Los prospectos de mis medicamentos
de Guillermo Lasheras

Muchas inquietudes atraviesan la trayectoria vital del actor Guillermo Lasheras. A las mismas les ha otorgado forma a través de la metáfora del «prospecto», párrafos que desgranan los efectos, adversos o no, de sus medicamentos. Lasheras combina su lado más visceral con planteamientos estratégicos y estructurados de todo aquello que le consterna.

El autor ha organizado sus textos en cuatro grandes apartados (el Amor; el Tiempo; el Arte y la Muerte), que presenta como medicamentos, que según él, consume a diario para sobrevivir.
Estos recorren sus intuiciones y pensamientos más profundos, tiene gran protagonismo el sentido de la existencia. Sin embargo, hace hincapié, como un guiño a los lectores, en que «No es bueno leer los prospectos de los medicamentos; no creo que te ayude saber sus efectos adversos. Si necesitas tomártelos, tómatelos, y depende de cómo reacciones, tendrás efectos adversos o no. Pero no los leas, descúbrelos».

Guillermo Lasheras nació en Malgrat de Mar (Barcelona) en 2001. Conocido principalmente por su faceta como actor en cine y televisión, en su filmografía destacan películas como la exitosa A través de mi ventana (Netflix) y las series Las del Hockey (TVE) y Boca Norte (RTVE), entre otras. Pero Guillermo es y hace mucho más. También tiene su propio taller de pintura y escultura, baila, canta y ahora publica su primer libro, lo que ha llevado a muchos a definirlo en ocasiones como “un artista total” o “un hombre del Renacimiento”. Además, combina su faceta artística con la empresarial. Es director ejecutivo de su propia productora (GLT Estudio) dedicada al desarrollo y la producción de contenidos audiovisuales y grandes eventos musicales. Pero si algo define realmente a Guillermo es su visión crítica del mundo que le rodea y su sutil y elegante sentido del humor, que usa como herramienta para el cambio, la comunicación y el bienestar. Lasheras defiende que la honestidad nos llevará a la plena felicidad o nos la negará en su totalidad. En cualquier caso, cree que esa y no otra será la llave para descubrir la verdad del mundo.

Sobre el libro

Dueño de una honda sensibilidad para el arte (también se dedica a la pintura), Guillermo Lasheras despliega en su primer libro tanto lirismo como desparpajo e ironía.

Introducción del autor
Siempre he evitado a mi madre la lectura de los prospectos.
Siempre lo he evitado, conocer efectos adversos que dependen de la circunstancia, lugar y momento. Que para dar un pequeño paso te hace conocedor del riesgo a retroceder cinco. Una incongruencia más de todo lo que hacemos y necesitamos para vivir. Ser valientes y consumir, asumiendo los riesgos.
No leas los prospectos; vive, arriesga y experimenta tus propios efectos adversos para los que necesitarás nuevas recetas, medicamentos y prospectos.

Esta es una de las ideas de partida de la obra. Y es que, desde el momento en que llegamos a la vida, emprendemos también nuestro camino a la muerte.
Necesitamos apoyarnos en ciertos pilares que nos ayuden a sobrevivir mientras llega el final de nuestros días… ‘Medicamentos’, como los bautiza el autor, que hagan que el trayecto tenga sentido. Aun así, cuando están a nuestro alcance, sobrepensamos sus efectos adversos, sus daños colaterales… Olvidamos que…
No tenemos tanto tiempo como para estar mirando la letra pequeña de las cosas que hacen que la vida valga la pena.

Me faltan palabras en el diccionario. Me faltan palabras para hablar y contarte, para entenderme o como mínimo para escucharme. Nunca “esto”, aun pudiendo actuar como sustantivo, adjetivo, pronombre o adverbio, había tenido tanta personalidad, tantos matices y tantas cosas que contar. “Esto”, que no sé qué es, lo deja todo al azar. Ahora, este demostrativo conforma innumerables expresiones imposibles de verbalizar; agrupa miles de palabras aun por inventar, palabras que nunca he escuchado ni leído, pero palabras que te he dicho sin parar, palabras que no sé si tienen muchas consonantes o son más de vocal. Sé que todas las sílabas son sílabas tónicas, que todas las letras suenan genial, que hay hiatos, diptongos y complicaciones para saberlas acentuar.
Pero que siempre que te las digo las entiendes, sin yo saberlas pronunciar.

*Contenido original proporcionado por la editorial 

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