Hoy en el blog entrevistamos al escritor madrileño, Rubén Sánchez Trigos, que en octubre publica con Booket/Planeta su libro “Bajo el barro” y hemos querido conocer de la mano del autor los detalles de esta novela de terror.
La novela explora la maldad intrínseca del ser humano, con ambientes muy cotidianos y conflictos muy comunes hoy en día, lo que le permite hacer una crítica social en torno a la intolerancia en sus diversas manifestaciones: bullying, racismo, homofobia, pobreza… En un momento en el que el misterio y el terror cuentan con una gran acogida.
Biografía de Rubén Sánchez Trigos
Nació en Madrid y creció en Fuenlabrada. Doctor en Comunicación Audiovisual con una tesis sobre el cine de zombis español, se ha especializado en ficción fantástica y de terror española. Como teórico, ha dedicado artículos a este tema en libros como Historia de lo fantástico en la cultura española (Iberoamericana, 2017), Historia de la ciencia ficción en la cultura española (Iberoamericana, 2018), entre otras revistas y volúmenes. También ha escrito el ensayo La orgía de los muertos. Historia del cine de zombis español (Shangrilá, 2019). Ha publicado la novela Los huéspedes (finalista del Premio Drakul de Novela) y sus cuentos se han recogido en distintas antologías. Como guionista, ha trabajado en el desarrollo de películas como Verónica (Paco Plaza, 2017) y ha coescrito los cortos Cambio de turno (2006), Cuestión de actitud (2008) o El intruso (2005), nominado al Goya al Mejor Cortometraje de Ficción. Imparte clases de guion y literatura en U-tad Centro Universitario de Tecnología y Arte Digital y en el Máster de Guion y Series de Televisión de la URJC.
Página web: rubensancheztrigos.com
Entrevista a Rubén Sánchez Trigos autor de «Bajo el barro»
1.¿Qué vamos a encontrar tras “Bajo el barro”, y cómo definiría este libro?
Lo primero que, como lector, espero encontrarme al abrir un libro de género (signifique lo que signifique eso) es un relato de miedo genuino, sin excusas ni coartadas. Una clásica historia de fantasmas para contar junto al fuego. Así que, como autor, intento ser lo más honesto posible con los lectores en ese sentido. A partir de ahí, creo que la historia de la literatura de terror ha demostrado que lo que llamamos terror es un concepto más amplio de lo que sus detractores (y también algunos de sus amantes) pretenden; el terror lleva toda su historia dialogando con su tiempo y probando nuevas formas narrativas. En ‘Bajo el barro’ no he intentado reinventar nada, pero sí, por un lado, explorar un contexto social muy determinado como fuente de horror (la vida de un barrio popular madrileño del siglo XXI, que es el contexto que mejor conozco), y por otro mezclar técnicas narrativas tradicionales con otras más contemporáneas (redes sociales, mensajes, GIFs, el universo de los creepy pasta) para trabajar la verosimilitud que creo que exige esta clase de fantástico. En definitiva, ‘Bajo el barro’ no es más (ni espero que menos) que una clásica historia de miedo contada en 2020.
2.¿Cuándo comenzaste a interesarte por la escritura y cuándo decidiste convertirte en escritor?
Los primeros libros con los que recuerdo disfrutar (no leer, sino disfrutar leyendo) son ediciones de bolsillo de Lovecraft en Alianza, que era lo único que podía permitirse mi bolsillo, valga el chiste malo. En concreto, recuerdo El caso de Charles Dexter Ward como una experiencia catártica. A partir de ahí, vino todo lo demás. Más tarde, cuando tenía 15 años o así, me puse a contar y vi que llevaba escritos unos diez manuscritos y otros tantos guiones de cine. Todos malísimos. Ni siquiera los moví porque la idea de hacer de eso una profesión, en el sentido de vivir de escribir género, me parecía (y aún me parece, en España) una marcianada. Con franqueza: no tengo la impresión de haber elegido nada. Leo, veo y escribo lo que puedo/quiero en cada momento. Eso es todo.
3.¿Cómo surgió la idea del tu libro “Bajo el barro” y en qué te basaste para escribirlo?
La idea surge de una experiencia personal (está en la dedicatoria del libro). Cuando tenía diez años, mi padre me llevó a visitar el Pasaje del terror del Parque de atracciones de Madrid, por entonces recién inaugurado. Mi madre le había advertido que no lo hiciera, pero mi padre quería verlo y, con diez años, no pensaba dejarme solo fuera. Así que entramos juntos. Y creo que la experiencia me dura hasta hoy. Meses más tarde, se me ocurrió proponerle a mis compañeros del colegio que hiciésemos nuestros propio pasaje para la fiesta de fin de curso, que era un evento donde los niños hacían sus propios juegos y los adultos participaban en ellos. El pasaje lo hicimos, pero yo estaba tan descontento con él (pensaba que era ridículo) que el día de la fiesta me quedé en casa porque estaba seguro de que todos se iban a reír de nosotros. Y ocurrió lo contrario. El pasaje se abrió y la gente se pasó meses hablando de él. Así que el libro surge de una rabieta infantil: no pude ver mi propio pasaje en marcha, solo sé lo que mis compañeros me contaron, y la novela es una manera, un poco tardía, de enmendar eso.
4.¿Qué fue lo más difícil a la hora de escribir “Bajo el barro” ?
Los personajes de ‘Bajo el barro’ están en el lado menos agraciado de la vida. Viven en un barrio marginal, sufren paro, bullying, racismo y otras cosas así, y el pasaje que hacen los tres niños protagonistas funciona un poco como proyección/amplificación de todos esos miedos. Los suyos y los de sus vecinos, padres, hermanos, etc. Lo más difícil para mí a lo largo de los tres años que me llevó escribir una versión tras otra fue evitar por todos los medios caer en la condescendencia con esos personajes. La ficción, en mi opinión, no está para prescribir nada, moralmente hablando. Yo no quiero que un libro me diga qué está bien o qué está mal, o si el bullying o el racismo son malos, porque eso ya lo sé. Lo he experimentado personalmente. No me interesa esa ficción. Creo que la narrativa tiene que problematizar, no consolar ni emitir juicios. La protagonista de ‘Bajo el barro’ es Rebeca, una chica que en el instituto sufrió humillaciones por obesa y lesbiana, pero escribiendo me di cuenta de que el personaje de su acosador me interesaba, como autor, tanto o más que el de ella por una razón: la naturaleza del ser humano es contradictoria. Juanra se comporta como una suerte de héroe en la trama, y al mismo tiempo no siente remordimientos por lo que le hizo a Rebeca en el instituto. Bueno, así somos las personas, incomprensibles, y como material de ficción un personaje así es impagable. Por otro lado, como lector tampoco me gusta que los temas que trata el libro se hagan tan grandes que acaben devorando el sentido último de la historia, que en este caso es inquietar, elaborar una atmósfera. Creo que eso ha sido lo más difícil de todo, no perder nunca de vista que ‘Bajo el barro’ es, al fin y al cabo, una experiencia de horror cruda.
5.A la hora de ponerte a escribir… ¿Tienes un horario determinado o escribes en cualquier momento del día?
Ojalá tuviera un horario como tal. Doy clases en la universidad y también trabajo en el desarrollo de proyectos audiovisuales. Escribo cuando puedo. Ficción o ensayo. A veces todo el día, a veces una mañana, a veces una tarde, a veces una hora y a veces diez minutos. Intento escribir todos los días, eso sí. Y suele ser así.
6.¿Tienes un lugar de trabajo determinado para escribir y como está ambientado?
Antes alternaba una habitación que tengo en casa (mi habitación, digamos) con la biblioteca, pero desde que la realidad ha empezado a parecerse a una mala distopía y las bibliotecas han cerrado, me basta con lo primero. Tengo un tiesto con hierbabuena y estanterías con libros a punto de ceder. Bueno, y la colección Gótica de Valdemar mirándome desde lo más alto, que será la que ceda primero.
7.¿Qué es lo que más te despista o distrae mientras estás escribiendo?
La habitación que menciono da a una calle normalmente llena de coches y paseantes, así que no puedo ponerme exquisito. He aprendido a no distraerme con nada. Qué remedio.
8.¿Cómo ha sido la creación de los personajes de tu libro?
El género de terror es fundamentalmente autorreferencial, y aunque eso es inevitable (y disfrutable, porque nos ofrece a los aficionados una fuente de placer reconocible) los personajes de ‘Bajo el barro’ tienen una base muy real. Rebeca, por ejemplo, es una mezcla de diferentes compañeras de clase/amigas que experimentaron humillaciones parecidas a ella. Yo fui a dos institutos: uno en Fuenlabrada y otro en Leganés, y lo que hoy entendemos por bullying, allí no era ningún fenómeno localizado en uno o dos estudiantes. Era la norma. Más que personajes en sí he intentado recrear la atmósfera de aquellos años, aunque seguramente estará más cerca de lo que recuerdo que de lo que ocurrió realmente. El resto de personajes (el padre camionero de Rebeca, la niña china hija de inmigrantes, el tipo en paro víctima de una depresión) están elaborados a partir del tipo de barrio en el que siempre he vivido. El fantástico, al menos este tipo de fantástico que funciona por contraste con la realidad (creo que hay otras muchas maneras de abordar el género), necesita de un marco hiperreal para definirse, y yo me lo he pasado francamente bien creando ese marco.
9.¿Tienes alguna anécdota graciosa que compartir con nosotros? Algo curioso que te ocurriera mientras escribías “Bajo el barro”. O alguno de tus anteriores libros.
Mi primera novela trata sobre una secta de personas que se reúnen en secreto para visionar accidentes y crímenes en vivo, previo aviso de un médium que les dice dónde va a ocurrir. Un par de años después de publicarla recibí un correo de alguien que me preguntaba dónde podía contactar con esas personas. Espero que aún siga buscando.
10.¿Lees las reseñas o críticas que se hacen de tus libros?
Depende del momento. Respeto la profesión de crítico enormemente, que además está cada vez más en peligro de extinción, pero no creo que una mala o una buena crítica (sobre todo una buena) ayuden a mejorar como autor (sea lo que sea eso de mejorar, por otro lado). No queda más remedio que escribir lo que a uno le mueve, intentar siempre dar lo mejor y asumir que no puedes, ni debes, gustar a todo el mundo. Y menos cuando trabajas en un género tan codificado.
11.¿Qué estás leyendo actualmente? ó ¿Cuál es el último libro que has leído?
Ahora mismo estoy con el ensayo ‘Todos los monstruos de la Tierra. Bestiarios del cine y la literatura’ de Adriano Messias y con la reedición de ‘La mala luz’ de Carlos Castán.
12.¿Cuáles son tus autores preferidos y que nos recomendarías leer?
De los clásicos tengo una especial debilidad por los llamados autores de fin de siècle y su manera caótica y cáustica de entender la existencia (Machen, Chambers, Blackwood…). También por la amoralidad del mejor Clive Barker y, claro, el King más desacomplejado, el de Cementerio de animales. Por no insistir en lo obvio, reivindicaría a Karl Hans Strobl y a Robert Aickman, y de la nueva hornada me vuelven loco Laird Barron y Caitlín R. Kiernan. Tampoco me pierdo nada que publique Carrère. Ah, y en España hay que cuidar mucho a Manuel Moyano.
13.Aparte de leer, ¿tienes otras aficiones?
La cerveza Guinness, los parques de atracciones y coleccionar tiburones de plástico. No sé si por este orden.
14.¿Qué consejos darías a alguien que quiere ser escritor, o escritora?
En general no me siento legitimado para dar consejos a nadie. De nada.
15.Para terminar, me gustaría que nos contaras sobre lo que buscas y pretendes como novelista/escritor.
Cuando era niño fui a un campamento de verano. Una única vez. Allí había otro niño que, todas las noches, encendía la linterna y nos contaba un cuento de miedo a sus compañeros de tienda. Era el mejor momento del día. Yo solo quiero ser esa persona.
Queremos agradecer al autor Rubén Sánchez Trigos, que haya tenido la amabilidad de concedernos esta entrevista y al Dpto. de Comunicación y Marketing de la editorial Booket por hacerlo posible.
Ficha del libro «Bajo el barro»
Título: Bajo el barro Autor: Rubén Sánchez Trigos Editorial: Booket Publicado: 6 octubre 2020 Páginas: 608 ISBN: 978-8408234142 |
Sinopsis:
Cuando Rebeca dejó la colonia Monte Laurel pensó que también dejaba atrás lo peor de su adolescencia: el sobrepeso, el bullying, el recuerdo de su madre fallecida. Ahora, cuatro años más tarde, no puede creer que tenga que regresar al lugar en el que tanto daño le hicieron y verse obligada a participar en el juego que su hermano y dos chavales más han construido en el instituto: un inocente pasaje del terror de resultados, sin embargo, inexplicables. Quienes lo han probado ya no han vuelto a salir. Nadie sabe qué pasa tras aquella puerta, pero todos los vecinos quieren confirmar el rumor que se ha extendido por toda la colonia: el pasaje sabe algo de todos ellos, de cada vecino, incluso lo ya olvidado, aquello que fue enterrado bajo el barro para que nunca más volviese a emerger a la superficie.