Guaridas del lobo
de Xosé M. Núñez Seixas
Publicación: 31 marzo 2021
Editorial: Editorial Crítica
Páginas: 312
ISBN: 978-8491992912
Biografía del autor
Xosé M. Núñez Seixas (Ourense, 1966) estudió en las universidades de Santiago de Compostela y Dijon, y se doctoró en Historia Contemporánea en el Instituto Universitario Europeo de Florencia. Actualmente es catedrático de la misma materia en la Universidad de Santiago de Compostela; entre 2012 y 2017 lo fue en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich. Forma parte del consejo asesor y de redacción de varias revistas ibéricas e internacionales, como European History Quarterly, Passato e Presente e Historia Social. Sus investigaciones se centran en la historia comparada y transnacional de los nacionalismos y las identidades territoriales en Europa, los estudios migratorios, la historia cultural de la guerra y la memoria de las dictaduras. Entre sus obras más recientes están Camarada invierno. Experiencia y memoria de la División Azul (Crítica, 2016); con J. Moreno, Los colores de la patria. Símbolos nacionales en la España contemporánea (Madrid, 2017); con L. Gálvez y J. Muñoz, España en democracia, 1975-2011 (Crítica, 2017); Suspiros de España. El nacionalismo español, 1808-2018 (Crítica, 2018, Premio Nacional de Ensayo 2019); con E. Storm (ed.), Regionalism and Modern Europe: Identity Construction and Movements from 1890 to the Present Day (Londres, 2019); y (ed.), The First World War and the Nationality Question in Europe (Leiden/Boston, 2020).
Sinopsis
¿Qué hacer con el legado de un dictador tras su muerte o caída? Esta memoria conflictiva también incluye una herencia material, que va desde la tumba del autócrata a los lugares concretos vinculados a sus víctimas, pasando por el espacio público representado por el nomenclátor o los monumentos. Las guaridas del lobo repasa cómo la Europa contemporánea se ha enfrentado a sus propios fantasmas, cómo ha resignificado de modo particular los espacios estrechamente vinculados a la biografía y memoria del tirano, y cómo ha integrado ―no sin contradicciones― este pasado incómodo en su propio relato nacional.
España no ha sido ajena a esta problemática (in)digestión de los lugares de (des)memoria. A través del estudio comparado de casos tan diversos como Alemania, Portugal, Albania, Rumanía, Francia, Italia o Eslovaquia, Xosé M. Núñez Seixas muestra las dificultades compartidas para afrontar pasados traumáticos recientes, bajo las alargadas sombras de una galería de déspotas que se extiende de Hitler a Stalin, y de Ceausescu a Franco. Sin embargo, algunas particularidades españolas son todavía patentes en las recientes polémicas sobre el Pazo de Meirás o al mausoleo de Cuelgamuros. Todo ello evidencia la complejidad y la necesidad de enfrentarnos a través del conocimiento histórico a esos legados conflictivos de nuestro pasado.
Nota de prensa
Un estudio comparativo sobre la gestión de la memoria de un pasado aún demasiado presente.
EXTRACTOS DE LA OBRA
«La inspiración inicial para este ensayo provino de un hecho fortuito. En noviembre de 2017 el autor de estas líneas, recién reincorporado a la Universidad de Santiago de Compostela tras pasar cinco años en la Universidad Ludwig-Maximilian de Múnich, recibió el encargo de presidir la comisión de expertos constituida a instancias del Parlamento de Galicia, con el objetivo de estudiar las vías legales para que el Pazo de Meirás fuese de dominio público. Durante siete meses, un grupo de representantes de diversas instituciones y colectivos, así como historiadores y juristas, nos reunimos periódicamente para analizar los precedentes históricos y jurídicos del caso. […] Las experiencias acumuladas durante esos meses y las lecturas comparativas nos revelaron la existencia de un tema.»
Lugares de memoria, lugares de dictador
«España, año 2019. Dos hechos marcaron el retorno de la memoria del franquismo al primer plano de la actualidad. Por un lado, la demanda judicial de la Abogacía del Estado contra los descendientes de Francisco Franco a mediados de julio, para reivindicar la conversión en dominio público del pazo —palacio rural o finca— de Franco en Meirás (Sada, A Coruna). Por otro, el traslado a finales de octubre de los restos mortales del dictador desde el mausoleo del Valle de los Caídos al panteón familiar situado en el cementerio estatal de Mingorrubio (El Pardo, Madrid).»
«Ambos hitos parecían presagiar el cercano fin de la excepcionalidad hispánica en lo relativo al ajuste de cuentas con el pasado dictatorial. Pero se trata de un proceso aún sujeto a fuertes vaivenes en función de los cambios de mayorías parlamentarias y del color político de los gobiernos. […] Los ritmos de la puesta en práctica de políticas de la memoria por parte de varios de esos Estados también fueron lentos y contradictorios, y en algunos casos no empezaron a ser efectivas hasta la década de 1980. Y los grados de pervivencia de las memorias de las dictaduras son asimismo específicos de cada caso.»
«Sin embargo, la problemática (in)digestión de los lugares de (des) memoria vinculados de modo íntimo a la biografía del dictador no es un fenómeno exclusivamente español. En la gran mayoría de las democracias que sucedieron a los regímenes totalitarios y autoritarios en Europa occidental después de 1945, y que fueron completadas por la “tercera ola” de la democratización, iniciada en la Europa meridional en 1974, continuada en América del Sur en los años ochenta y culminada desde 1990 en Europa centro-oriental, se registraron abundantes debates, incertidumbres, resistencias y dilemas.»
« […] como escribió Lenin, «dictadura significa […] poder sin restricciones y el uso de la fuerza, no de la ley».2 Por oposición a las democracias, no hay elecciones competitivas, el pluralismo político es inexistente o limitado, y también lo es la movilización de la sociedad civil. Solo desde arriba, a través de partidos únicos y organizaciones dependientes directamente de la cúspide del poder, puede tener lugar una movilización de las masas para refrendar o acompanar las orientaciones emanadas desde el vértice de la autoridad del Estado. A diferencia de la gran mayoría de los caudillismos o bonapartismos decimonónicos, las dictaduras del siglo XX se caracterizaron en general por aspirar a uniformar a medio y largo plazo el conjunto de la sociedad que regían […].»
¿Qué son los “lugares de dictador”? Esbozo de una tipología
« […] ¿Por qué los lugares de memoria vinculados de manera muy íntima a la biografía personal de los dictadores, los que hemos denominado “lugares de dictador”, son tan problemáticos de manejar en la gran mayoría de las sociedades posdictatoriales?»
«La respuesta sería triple. Primero, por el hecho de ser sumamente variados y de índole muy distinta los objetos, lugares o edificios que pueden devenir en espacio memorial personalizado de un dictador, y por tanto en polo de atracción, culto y reunión de sus partidarios y nostálgicos. Además, por ser entornos vinculados a la biografía del autócrata, también son muchas veces propiedad privada, esto es, pertenecen a su familia próxima o lejana, a sus viudas o a sus descendientes. Eso dificulta la intervención directa de los Estados democráticos, que por definición son Estados de derecho. Y, finalmente, porque en esos entornos la figura del que desde la distancia es un tirano o déspota se transforma casi de manera inconsciente en una persona cualquiera, al alcance de todos. Sin embargo, no por ello la sombra de su carisma desaparece de esos lugares. […]»
«Primero, la casa natal o paterna, o bien en la que transcurrió la infancia o adolescencia del que después se convertiría en supremo gobernante. Una casa con frecuencia remozada, y más de una vez reinventada o reconstruida para la posteridad. Serían, entre otros, los ejemplos de Adolf Hitler, António de Oliveira Salazar, Benito Mussolini, Enver Hoxha, Iósif Stalin, Josip Broz Tito o Jozef Tiso. Los dictadores podían vivir y morir en palacios rodeados de boato regio; pero a diferencia de los reyes, no habían nacido en ellos, sino que venían de un lugar común, del pueblo. De ahí también el papel crucial de su casa natal.»
La difícil (di)gestión de los lugares de dictador en las democracias
«Existe un consenso relativamente amplio y asentado, legitimado en buena medida por la jurisprudencia internacional desde 1946, alrededor de quiénes son las víctimas. Empero, es más complejo definir y delimitar quiénes son los perpetradores o victimarios en diversos grados. ¿Hasta dónde llega la obediencia debida, y dónde empieza la participación consciente? […]La culpa permanece, y su peso se transfiere al entorno circundante; pero también lo hacen la fascinación y el carisma; la compasión puede dar paso a la disculpa, al consabido argumento de que el supremo líder era bueno, pero sus subordinados o ministros desvirtuarían su voluntad, según el lema clásico de “Viva el rey y muera el mal gobierno”. Esa ambivalencia se convierte a menudo en un arma de doble filo para las democracias.»
« […] cabe recordar que allí donde la ruptura democrática con la dictadura fue explícita y abrupta, las musealizaciones y resemantizaciones de los espacios memoriales heredados fueron mucho más profundas y radicales que en los países donde la continuidad de las élites fue más manifiesta. Con todo, también en esos casos subsistieron amplias zonas de penumbra en lo relativo a la gestión de los lugares de dictador. […] ¿Cuáles fueron las soluciones que se debatieron y aplicaron en cada caso particular? […]»
*Contenido original proporcionado por Comunicación Área Ensayo CRITICA
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