Entrevista a María Jesús Puchalt, autora de «No hay bisontes en los valles de amapolas».
Por Inés Román.
«Hay una gran maestra con la que he aprendido a narrar,la mexicana Angeles Mastretta. Ella sabe mostrar esa “difícil facilidad” que todos vamos buscando, pero que solo algunos alcanzan».
Escribo a mano, con papel y lápiz, para ir borrando. La pantalla del ordenador no me invita a crear, el papel “escupe” los errores con mayor libertad, el ordenador, rompe la magia.
La escritora valenciana María Jesús Puchalt ha estado presentando su libro “No hay bisontes en los valles de amapolas” en la feria del libro de Guadalajara, México.
La autora nos hace una pregunta «¿Te has preguntado alguna vez si de verdad conoces a tu familia? y nos hace reflexionar. El pasado siempre vuelve, y tu vida se convierte en un laberinto del que no sabes cómo salir».
Sin poder afirmar que estamos ante un thriller, desde sus primeras páginas el lector percibe que algo sobrevuela la historia y que un elemento desconocido se mantiene latente en cada palabra.
Sin embargo, lo descubrirá muy poco a poco, al mismo tiempo que su protagonista, porque también él formará parte de uno de esos binomios mágicos que nos presentan algunos de sus personajes, en este caso el Blanca/lector. Puede que esta pequeña historia se convierta en la muestra de una victoria y con ella llegue el fin de una maldición. Es posible que al lector le merezca la pena averiguarlo. Asimismo, no estamos ante una historia de amor, sino ante muchas, pero también de desamor.
Lo que nos encontramos en No hay bisontes en los valles de amapolas es la vida misma, el complicado universo de los sentimientos en general, las personas y sus contradicciones, sus miedos, sus delirios; la familia en su verdadera proyección, no solo como lugar de refugio, sino como el entorno más inhóspito, asfixiante y cruel que puede llegar a ser, y el vértigo que nos envuelve cuando entre un instante y el siguiente de nuestra vida se instala un abismo.
Ahora que conocemos un poco de la novela, vamos a averiguar sobre su autora.
En su adolescencia y juventud, veraneó en la localidad turolense de Manzanera en busca del aire puro y seco que le pudiera aliviar el asma que padecía. Junto a sus amigos recorría Los Cerezos, Sarrión, Mora de Rubielos, Rubielos de Mora y Teruel.
Aquellas imágenes quedaron grabadas en su memoria y reviviéndolas ahora en su novela.
No tiene ningún miedo como escritora. Se planta delante del folio y deja que las cosas salgan…
Para ella hay una gran maestra con la que ha aprendido a narrar, la mexicana Angeles Mastretta y su sueño sería poder conocer a su ídolo en las letras, ha seguido su trayectoria, leído sus libros y admira que fue la primera mujer que obtuvo el premio Rómulo Gallegos. De sus escritos dice “sabe mostrar esa difícil facilidad” que todos vamos buscando, pero que solo algunos alcanzan.
María Jesús, escribe a mano, con papel y lápiz, para ir borrando. Tengo que escribir con papel, la pantalla del ordenador no me invita a crear, el papel “escupe” los errores con mayor libertad, el ordenador es mucho más permisivo y además, rompe la magia.
Necesito estar sola para escribir, si hay gente por casa me resulta muy difícil concentrarme y crear ese mundo imaginario, y al mismo tiempo real, que necesito.
¿Quién es María Jesús Puchalt?
“Una contradicción con patas”, esa es la mejor definición que puedo dar de mí misma; alguien que ama la vida y se aferra a ella como si no existiera el mañana, alguien que quiere contar miles de historias, una mujer que ama el mar y que no podría vivir sin él. Soy tranquila, pero al mismo tiempo vehemente y visceral, necesito de la gente para vivir, sin embargo, también me aparto muchas veces.
Los libros nacen con una misión, ¿cuál es la misión de los tuyos?
“Sacudir”, yo pretendo tambalear a los lectores con los sentimientos, quiero que sientan, que vivan otras vidas, que se reflejen en ellas y que nada les resulte ajeno.
¿De dónde te viene tu pasión o encuentro con la escritura?
Desde muy pequeña he tenido siempre una predilección especial por inventar historias.
Mi madre, que era maestra, me ponía a redactar todas las tardes en la cocina cuando venía
del colegio. Supongo que algo notaría ella para ponerme delante de unas cuartillas cada tarde.
¿Querías ser escritora desde pequeña?
Sí, mi primera novela la escribí con 15 años, era de aventuras, como aquellas de “ Los cinco” que tanto nos gustaban por aquel entonces, fue la primera vez que dejé volar mi imaginación.
¿Recuerdas el primer libro que leíste y con cuantos años?
De pequeña leía cuentos, como todos los niños, pero la primera conciencia que tengo de leer de forma más adulta es con doce o trece años, me encantaba Benito Pérez Galdós y Delibes, luego descubrí a los autores Hispanoamericanos y para mí se abrió un mundo nuevo.
¿Qué te inspira más para escribir, la noche, el amanecer…?
A medida que he ido cumpliendo años me he dado cuenta de que por Las mañanas estoy mucho más despejada,no obstante, la vigilia me ofrece muchas veces una lucidez especial.
¿Cuáles son tus pasiones?
Mirar el mar, encender un fuego y quedarme absorta observándolo, leer todo lo que pueda, enseñar a escribir a quienes así lo quieran y pensar que “ los míos” siempre estarán bien.
¿Qué libro estás leyendo ahora?
Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, una joya de la novela regionalista hispanoamericana.
Has escrito otros libros cuéntanos de qué tratan cada uno de ellos
La primera novela fue Mar de azahar, otra saga familiar repleta de secretos, de amor, desamor, búsqueda de identidad, malos tratos, pero también de esperanza.
15 miradas a la libertad, un ensayo colectivo sobre la libertad y distintos puntos de vista muy interesantes.
No hay bisontes en los valles de amapolas, que va ya por la tercera edición y en la que intento hacer un retrato de familia, de complejos personajes que no muestran la verdad de su historia y en la que me he esforzado por hacer un análisis psicológico de cada uno de ellos. Del pasado, los recuerdos, de cómo entre un instante y el siguiente se instala un abismo en nuestras vidas, de cómo el pasado siempre vuelve cuando menos lo esperas…
Las historias de tus libros ¿que tanto tienen de realidad?
Bastante, decía Delibes que un escritor debe nutrirse de tres cosas: invención, observación y experiencia propia.
Todas las historias tienen mucho de cada escritor, es inevitable, y quien diga que no es así, miente. Los escritores somos, ante todo, seres humanos y , como tales, tenemos fantasmas que salen reflejados en nuestras páginas.
Cuéntanos alguna anécdota agradable y que te haya dejado un buen sabor de boca de tus lectores y también si ha habido alguna mala
Mala no he tenido ninguna, afortunadamente, si ha existido a mi no me ha llegado.
Buenas, muchas, sobre todo en las ferias del libro, cuando se te acerca gente que no conoces y que te ha leído, esa sensación es maravillosa y, al mismo tiempo, indescriptible
¿Planificas las historias o te dejas llevar?
Pues un poco de todo. Sé lo que quiero contar, cómo lo quiero contar y hasta dónde quiero llegar, lo que pase en la mitad del camino espero que me sorprenda…
¿Qué parte del proceso de escritura te gusta más?
La redacción del manuscrito, cómo brota todo de tu interior, cómo van encajando las piezas, las sorpresas que te dan algunos personajes, su capacidad para no someterse exclusivamente a tu dictado…
Lo que me resulta más pesado es el proceso de corrección.
Le pedimos que nos dijera con una sola palabra lo primero que le viniera a la mente al decirle la palabra:
AMOR, Beso
FAMILIA Refugio
CINE Un buen rato
ESCRITURA Mi vida
MADRE Alguien con quien me faltaron años y algún que otro vino que compartir
Por Inés Román
@inesroman.escriviva
