Hijos de Gael
de Rodrigo Costoya

En la guerra de la razón contra el dogma, un niño elegido, heredero último de la ancestral sabiduría gaélica, luchará por salvar a la estirpe milenaria de las garras del invasor.

Ya solo el viento visita la planicie solitaria. Las piedras milenarias, inmunes a sus embates, dormitan un sueño perpetuo.

La memoria de la vieja Armórica resiste a duras penas el paso de los siglos y solo unos pocos conservan la sabiduría antigua de los hijos de Gael. El pueblo perdido que, diseminado en torno a un mar común, arrastra más de mil años de exterminio inexorable.

Es el invierno de 1397. En las profundidades más sombrías del bosque de Karnag llega al mundo Aydan, un niño que supone la última esperanza para su pueblo.

La herencia ancestral de las naciones gaélicas escoltará su búsqueda, pues el futuro de la humanidad, aun sin saberlo, está ligado a su destino. Pese a caminar lastrado por leyendas antiguas, el pequeño nace atado a un extraño sino que es, a la vez, bendición y maleficio.

Extender luz sobre las tinieblas.

Cambiar el mundo para siempre.

Los menhires, testigos mudos de su historia, la guardarán hasta el alba en el eco de la eternidad. Tal vez ellos puedan responder, algún día, a las preguntas que ya nadie sabe formular.

¿Qué sucedió con el pueblo perdido?

¿Qué fue de los hijos de Gael?

Rodrigo Costoya Santos (Torrelavega, 1977). Profesor de Educación Física en el IES Rosalía de Castro en Santiago de Compostela. Tras la aclamada El custodio de los libros (premiada en el Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda en 2020) y el éxito de crítica y público de Portosanto (2021), publica ahora Hijos de Gael, una epopeya que ilustra el devenir último de las naciones gaélicas. Rodrigo nos ofrece la gran crónica de nuestras letras sobre el final de la Edad Media. Guerras interminables, inventos que cambiarán el curso de la Historia, el descubrimiento de un nuevo mundo allende la mar océana o el declive de una estirpe milenaria son algunos de los elementos que componen esta canción épica. Un trepidante relato sobre una de las épocas más apasionantes que jamás han existido.

Sobre el libro

En la guerra de la razón contra el dogma, un niño elegido, heredero
último de la ancestral sabiduría gaélica, luchará por salvar a la estirpe
milenaria de las garras del invasor…

Bretaña, bosque de Karnag, 1 de enero de 1397. Las desavenencias entre Inglaterra y Francia por los antiguos territorios normandos parecen estar a punto de desembocar en una guerra abierta. El conde de Vannes, Patern de Gwened, preocupado por las noticias que le hacen llegar voces traicioneras, ha enviado a la condesa Alix, de incógnito, en un simple carro y con apenas un puñado de sirvientes, a refugiarse en el Finistère. Tiene que proteger a toda costa el fruto de su vientre porque podría ser un niño; su decimotercer hijo. El Guerrero de la Luz del que habla la profecía de la piedra de Kermario, el más señalado de los menhires que custodian Karnag desde tiempos inmemoriales. El elegido que liberará a su patria.

Beadur, un monje guerrero, un hospitalario curtido en el arte de espiar destinado por la Orden a Normandía, se mantiene al acecho. Hace días que va detrás de un grupo de mercenarios ingleses; ahora apostados en el bosque, donde esperan bajo la intensa nevada la llegada del carro.

No muy lejos de allí, Myrna Ménec, la última druida de los antiguos gaeles, o gaélicos, ha enviado a su aprendiza, Breann Airdsgainne, a recoger visco blanco. Breann no es más que una niña de doce años llegada desde la lejana Inverness, en la Tierras Altas escocesas. La chiquilla ha trepado en busca de la preciada planta y, oculta entre sus ramas, va a ser testigo de la tragedia que da origen a esta historia: los soldados ingleses asaltan a Alix acabando con la vida de la condesa sin piedad, decapitándola. Breann permanece escondida hasta que puede descender hasta la escena del brutal crimen. Entonces, poniendo en práctica sus artes aprendidas, ejecuta una hazaña que deja boquiabierto en su escondite a Beadur: interviene sobre el cuerpo ya inerte de la condesa, provocando el nacimiento del hijo que guardaba en su vientre. Así llega al mundo el pequeño Aydan.

Contexto histórico: La Guerra de los Cien Años

La guerra de los Cien Años enfrentó a Francia e Inglaterra entre 1337 y 1453, convirtiéndose en el conflicto bélico más largo que ha conocido Europa. Durante esos 116 años, las largas y agotadoras campañas, desarrolladas siempre en suelo francés, se alternaron con treguas y largos periodos de paz. La contienda acabaría forjando la identidad de las naciones francesa e inglesa.

Todo comenzó cuando Eduardo III de Inglaterra (1312-1377) reclamó su derecho al trono galo por encima del rey Felipe VI de Francia (1293-1350). Cuatro sucesores de ambos monarcas heredaron este conflicto hasta que la victoria francesa en la batalla de Castillon, en julio de 1453, redujo el dominio inglés en el continente a la plaza de Calais y acabó con cualquier esperanza de los monarcas británicos de reinar también en Francia.

Tras varias contiendas anteriores, los ingleses se lanzaron de nuevo al ataque en tierras francesas y en 1428 pusieron cerco a la ciudad de Orléans. Carlos se hallaba completamente abatido y todo parecía indicar un futuro de indudable color inglés, hasta que apareció una figura que cambió la historia… Juana de Arco*. Una joven campesina que en 1429 consiguió entrevistarse con Carlos VII y le explicó que Dios le había encomendado la misión de ayudarlo a arrojar a los ingleses fuera del país.

Carlos le entregó el mando de un ejército de socorro que consiguió que se levantara el cerco de la ciudad. El impulso militar de esta «iluminada» se contagió al resto de tropas francesas que comenzaron a hacer retroceder a los ingleses.

En julio, Carlos VII fue coronado en Reims y poco después Juana cayó prisionera de los ingleses. Aunque el soberano francés le debía su trono, no hizo nada para rescatarla y la Doncella de Orléans murió en la hoguera acusada de herejía e idolatría. En 1430, Carlos VII recuperaría París, en manos inglesas desde 1420. La mejora de las arcas reales permitió sentar las bases de un renovado ejército que acometió la reconquista de Normandía.

En 1449 los franceses conquistaron Ruán, en 1451 se hicieron con Burdeos y Bayona y en 1453 obtendrían una gran victoria en la batalla de Castillon. Este triunfo supuso el derrumbe del dominio inglés en Francia y acabó formalmente con la guerra que habían comenzado 116 años antes Eduardo III y Felipe VI.

*El rey francés en el momento del nacimiento de Juana, Carlos VI, sufría episodios de locura que a menudo le incapacitaban para gobernar. Su hermano Luis, duque de Orleans, y su primo Juan Sin Miedo, duque de Borgoña, competían por la regencia de Francia y la tutela de los niños herederos al trono. Esta disputa incluía acusaciones de que Luis estaba teniendo una relación extramarital con la reina, Isabel de Baviera, y de que Juan Sin Miedo había secuestrado a los herederos del trono. El conflicto culminó en el asesinato del duque de Orleans en 1407 por orden del duque de Borgoña. En torno a la figura de Juana de Arco pulula la leyenda de que fuese una hija extramatrimonial de Isabel de Baviera, rumor que valida esta ficción.

*Contenido original proporcionado por la editorial Espasa

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