Hombres a los que besé
de Chris Pueyo

Publicación: 31 marzo 2021
Editorial: Destino Infantil & Juvenil
Páginas: 120
ISBN: 978-8408240419

Biografía del autor

Christian Martínez Pueyo, conocido como Chris Pueyo, nació la nochebuena de 1994 en Sevilla aunque lleva toda su vida en Madrid. Los jóvenes creen que es poeta y los poetas, escritor de literatura juvenil. Terminó de estudiar obligado a crecer, ganó el certamen literario Maestro Miguel, vivió una temporada en Londres, trabajó de dependiente y volvió para estudiar Literatura General y Comparada hasta que debutó con su primer libro El Chico de las Estrellas (Destino, 2015), una de sus obras más especiales. Después dio su primer paso hacia la poesía con Aquí dentro siempre llueve (Destino, 2017) en un proceso de aceptación de la tristeza. Un año después formó parte en la antología de relatos contra el odio No te calles (Nube de Tinta, 2018) y escribió La abuela (Destino, 2019), la historia de una mujer traspasando la España negra del franquismo hasta llegar a la actualidad. Su estilo visceral y poético le ha llevado a dar charlas en universidades e institutos, a escribir artículos para el HuffPost, y a participar en festivales como el FIP (Festival Internacional de Poesía de Granada) y en iniciativas como #poesíaentusofá. Ha presentado sus libros en más de dieciocho ciudades distintas y ha firmado sus obras en ferias del libro como la de Madrid, Sant Jordi, Buenos Aires y Santiago de Chile. Hombres a los que besé (Destino, 2021) es su cuarto libro y segundo paso en la poesía, un libro de poemas ilustrado entre el verso libre y la décima que cuenta la historia de ese niño que crece lo suficiente como para trastear con el amor de boca en boca, que tropieza tantas veces como las que se levanta hasta llegar a un lugar donde perdonarse a sí mismo.

Sinopsis

Chris Pueyo se ha convertido en un hombre en este libro, aunque pocos saben que siempre lo fue. Solo un adulto es capaz de convertir la oscuridad en una cueva en la que refugiarse y hacer de una infancia complicada un cuento con el que dormirse cada noche.

El autor, igual de versátil que sus poemas, crece en Hombres a los que
besé al mismo ritmo que lo hacen sus versos, trabajados y buscados con ahínco, comprimidos en una precisión que solo dan la voluntad, el esfuerzo y el talento. Chris es un escritor con todas las letras, las mismas que conjuga para inventarse verbos que solo él conoce pero que no guarda, sino que comparte con todo aquel que tiene la valentía suficiente como para reconocerse en la mirada de otro.

Como si este libro fuera un espejo, Pueyo defiende la infancia desde la empatía, desmenuza cada detalle de su herida para perdonarla, asume el perdón sin esfuerzo como paso obligatorio en el crecimiento, se aventura en estructuras ya nunca más desconocidas. Uno se ve a sí mismo al leer Hombres a los que besé.

Chris Pueyo cuenta con una ventaja fundamental para defender su lectura: sus poemas tienen voz propia. Y esa voz, que es de color azul y brilla por encima de todos los hombres, le va a llevar a cientos de lugares maravillosos que nosotros, como lectores, vamos a disfrutar muchísimo, empezando por este poemario.

Elvira Sastre


El niño que creció

¿Y si nacer es comprender
que esta vida es una trampa?
Resbalas por una rampa
y te obligan a crecer.
Nunca supe lo que hacer
con la herida ni conmigo,
solo digo que esta huella
de mi tripa es una estrella
a la que llaman ombligo.
Después soplé cinco velas,
le saqué la lengua al Coco
por la cascada de mocos
mientras me crio mi abuela.
Sus manos fueron la escuela
más preciosa que he tenido,
y aunque a mi madre he querido,
nunca aprenderé a olvidar
cómo pudo encarcelar
mi infancia entre sus chillidos.
cómo pudo encarcelar
mi infancia entre sus chillidos.

¡Padres y madres del mundo
con la rabia en la garganta!
Un hijo no es una planta,
crecerá en un segundo
con el lío nauseabundo
de besarse con cualquiera
que le grite en la escalera
(como lo hicieron ustedes).
¿Cómo se cortan las redes
cuando el cazador se altera?
Luego vino el instituto
de las pasiones torcidas.
En la puerta de salida,
me pegué contra el más bruto
(no tardaron ni un minuto
en gritarme ¡maricón!).
Y yo, que soy contestón,
ahora quiero dedicarles
estos versos para darles
toda la puta razón.

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