Canto a Teresa

Reseña del libro «Canto a Teresa» de José de Espronceda. Ilustrado por Antonio del Hoyo.
Por Beatriz Alcaná.

La cabra tira al monte y a mí lo gótico me pierde. Por eso no podía dejar pasar la oportunidad de echarle un ojo a una nueva editorial que apuesta, precisamente, por la literatura gótica ilustrada. La editorial Deméter ha nacido con la intención de acercar a los lectores adultos del siglo XXI textos de autores españoles del XVIII y XIX. Escritores y escritoras en algunos casos no demasiado conocidos; en otros tan renombrados como el autor del Canto a Teresa que reseño a continuación: José de Espronceda.

Incluido originalmente dentro del poema incompleto El diablo mundo, es el mismo Espronceda quien anima al lector a saltárselo si así lo desea, ya que carece de relación con el resto de la obra. Craso error sería hacer caso de tal sugerencia; quien la siguiera se estaría perdiendo unos versos apasionados y brillantes. De hecho, la propuesta de este libro es más bien la contraria: extraer el Canto a Teresa para ofrecerlo como una obra independiente y acompañar el texto de unas ilustraciones a la altura del genio del poeta. Para ello se ha contado con el abrumador talento del artista Antonio del Hoyo, que apuesta por ofrecernos la otra cara de la moneda, la que no muestran las palabras de Espronceda: la versión de los hechos de la propia Teresa, que él plasma en sus dibujos.

Rememoremos la trágica historia de amor y desamor que protagonizaron José de Espronceda y Teresa Mancha durante el exilio del autor, primero en Portugal (donde se conocieron), y luego en Londres. Teresa era la hija de un coronel liberal caído en relativa desgracia. Espronceda, también liberal, se ganaba la vida como profesor de esgrima. El romance se vio truncado cuando la joven tuvo que casarse con un empresario de orígenes bilbaínos que sacó de apuros económicos a los Mancha. El matrimonio duró lo justo para que a los amantes les diera tiempo de planear una fuga juntos aprovechando un viaje a París. Habría sido bonito que este fuera el final feliz del romance, pero estamos hablando de un poeta romántico y esta gente era muy visceral; demasiado para que la cosa pudiera salir bien. La relación entre José de Espronceda y Teresa Mancha fue como poco turbulenta; un ir y venir de arrebatos y reproches que llevaron a la joven al hartazgo y a dar por finiquitada la agitada relación tan solo cuatro años después de haberse escapado. Tres más tarde, murió. Contaba ella con veintinueve.

A pesar de que lo había abandonado, el poeta decidió acudir a presentarle sus respetos al cadáver de la que había sido su amante. Aquella postrera visita le serviría de inspiración para escribir las octavas reales que conforman este Canto a Teresa que ahora encontramos en una edición cuidadísima y del todo imprescindible para los amantes de lo macabro, lo siniestro y lo bello.

Si os gustan los libros ilustrados, el romanticismo y las historias de amor infausto, echadle un vistazo a este Canto a Teresa. Dudo mucho que os decepcione, porque es una verdadera joya que articula con un gusto exquisito la poesía con las ilustraciones. No puede faltar en la estantería de ningún apasionado de las letras ni de las artes.

Por Beatriz Alcaná
@AlcanaBeatriz