«Los grises sobre el lienzo», de Juliana Echeverri: una historia sobre la salud mental con el «Guernica» de fondo.

El Guernica es sin duda la obra más célebre del genial pintor Pablo Picasso. Nació inspirada por la atrocidad humana, pero sin embargo ha sido capaz de sembrar sentimientos muy distintos en multitud de personas que la han contemplado a lo largo de las décadas. Un buen ejemplo es Juliana Echeverri (Medellín, Colombia) que ha creado en Los grises sobre el lienzo un interesante mosaico de historias con una buena carga de contenido social como trasfondo.

 

Asegura Juliana Echeverri en el libro que aquí nos ocupa que siendo muy joven comprendió, fascinada por el Guernica, que la inmortal obra de Picasso tenía «tantos significados como espectadores», y tal vez haya conseguido con este Los grises sobre el lienzo un efecto muy parecido, ya que se trata de una novela que cambia mucho según el punto de vista desde el que la observemos. «El narrador omnisciente me permitió explorar los demás personajes en profundidad. Como novelista, he entendido que cada personaje es como un iceberg del que la historia solo le muestra a la audiencia la puntita que asoma, pero no por eso el autor debe desconocer todo lo que esconde. Tengo tanta información de cada uno de los personajes que cada uno de ellos te podría contar una versión real completamente diferente (oxímoron) de una misma historia. Esto ha hecho que yo sienta curiosidad por seguir ampliando la saga, no necesariamente en términos de tiempo, sino de perspectivas», asegura la autora.

Juliana Echeverri

En Los grises sobre el lienzo viajamos al interior de la mente de Violeta Aubad, una joven colombiana que vive en Madrid y cuya vida queda marcada por dos cosas fundamentales: un accidente que le ha provocado una amnesia selectiva y su profunda fascinación por el Guernica.

El amor por la obra de Pablo Picasso, y por el Guernica en particular, no es cosa de la ficción: la propia Echeverri reconoce sentir un apego especial desde muy joven por tan icónica pieza: «Para mí, esta obra es como la voz de la conciencia. No hay verdades absolutas ni puntos de vista únicos. Refleja además la vida y la muerte; la destrucción y la esperanza. Y a veces vemos lo uno o lo otro… o ambos. Para mí, el Guernica es la humanidad entera. Un relato vigente desde el día en que Picasso lo creó, y siempre va a significar lo que cada uno quiera que signifique, porque como él mismo les dijo a los nazis: “Yo no lo hice, ustedes lo hicieron”. El Guernica representa eso que “hicimos”, no solo en la Guerra Civil Española, ni en las operaciones Orión y Mariscal en Medellín. Representa las guerras actuales en el Medio Oriente y en la franja de Gaza. Representa cada escuela norteamericana tras una balacera, cada comunidad tomada por la guerrilla, o por los ejércitos. El Guernica representa la historia, el pasado, el presente y el futuro».

Por otra parte, es muy destacable el empleo de una figura como Violeta como conductora de la historia, porque su amnesia pone de relieve el sufrimiento de una persona que ve afectada su salud mental, un tema que afortunadamente cada vez se trata más tanto en la literatura como en los medios. «Creo que mi principal aporte es iniciar la conversación —asegura la escritora colombiana—. Hacerlo a través de la ficción y de personajes inventados, pero que perfectamente pudieran ser reales, facilita mucho más este proceso. Son tan cotidianas y tan naturales, sin embargo tan ocultas, todas las situaciones que quienes me conocen me preguntan quién es quién y cuándo sucedió esto o aquello. Saber a mis lectores identificados y decididos a seguir elaborando sobre mi narrativa es la mejor manera de saber que lo estoy haciendo bien».

Quizá esta sensibilidad hacia el lado más humano del sufrimiento era algo inevitable para alguien que, como la misma Juliana Echeverri, nació y se crio en Medellín, una de las ciudades más peligrosas del mundo, y que, además, ejerce allí la docencia, labor a través de la cual convive con situaciones similares mucho más a menudo de lo deseable. «No solo como docente. Como empleada, como miembro de familia, como mujer… —afirma Echeverri—. Lo que pasa es que no llamamos a las cosas por su nombre. El tema del consentimiento, por ejemplo, es algo que se omite cuando existe una relación afectiva entre dos partes. Un esposo puede violar a su mujer. Una amiga puede abusar de su mejor amiga, o un profesor de su alumno. Un padre o una madre pueden infligir dolor en sus hijos. Pero les damos permiso para hacerlo porque ser familia o ser amigos elimina los límites».

Por Eva Fraile, de La Reina Lectora
@reinalectora

Los grises sobre el lienzo
de Juliana Echeverri

Violeta Aubad es una joven Colombiana que reside en Madrid y vive una vida controlada y rutinaria tras un accidente que la dejó con amnesia selectiva. Un día, en una visita al Museo Reina Sofía con sus compañeros de clase, ve un atractivo y misterioso chico que está segura de conocer pero no recuerda del todo. Es frente al Guernica, la obra maestra de Pablo Picasso, que su memoria comienza a cobrar vida resultado de la guerra que allí observa y que carga en su corazón.

Los grises sobre el lienzo es una novela que toca flagelos de la sociedad como la discriminación, el matoneo, la drogadicción, el abuso y la extorsión entre otros que se han normalizado. Sin embargo, como su título lo sugiere, más que conclusiones vestidas de historias cotidianas, se ofrecen muchísimas perspectivas a un mismo asunto. Inspirada en el Guernica, como en el cubismo, en este texto no hay verdades absolutas, solo historias que cobran sentido dependiendo de quién las cuente.

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Eva Fraile
Agente literario, agente de derechos internacionales, asesora editorial, experta en posicionamiento de escritores y redactora en distintos medios de comunicación. Prensa en Academia del Cine. Editora de la web La Reina Lectora. Escritora de Proyecto Crysser. Olvido.