Los viajes más increíbles
de David Barrie

Publicación: 3 de marzo de 2020
Editorial: Editorial Crítica
Páginas: 304
ISBN: 978-8491992059
Traductor: Joan Lluís Riera

Biografía del autor

David Barrie creció en la costa sur de Inglaterra, donde se enamoró del arte de la navegación. A la edad de 19 años, David cruzó el Atlántico en un yate de 35 pies y al año siguiente compitió en la Carrera Observer Round-Handed Round Britain de 2000 millas. En 1981 navegó desde Lymington a las Azores y de regreso, y en 1984 participó como navegante en la China Sea Race desde Hong Kong a Manila. En los últimos años ha navegado por las islas Hébridas, Noruega, el Caribe y Columbia Británica. Es fellow del Royal Institute of Navigation y del Royal Cruising Club. David estudió Psicología y Filosofía en la Universidad de Oxford y, desde entonces, su vida laboral ha sido variada: marinero en un ferri, diplomático, analista de inteligencia, gestor cultural y activista. Es sobrino bisnieto del dramaturgo J. M. Barrie.

Sinopsis:

Todos nos hemos maravillado viendo bandadas de pájaros que vuelan ejecutando lo que parece ser una danza, u observando cómo las cigüeñas anidan cada año en los mismos lugares. En esta obra aves, peces o reptiles encuentran su camino: escarabajos que se guían por la luz de la Vía Láctea; abejas que navegan usando patrones de luz invisibles para los humanos; tortugas marinas que encuentran su camino utilizando el campo magnético de la Tierra. También salmones que regresan a su lugar de nacimiento siguiendo su olfato, ballenas que nadan miles de millas mientras siguen un rastro de rocas o aves que vuelven a anidar en una pequeña isla después de atravesar un océano. Existe una gran diversidad de sistemas de navegación animal, que a menudo utilizan sentidos y habilidades desconocidos para los humanos.

ALGUNOS EXTRACTOS DE LA OBRA

«Basta con mirar a nuestro alrededor para ver animales, grandes y pequeños, humanos y no humanos, en marcha hacia algún lugar.» «Creo firmemente que debemos respetar a todos los animales y que, en consecuencia, debemos evitar a toda costa poner nuestras necesidades por delante de las suyas. Exactamente de qué modo decidimos qué experimentos con animales están justificados no es una cuestión sencilla, pero como mínimo deberíamos hacer todo lo que esté en nuestras manos para asegurarnos de no infligir dolor.»

LOS PRIMEROS NAVEGANTES

«[…] las primera formas de vida que aparecieron en nuestro planeta eran diminutas, y fueron las pioneras de la navegación animal.» «Hace unos 3.900 millones de años, la Tierra había empezado a calmarse y en lo más profundo de los océanos primigenios comenzaron a aparecer formas de vida simples […]. Entre aquellos organismos se encontraban las primeras bacterias. Para sobrevivir, tienen maneras de moverse hacia las cosas que necesitan (como alimento) y de apartarse de las que suponen un peligro para ellas (como el exceso de calor, acidez o alcalinidad). […] Esta forma tan sencilla de navegación se conoce como taxis […]. Un ejemplo simple del poder de la selección natural.» «[…] Aunque se cuentan entre los primeros navegantes magnéticos de la historia de nuestro planeta, los primeros ejemplos vivos no se encontraron hasta 1975. Curiosamente, su descubrimiento coincidió con las primeras demostraciones de navegación magnética en organismos mucho más complejos, como las aves.»

INUIT Y ABORÍGENES AUSTRALIANOS

«[…] los inuit de las regiones árticas se fían sobre todo de puntos de referencia terrestres para guiarse, por la sencilla razón de que no pueden contar con cielos despejados. En algunas áreas, como la costa de Groenlandia, no faltan imponentes elementos del paisaje que pueden apreciarse desde lejos: montañas, acantilados, glaciares y fiordos. En cambio, en regiones donde el paisaje es más uniforme, los inuit construyen sus propios puntos de referencia, a los que llaman inukshuks. Estos recuerdan figuras humanas y suelen colocarse en puntos altos con los brazos extendidos en dirección al refugio más cercano.» «Lo mismo puede decirse de los aborígenes de las tierras que hoy llamamos Australia. Llegaron allí por mar hace unos 50.000 años y, al igual que los inuit, han desarrollado sofisticadas habilidades de orientación que se basan sobre todo en el uso de puntos de referencia en el paisaje, y pueden seguir largas rutas por tierras salvajes con la ayuda de largas y complejas canciones.» «Aunque los urbanitas occidentales no pueden pretender comprender las íntimas relaciones que establecen los aborígenes australianos y los inuit con el paisaje en el que habitan, es probable que nuestros propios antepasados lejanos usasen métodos de orientación parecidos.»

PECES

«La gente tiende a menospreciar a los peces, y no solo porque vivamos en el aire por encima de ellos. Ante nuestra superficial mirada, parecen fríos, viscosos y francamente lerdos. ¿Por qué si no serían lo bastante tontos como para morder el anzuelo o nadar hacia una red? Pero en esto, como en muchos de nuestros prejuicios, solo ponemos de manifiesto nuestra ignorancia. Como son mucho más difíciles de estudiar en estado salvaje que los animales terrestres, nuestra ignorancia sobre los peces todavía es muy profunda, pero una cosa sí sabemos: cuando nadan no se mueven al azar, y entre sus herramientas de navegación destacan puntos de referencia de varios tipos.» «Al parecer, los peces que viven en las corrientes no prestan demasiada atención a objetos no permanentes como las plantas porque son arrastradas por la corriente demasiado rápido como para servir de puntos de referencia. Los peces de estanque, en cambio, pueden fiarse de que las cosas se quedarán en su sitio, así que han aprendido a prestarles más atención.»

AVES

«Las aves pueden viajar a largas distancias, así que se enfrentan a problemas de navegación especialmente difíciles, pero cuentan con una vista excepcional, además de otras herramientas que las ayudan a orientarse.» «[…] Pero hay una [ave] en particular que es todo un prodigio en el uso de puntos de referencia. […] El cascanueces americano solo consigue sobrevivir a los largos inviernos en las montañas gracias a que hace acopio de semillas durante los meses de verano, igual que las ardillas. Pero como no tiene una pluma de estúpido, no las guarda todas en un mismo lugar […].» «Una sola ave puede llegar a esconder más de 30.000 semillas en hasta 6.000 escondites distintos. Y tiene que recordar todos esos lugares durante muchos meses. Su memoria, aunque no perfecta, es prodigiosa […].» «[…] Al parecer, el ave toma nota de pequeños puntos de referencia situados alrededor de cada escondrijo y puede recordar las relaciones geométricas entre ellos.» «[…] Encontrar un escondrijo probablemente sea un proceso de dos fases. Primero el ave identifica los alrededores del escondite mediante algún tipo de proceso de identificación de imágenes en el que utiliza elementos del paisaje de tamaño grande, y luego centra su atención en objetos de menor tamaño y más cercanos a su almacén que le ayuden a determinar su posición exacta.»

MURCIÉLAGOS

«En contra de lo que suele creerse, los murciélagos no son ciegos y muchos de ellos gozan de buena vista. Algunas especies migratorias viajan miles de kilómetros y, como es obvio, la capacidad de identificar puntos de referencia lejanos es de vital importancia para ellos.» «Hace algunos años, unos científicos israelíes sacaron de su cueva a unos murciélagos frugívoros, los equiparon con dispositivos de seguimiento por GPS y los soltaron en un cráter del desierto a unos ochenta y cuatro kilómetros de distancia. A algunos de los murciélagos los soltaron en el fondo del cráter, y a otros a mayor altitud, en el borde del cráter. Aunque la localización del cráter no les era familiar, la mayoría de los murciélagos lograron encontrar el camino de vuelta a su cueva.

Los dos grupos de murciélagos regresaron con la misma tasa de éxito, pero se comportaron de manera bastante distinta al inicio de su viaje. Los que se soltaron en el fondo del cráter, que al principio no podían ver el paisaje de alrededor, dieron vueltas desorientados hasta que por fin se dirigieron a su cueva, mientras que el grupo soltado en el borde del cráter se dirigió de inmediato a su escondite. Daba la impresión de que los murciélagos usaban puntos de referencia de gran tamaño, por ejemplo montañas lejanas, y fijaban su posición respecto a estas, igual que haría un excursionista con un mapa y una brújula.»

EL SOL COMO BRÚJULA

«El primer reto para todo navegador, humano o no, es asegurarse de tomar la dirección correcta. Es el proceso que se conoce propiamente como “orientación”. Los puntos de referencia visuales suelen proporcionar las pistas necesarias, pero si uno se encuentra en un lugar que no le resulta familiar, o en mar abierto donde no hay puntos de referencia, se necesita algún tipo de brújula. […] Así pues, al menos en teoría, el Sol puede ayudarnos a averiguar en qué dirección nos movemos.» «Sin embargo, usar el Sol como brújula no es fácil. A medida que la Tierra gira sobre su eje, el Sol traza un arco por el cielo, y los puntos del horizonte por donde sale o se pone, así como la «altura» de su recorrido, dependen de la latitud y del momento del año.» «El recorrido del Sol por el cielo viene definido por los cambios en su acimut, que es el ángulo entre el norte verdadero y el punto del horizonte que se encuentra debajo del Sol siguiendo la vertical.»

ABEJAS DEL SUDOR

«Von Frisch descartó la posibilidad de que las abejas siguieran una pista aérea de olor, quedó claro que las abejas debían de, en efecto, responder a información sobre la distancia. Además, parecían mostrar preferencias direccionales. ¿Acaso era posible que las danzas de las exploradoras transmitieran información, no solo acerca de la calidad de una fuente de alimento, sino también acerca de su distancia y dirección desde la colmena?» «Y en el verano de 1945 realizó unas observaciones si cabe más sorprendentes. Las abejas que regresaban de una determinada fuente de alimento por la tarde realizaban el segmento recto de su danza del meneo mirando hacia abajo sobre la superficie del panal, pero su orientación cambiaba de manera paulatina a medida que transcurría el día, y lo hacían en relación con el cambio de acimut del Sol.» «El propio Von Frisch resumió de este modo sus hallazgos: “Danzar directamente hacia arriba significa que hay que volar en la dirección del Sol para llegar a la fuente de alimento. Una danza del meneo hacia abajo significa que el camino hacia el alimento es en dirección exactamente opuesta al Sol.”» «Esto no solo era una prueba fehaciente de cierta forma de navegación por un astro en un insecto, sino también de la capacidad de la exploradora para “comunicar” la información sobre la ubicación de una fuente de alimento a sus compañeras de colmena, lo que todavía es más notable.»

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