Si hay algo que me gusta en esta vida es tener la suerte de encontrar pequeñas librerías en las que sentirme como en casa. Y no hace falta haberlas visitado con asiduidad para que surja ese sentimiento, muchas veces me ocurre con librerías que visito por primera vez. Pensaréis que es por los libros. Sí, yo también lo pensaba; los libros suelen tener ese efecto, pero no. Es por las personas que las regentan: son libreros y libreras con vocación, a los que les apasiona y entusiasma su trabajo. Leen sin parar lo que cae en sus manos para ayudarnos, con sus conocimientos, experiencia y recomendaciones, a descubrir y amar la literatura. Además, muestran un respeto y una sensibilidad hacia los clientes realmente especial. No agobian, te dejan deambular, ojear y hojear por la tienda con total libertad y, solo en el momento indicado, se acercan a tu lado para decirte la frase oportuna: “Ese libro que tienes en las manos es una maravilla. Los personajes están muy bien trazados. ¿Conoces al autor?” o “Me encanta esa novela, he descubierto muchas cosas leyéndola, ¿quieres que te cuente algo sobre ella?” o un simple “¿Te apetece que te oriente un poco? Dime qué es lo que te atrae y te ayudaré a encontrar el libro que estás buscando.” Con su actitud transforman sus librerías en lugares únicos.
Es obvio que en este tipo de establecimientos también vas a encontrar los libros de moda, los que copan los primeros puestos de las listas, los que encuentras en los lugares preferentes de las grandes librerías, centros comerciales, quioscos de prensa e, incluso, supermercados. Pero, en este caso, no nos tropezamos con ellos nada más entrar sino que los localizamos junto a otros libros menos populares aunque igual de buenos. A veces más.
La Benedetti es una de estas librerías y, antes de que toda esta locura nos encerrara en casa, fui a hacer acopio de algunas lecturas que me ayudaran a pasar el confinamiento de la mejor manera posible.
La librería Benedetti no es muy grande, aunque tampoco es pequeña. Tiene las paredes forradas con estanterías repletas de libros y un mueble central con repisas llenas de ejemplares. Cada vez que la visito busco con vehemencia un cartel hecho a mano con la leyenda “Nuestros 10 favoritos” colocado sobre la parte inferior de una de las estanterías laterales. Justo debajo, Oscar, el librero, coloca 10 novedades literarias, sus favoritas, que rara vez coinciden con las superventas del momento.
Como ya os he dicho, el pasado jueves estuve por allí. Isabel, más conocida como la librera madre, se me acerca mientras las miro.
—¿Qué me recomiendas de entre tus favoritos? —le digo.
—No sé… ¿De qué tienes cuerpo? ¿De ensayo, drama, novela negra…?
—Novela negra.
—Muy bien. Ahora mismo, en nuestros favoritos tenemos dos de ese género —me dice justo antes de coger uno de los volúmenes de su estante para dejármelo ver.
Mientras yo lo sostengo, ella me va contando el argumento. Enseguida me confiesa que, de las dos novelas negras que me está mostrando, se queda con una de ellas, la que me ha dado hace un momento, y me pregunta si conozco al autor. Me explica toda su trayectoria con los ojos llenos de ilusión y me detalla, sin revelarme nada que pueda estropearme futuras lecturas, los argumentos de sus libros anteriores. La librera madre y yo vamos pasando de un estante a otro, sacando ejemplares y pasando sus páginas, buscando frases, hablando de autores. De un libro llegamos a otro y, de ese, a otros diferentes de distintos escritores. De cada una de las novelas me descubre lo justo para hacerme desear leerla y averiguar qué es eso que la hace tan especial a sus ojos, aunque yo ya me he enamorado de esa que todavía llevo en mis manos, A plena luz, de J.R. Moehringer. Ya he decidido que será una de mis tablas de salvación para estos días.
Al fin, tras recorrer la librería entera, regresamos al punto de partida y volvemos a encontrarnos con los 10 favoritos de la semana, sus 10 favoritos, los de Isabel y Oscar (porque Oscar, en esto, es igual que su madre).
—Ahora bien, si yo fuera a llevarme algún libro de entre todos los de la librería y tuviera cuerpo de novela negra, sin duda me llevaría este —dice, y saca del mueble central una novela de 2008 que acaba de ser reeditada: Cualquier otro día, de Dennis Lehane.
No puedo evitarlo y me quedo con los dos.
Isabel ha regentado la librería desde su apertura hace ya 30 años. Antes de eso trabajó otros 30 en una editorial. Ahora ya está jubilada, le ha pasado la tienda a su hijo Oscar, con quien comparte la pasión y el entusiasmo por los libros, pero hoy lo está sustituyendo. Lo hace algunos días. Creo que no puede separarse del todo de sus lecturas.
Si me dieran a elegir, preferiría que mis novelas estuvieran en la lista de los 10 favoritos de librerías como la Benedetti aunque nunca engrosaran las listas de los libros más vendidos del año.
La Librería Benedetti @Libr_Benedetti se encuentra en el local 82 del CC Burgocentro de Las Rozas de Madrid.
Por Mónica Rouanet
Escritora
https://monicarouanet.com
@MonicaRouanet
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