Reseña del libro «La tormenta de Nicolle» de Irene H. Arauz.
Por Beatriz Alcaná.
La novela policíaca no es uno de mis géneros favoritos. De hecho, es probablemente mi género menos favorito de todos. Sin embargo, nunca le hago ascos a un buen libro de misterio, sobre todo si es de esos que evocan el espíritu de las historias de detectives de toda la vida, con su trama bien urdida y su intriga perfectamente dosificada para mantener al lector en vilo. La tormenta de Nicolle cumple con todos estos requerimientos, así que me alegro de haberla elegido como primera lectura de este mes de diciembre. Hasta diría que me arrepiento de no haberle hincado el diente antes.
La tormenta de Nicolle nos lleva a las calles de Sevilla de la mano de su protagonista, la propia Nicolle Beaumont, una joven acomodada que regresa a su casa familiar después de sufrir un desengaño amoroso en Barcelona, a donde se había mudado algunos años antes para estudiar Arte. El culpable de este disgusto no es otro que Eric, uno de sus profesores, con el que había mantenido una relación de lo más pasional, pero que resultó estar casado. No empieza bien la cosa para la buena de Nicolle. Al menos de vuelta al hogar se reencuentra con su familia y con sus amigos, y de paso conoce al atractivo y misterioso Leo, con el que parece tener mucho en común; para empezar, su pasión por el arte. Hasta aquí todo parece reencauzarse… hasta que una serie de robos de cuadros se cruza en su camino. Y es que el padre de Nicolle es el comisario encargado de la investigación. También el pasado de Leo amenazará con echar a perder su recién recuperada felicidad, y no lo hará menos un medallón que está en posesión de nuestra heroína y que guarda algún tipo de lazo con la sociedad secreta Mnosine.
La novela da lo que promete su sinopsis: mucha intriga, romance, una ambientación sugestiva y entretenimiento a raudales. La manera en la que la autora, Irene H. Arauz, va desgranando el suspense es delicada y a la vez conmovedora. No cae en barroquismos innecesarios, aunque sí sabe hacer un uso convenientemente estilístico del lenguaje cuando resulta oportuno. He agradecido que se haya apostado, sobre todo al principio, por un ritmo pausado. Parece que esto ya no se estila, y a mi modo de ver muchas veces es necesario para que un libro funcione y el lector se sumerja en la historia.
En lo que concierne a los personajes de La tormenta de Nicolle, no puede negarse que son rotundamente humanos. Olvidaos de buenos buenísimos y de malos malísimos. Si pensáis, por ejemplo, que Eric es un villano de pies a cabeza, olvidadlo. Para mí es, a pesar de sus sombras, el mejor construido. Nicolle, por el contrario, se me ha antojado a ratos demasiado sosa, pero supongo que es lo que cabría esperar de una muchacha que ha crecido en un entorno relativamente privilegiado y que está empezando a ponerse las pilas. Tampoco Leo me ha entusiasmado como principal interés amoroso de la protagonista, quizás porque ya tengo muy vistos a estos galanes que aparentan ser unos intensos de manual y que luego, en el fondo, resultan tener un corazón de oro. Ojo, que entiendo que mucha gente los adora. Solo advierto que, a mí, personalmente, ya me cansan un poco. En absoluto es algo que desmerezca el libro en su conjunto.
No es fácil etiquetar La tormenta de Nicolle. Conjuga con mucho acierto el misterio y el romance, así que puede satisfacer por igual a los aficionados a la novela policiaca o de detectives y a quienes busquen una historia de amor de las que les hagan emocionarse de verdad. En definitiva, es un libro idóneo para pasar una o dos tardes de lluvia disfrutando de una taza de té, de una manta calentita y de una lectura estupenda.
Por Beatriz Alcaná
@AlcanaBeatriz
Título: La tormenta de Nicolle Autor: Irene H. Arauz Editorial: LIBROS DE SEDA Publicado: 10 octubre 2022 Páginas: 304 ISBN: 978-8417626877 |