La Galicia Mexicana
de Pedro Belmonte PEBELTOR

El mal triunfa cuando los hombres buenos no hacen nada, y no todo lo que importa sucede en las canciones. Hubo gente que necesitó de emigrar a México, saliendo de aquella Galicia en la que hoy conviven los coches de lujo y los jubilados pobres, más los días rotos y los hombres fatales con el brillo de las luciérnagas.

También mujeres cansadas de llenar sus espacios vacíos con cosas que no necesitan y personas que no les gustan, prefiriendo las crudas distancias que las tibias cercanías, y las ausencias que brindan paz a las presencias que se las quitan. Mujeres que saben que todo hombre lleva un distintivo, incluso ellas, algún símbolo de lealtad.

La Galicia donde solo el amor parece inquieto, esa del concello de Avión y parroquias vecinas, en las que discurre una vida monótona y sencilla sin grandes preocupaciones, y donde cuando uno se hace viejo no hay mucho de lo que asustarse, acumulando con celo los errores del hombre, con esa elegancia del viejo mundo, como si anduvieran errados al no desear seguir formando parte, muchos. Teniendo otro tiempo otras vidas que vivir.

Habiendo partido la mayoría pobres y analfabetos desde aquella Galicia atrasada y ruinosa, arcaica en sus explotaciones agropecuarias, que persistió de más en lo primitivo del aislamiento dándose de bruces con la incapacidad del campo gallego, además de dejarse vencer y convencer por el establecimiento de las cadenas migratorias, imitando a los afortunados o simulando haberla tenido (la fortuna), y cuidándose en el paisanaje o parentesco como forma de perpetuarse allende los mares.

Para ser Galicia, se juntaban las ganas de que lloviese, y mucho.

Galicia siempre era el sitio, se estuviera donde estuviera.

La verdadera Galicia y no esa mierda en la que lo habían convertido todo, con tribus de políticos y sus altavoces destetándolo todo, sin ni ser capaces entre todos de tener dos minutos de relativa conversación, dejando a un lado Twitter y esas mierdas.

Esa Galicia era cualquier cosa menos una comunidad turística. Avión y sus concejos daban miedo. Pareciera que hubiera una razón para todo en esa Galicia.

Lo que estaba claro es que esa Galicia estaba más que trabada en esa torpe intensidad del alma llena de alquileres y vidas. Porque la felicidad también era ignorar al mundo.

Ningún sentimiento era definitivo, ni lo bello y lo temible de esa Galicia.

La Galicia donde no había tanatorios ni morgues algunas. Avión y sus calles, calles que se llenaban de silencio en invierno para romperse sólo cuando llegaba el estío si nada había que decir. En México tampoco es que hubiera sucedido nada, ni donde los hombres aún decidían si las mujeres debían llevar o no sujetador. Lugares en los que la ropa de los muertos, de haberlos, habría de regalarse; y donde sería muy doloroso que una hija no quisiera a su madre.

Sobre el libro

La Galicia Mexicana: La pobreza que no se veía, de Pedro Belmonte PEBELTOR

¿Qué es?

Es la historia de la emigración de una parte de esa Galicia olvidada, arcaica, y donde si se daba la mano había que mirar a los ojos. A través de sus actos y rutinas, surgen los secretos de sus vidas, miserias y el dinero como especie que convive. La Galicia Mexicana es mucho más que una institución que rige a los gallegos en tal país. Nada es lo que parece hasta que encajan las piezas. Hay una micro-sociedad de personajes extremos, conciudadanos que utilizan su vida y sus muertes como pensamiento y negocios, a pesar de los esfuerzos por educar en la igualdad, ya fuera en la Galicia natal, como Avión (el pueblo de los helicópteros y de los ricos pobres), o América y la realidad cotidiana de México y las culpas primigenias. Son palabras contra el olvido, vulnerabilidades. Toda una sociedad en la que se había olvidado la experiencia del llanto. Y un mal lugar para ser mujer (todo lo que creían saber del amor podía ser falso).

¿De quién trata?

De Don Avelino, el patrón. Los fantasmas del pasado y el dinero siempre fueron la única compañía que nunca abandonó a las familias Vázquez-Raña, Dacasa, Reigosa, Mendes y otras tantas. Con muchos habiendo triunfado en México y sus negocios, vecinos heterogéneos y unidos. Seres de media sangre, de dos países. Quienes como ricos deben afrontar el retorno al pueblo, y el alter ego de las nuevas generaciones, que les recuerdan todo aquello que perdieron por el camino. Los lenguajes de la verdad aparecen y relacionan las pesquisas y la cotidianeidad. Albertito Dacasa tiene su propia conjura, y se enfrenta a ese Mendes que dirige el Centro Gallego en México. Aveliño, cual viejo carcamal, maniata y utiliza. Fue peluquero, y de todo. Margariña, su secretaria, lo sabía. Y Pío Cabanillas, u otros como Olegario. Xenaro y las brigadistas le investigan a él y a otros tantos. Todos gallegos, de esos rotundos concellos (de mansiones, ganado y tierras de labrar). Y cómo no mujeres y mujerzuelas: destacando Rosa. Rosita. Otra que quiere su venganza, madre de un hijo, como tantas otras (abocadas al infortunio y enconadas). Personajes sólidos y complejos. Cuya memoria siempre se aferra a la primera vez.

¿Cuándo se desarrolla?

Hacia el otoño e invierno de 2022, también cuando las fiestas patronales de Avión, momentos en donde se juntaban las fuerzas de las voces, de ricos y no tanto; dolor y violencia, sexo. Ocasiones que lo amplificaban todo, teniendo como excusa la tierra. Extraña condición humana.

¿Cómo se trabaja?

Se empieza conociendo la realidad de esa emigración. La necesidad. Y cómo se abrieron paso en México, algo no tan inmediato. Conllevó sudores, dramas y hasta generaciones. Más suerte. Después, la enérgica serenidad de hacerse notar, saber dónde faltaban y dónde sobraban, celebrando el ser gallegos (pecados de una España siempre en obras). Con México y sus supervivencias. Para al final, el desembarco a los pueblos de donde salieron en su mayoría.

¿Dónde sucede?

Oficialmente todo parte de Avión, un pequeño pueblo gallego, con sus hórreos y los coches de lujo. Y el México donde no había contemplaciones, siendo ellos inquilinos y conviviendo todos. Cima inalcanzable, y el dolor ajeno la nacionalidad más temida. Un pueblo donde todo el mundo sabía algo pero nadie lo sabía todo; y donde si los enseñaran a perder ganarían siempre.

¿Por qué?

Nadie se cree a estas alturas la patraña dulce y honrosa de morir por la patria. Todos tenían familia, y casi que hijos que había que encauzar antes o después. También envidias, rencores, algo imperecedero. Y la decadencia de los mayores prevaleciendo, uniéndose la generación más analógica con la más digital, y lo pesado del corazón. El único amor del que no se habían arrepentido de vivir, algunos. Porque la magia de cerca jamás se hacía de lejos, dando lugar a la amistad marcada por la rebelión y la búsqueda de la libertad más allá de la rígida jerarquía social del pueblo, pueblos, y el vano orgullo del vencido. La ocasión y la tentación, misma cosa. Y los buenos muebles hablando de una vida, exilios, protegiéndoles de la fealdad del mundo.

¿Para qué?

Para conocer aquello que aparentemente no era más que un viaje de pocos días de unos ricos a sus antepasados, en unas fiestas de verano. Personas que emigraron, sí. Y de ahí el arma del engaño: sus discursos, el/los imperios construidos, la bandera gallega y mexicana, y todas las decisiones tomadas, los infortunios y la fuerza de la voluntad o más bien la necesidad. Con el tiempo rompiéndose entre las manos como una flor seca, intentando estar en paz viviendo el presente, tejidos de idéntica naturaleza que los sueños. Y el valor huyendo de cualquier precio, necesitando todos de recuerdos para saber quiénes eran, no confundiendo el desencanto con la verdad. A sabiendas que los imperios se construían sobre sangre, demonios de sonrisa burlona.

¿Qué formato se aplica?

Se escribe en prosa, con la media verdad de esa historia, contextualizando y no sacralizando el mensaje de esos todopoderosos, oriundos, salvajes y extranjeros. Siendo Don Avelino el gran anfitrión, uno que no estaba viejo, estaba mayor, por años que tuviera. Y niños fingiendo querer las mentiras de los adultos; habitados por una nostalgia incomprensible, todos. El pueblo en el que cabía el mundo, un pueblo sumido en un silencio artificial. La pobreza que no se veía.

*Contenido original proporcionado por el autor

La Galicia Mexicana: La pobreza que no se veía
Autor: PEBELTOR

Editorial: Autopublicado

Publicado: 29 julio 2023

Páginas: 310

ISBN: 979-8854202916

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