Alberto y la ballena
de Philip Hoare

Publicación: 20 octubre 2021
Editorial: Atico de los Libros
Páginas: 360
ISBN: 978-8418217449

Biografía del autor

Philip Hoare formó parte del movimiento punk de Londres en la década de 1970. Cambió la música por las letras y en 1990 publicó su primer libro, Serious Pleasures: The Life of Stephen Tennant. Leviatán o la ballena (Ático de los Libros, 2010) lo confirmó como uno de los grandes talentos de la nueva narrativa inglesa y le valió el premio BBC Samuel Johnson de 2009 al mejor libro de No Ficción publicado en el Reino Unido. Tras El mar interior, mezcla de biografía y guía de viajes por Inglaterra, las Azores, Sri Lanka y Nueva Zelanda, y El alma del mar, que aborda la relación entre el planeta del agua y la sensibilidad artística con su acostumbrada maestría literaria, Alberto y la ballena es una fascinante reflexión acerca del vínculo entre el arte, la naturaleza y el poder de la imaginación.

Sinopsis

Durero y cómo el arte imagina nuestro mundo

Un viaje caleidoscópico a través del mar, el arte y la vida. En 1520, Alberto Durero, el artista más famoso del norte de Europa, zarpó ansioso hasta Zelanda, una de las doce provincias costeras de los Países Bajos, para ver por primera vez una ballena. Nadie pintaba o dibujaba el mundo como él y sus representaciones capturaban el frágil espíritu de las bestias, las personas y la naturaleza. Su arte fue una revelación que ha perdurado hasta nuestros días: nos mostró quiénes somos y predijo nuestro futuro. Sin embargo, Durero estaba hundido en la melancolía: acababa de perder el respaldo de su mecenas, el sacro emperador romano, y deseaba conocer mundo. En este momento de su vida, la ballena se convirtió en su ambición final. Esta es la historia de un genio en busca de su propio Leviatán, y nadie mejor que Philip Hoare para relatar este fascinante viaje a través del arte y el mundo que nos rodea y que explora el fuerte vínculo entre la pasión creativa y la naturaleza, desde el taller de un visionario hasta el océano. Desfilan por sus páginas alquimistas medievales y poetas modernistas, emperadores excéntricos, almas rebeldes y artistas proféticos cuyas vidas y aventuras nos llevan a preguntarnos qué es real y qué es fantasía en el arte, y si este tiene el poder de salvarnos.

Nota de prensa

Esta es la historia de un genio en busca de su propio Leviatán, y nadie mejor que Philip Hoare para relatar este fascinante viaje a través del arte y el mundo que nos rodea y que explora el fuerte vínculo entre la pasión creativa y la naturaleza, desde el taller de un visionario hasta el océano. Desfilan por sus páginas alquimistas medievales y poetas modernistas, emperadores excéntricos, almas rebeldes y artistas proféticos cuyas vidas y aventuras nos llevan a preguntarnos qué es real y qué es fantasía en el arte, y si este tiene el poder de salvarnos.

Maravillosamente escrito, extraño y fascinante, poético, erudito y lleno de luz, Alberto y la ballena es una soberbia exploración del acto creativo y del impulso artístico. Hoare, uno de los autores de nature writing más fascinantes de la literatura contemporánea, nos ofrece un extraordinario relato sobre Durero, pero también sobre sí mismo, el mar y los monstruos y mitos de la imaginación.

Extractos

Alberto Durero, hijo de Alberto Durero y su esposa, Barbara, nació en Núremberg el 21 de mayo de 1471, siendo el tercero de dieciocho hijos, de los cuales solo cuatro llegarían a la edad adulta. Su padre era húngaro; el apellido original de la familia, Türer, procedía de su pueblo, Ajtas, y estaba relacionado con la palabra que significaba puerta. En su juventud, él también había viajado a los Países Bajos para aprender de sus grandes pintores. De vuelta en Núremberg, se convirtió en orfebre del emperador Federico III, pero no dejó de ser un artesano y siempre fue consciente de su condición. Era un inmigrante. […]

1493. Veintidós años de edad. Pálido, con rizos cobrizos y un vello facial lleno de calvas; por mucho que lo intente, no se le cierra la barba. Es inmaduro, astuto y tímido. Sentimos afinidad hacia él porque está cara a cara consigo mismo. Los muchachos como él siempre están alerta, recelosos de la manera en que los mira la gente. A él no le importa. No es un cuadro cómodo. No pretende serlo. No es contemplativo ni racional, sino que es tenso y perturbador; es un cuadro para un amante, solo que el amante es él. Este es el primer autorretrato de un artista pintado porque sí. Un hombre nuevo. […]

El Renacimiento nació de la peste; el arte estaba fascinado con la muerte. Durero huyó a Venecia en busca de sensaciones para encontrarse con otra enfermedad: la sífilis, recién importada del Nuevo Mundo. No hay nada que tema tanto ahora, dijo. Muchos hombres se ven consumidos por ella y mueren. […]

¿Puede excluirse a Durero del registro de impulsos oscuros?, pregunta Waetzoldt en 1936. ¿Qué le hizo la infección? El arte lo volvió tan mortal como un dios. Se pinta a sí mismo desnudo, un tigre que enseña las garras, una criatura de la noche; un amante sublunar, desafortunado, iluminado austeramente en blanco y negro. No tenemos ni idea de a quién amó; ni siquiera sabemos si el amor existía por entonces. […]

 

Alberto y la ballena. Por Laura Cumming, The Guardian

Alberto Durero fue el primer gran turista en la historia del arte, viajando por Europa para ver gemelos unidos, oro azteca, góndolas venecianas y los huesos de un gigante de cinco metros y medio. Cruzó los Alpes más de una vez y viajó durante seis días en el gélido invierno de 1520 para ver una ballena en una playa de Zelanda. El barco estuvo a punto de naufragar, pero de alguna manera Durero salvó el día y finalmente llegaron a la orilla. pero la arena estaba vacía. La gran criatura se había alejado.

El magnífico libro nuevo de Philip Hoare toma su título de ese relato, pero solo como punto de partida. La narración pronto se convierte en un viaje completamente diferente, un viaje cautivador a través del arte y la vida, la naturaleza y la naturaleza humana, la biografía y las memorias personales. Los gigantes caminan por la tierra: Durero y Martín Lutero, Shakespeare y Blake, Thomas Mann, Marianne Moore, W. H. Auden y David Bowie. Hoare los convoca como Próspero; con su pluma hace magia y trae a la gente del pasado directamente a nuestro presente y desata visiones espectaculares en el camino.

El simple hecho de seguirlo a esa misma playa en Zelanda, por ejemplo, suponer fascinarse con sus descripciones de puertos desiertos, llanuras azotadas por el viento y aguas sombrías. Hoare ve las criaturas que Durero nunca vio, como si lo hiciera en su nombre. Ofrece la conmovedora revelación de que los huesos del gigante eran en realidad los de una ballena de Groenlandia, sabedor de lo que habría significado para el artista.

Cualquiera que esté familiarizado con su trilogía del mar, comenzando con el galardonado Leviatán o la ballena, conocerá la belleza líquida de la prosa de Hoare y su aparentemente ilimitado don para el testimonio y la intuición. Está tan asombrado por las maravillas de este mundo como Durero. Cada capítulo, no importa cuán amplio sea su cuerpo, se basa en una imagen particular de Durero —la liebre, el paciente galgo, los asombrosos autorretratos— y contemparlos de nuevo a través de los ojos de Hoare resulta extraordinario.

 

Críticas

«Hoare conjura como Próspero, con una pluma mágica que nos trae al presente a la gente del pasado. […] Alberto y la ballena es su mejor obra hasta la fecha».
Laura Cumming, The Guardian

«De Durero a David Bowie, una reflexión maravillosamente ecléctica de la relación entre naturaleza
y arte».
Michael Prodger,
The Sunday Times

Un libro maravilloso. Un viaje lírico hacia el mundo natural y el antinatural. […] Nos lleva desde las manos de un grabador hasta la monstruosa belleza que habita en el mar agitado».
Patti Smith

«Una obra maestra, un frenesí, un resplandor y, sobre todo, por razones que serán evidentes cuando el lector se zambulla en sus páginas, un día en la playa».
Simon Schama

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