré de que no iba a hacer gira de presentación de mi libro Estados Unidos. A los escritores negros eso no se les daba. Había un grupúsculo literario, todos blancos, y eran quienes se iban de gira. Me enteré de que yo no y pensé: «¿Perdona?». Le dijeron eso a la persona equivocada. Fui pro-activa y agoté mi primera tirada.

¡Eso es muy difícil!

Monté mi propia gira de presentación. Conseguí los nombres de las librerías de la parte de atrás del diccionario. No había redes sociales, pero funcionó.

¿Cómo te arreglas con los plazos?

Intento cumplirlos en la medida de lo posible, pero no me vuelvo loca tampoco. Mis personajes dictan el ritmo de la historia. Si a uno de mis personajes le rompen el corazón, a mí también. Soy incapaz de levantarme una mañana e ir a un capítulo nuevo en el que el personaje esté columpiándose o algo así. A veces la gente no entiende que escribir es un viaje emocional y que es agotador. Puede ser inspirador, alentador, pero a veces tienes que tomarte un descanso. Si un personaje moría, yo estaba en su funeral.

¿Qué libro has leído más de una vez?

Cien años de soledad. Pero me gusta un escritor llamado Ring Lardner. Fue él quien me ayudó a comprender mi voz. No recuerdo cómo di con su libro Haircut & Other Stories, pero me lo llevé. Comienza con un sujeto hablando; no sabes quién es. Durante toda la historia nos habla de su ciudad. Para el final, lo sabes todo de él. Me liberó. Me enseñó que puedes contar una historia de cualquier manera y salirte con la tuya.

Me encanta que no recuerdes cómo lo encontraste. Es como si él te hubiera encontrado a ti.

Cariño, cuando has cumplido 68 años hay muchas cosas que no recuerdas.

¿Tienes algún grupo de Whatsapp con tus amigas?

Claro. Esta mañana: «¿Qué tal aspecto tengo? ¿Estoy ridícula? ¿Me he puesto demasiado maquillaje?»

Si estuviera en ese grupo y le pidiera a tus amigas «Describid a Terry», ¿qué me dirían?

«Es una bocazas. Una. Bocazas. Pero si abre la boca es para decir algo importante, no para tener razón. Solo para decir algo importante».

No pienso ir cuesta abajo
de Terry McMillan

Publicación: 25 de junio de 2020
Editorial: Alianza Editorial
Páginas: 424
ISBN: 978-8491818175
Traductor: Miguel Marqués

A veces la vida nos obliga a cambiar de planes

Loretha Curry se siente plena. La víspera de su sexagésimo octavo cumpleaños, hace repaso de su vida y se da cuenta de que tiene un floreciente imperio de productos de belleza, un grupo de amistades de toda la vida y un marido que todavía hace maniobras sorprendentes. Es cierto que Loretha pesa unos kilos más de los que debería, pero no es una de esas mujeres que cree que lo mejor ya pasó, y se muestra decidida a demostrar a su madre, a su hermana melliza y al resto del mundo que la opinión que tienen de envejecer es errónea: no todo el pescado está vendido.

Sin embargo, una pérdida inesperada lo pone todo patas arriba y Loretha deberá hacer acopio de fuerza, recursos y determinación para seguir persiguiendo la alegría y cartografiando nuevos caminos. Con una ayudita de sus amigos, claro.

«No podía cerrarlo. No solo lo recomendaría, sino que se lo he regalado a mi madre para su próxima lectura». BuzzFeed

«Un retrato divertido y honesto de una mujer que, en su madurez, encuentra nuevas oportunidades. Una novela que consuela como una amistad de toda la vida». San Francisco Chronicle

«McMillan demuestra una vez más que es una maestra escribiendo diálogos habilidosos de mujeres fuertes e inteligentes que saben reírse ante la tragedia en lugar de ser consumidas por ella». Associated Press

«Viva, perspicaz. Esta deliciosa novela equilibra la inspiración para el cambio con las duras verdades de la vejez». Publisher’s Weekly

TERRY MCMILLAN, considerada como una de las figuras más destacadas de la literatura afroamericana actual, nació en Míchigan en 1951 y estudió Periodismo en Berkeley. Es autora de varios libros superventas que han alcanzado los primeros puestos en Estados Unidos: Esperando un respiro (con más de cuatro millones de ejemplares vendidos), De cómo Stella recobró la marcha, Un día más y un dólar menos, La interrupción de todo o Casi me olvido de ti, publicada por AdN en 2017. Sus últimas siete novelas han aparecido en la lista de libros más vendidos de The New York Times y cuatro de ellas han sido llevadas a la gran pantalla. Terry McMillan vive en la actualidad en California. También disponible de Terry McMillan en AdN: Casi me olvido de ti.

Contenido original de la editorial Alianza Editorial

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